Terapia negra
?QU? HA sido del melting pot? La famosa imagen pol¨ªtico-culinaria con la que se quer¨ªa resumir el proceso de integraci¨®n y mezcla racial. en Estados Unidos pasa hoy por horas bajas. Tanto que se abre camino otra formulaci¨®n mucho m¨¢s modesta-para explicar el estado -racial- de la naci¨®n norteamericana: la salad bowl o fuente de ensalada. Juntos., pero no revueltos. La marcha de cientos de miles de negros, s¨®lo hombres, sobre Washington del lunes pasado subraya dram¨¢ticamente ese retroceso, aunque, por paradoja, tambi¨¦n se explique por qu¨¦ no todo ha ido tan mal en estas ¨²ltimas d¨¦cadas.Hace 32 a?os, el l¨ªder hist¨®rico del movimiento negro norteamericano, Martin Luther King, pronunciaba un famoso discurso en Memphis del que se retiene una bell¨ªsima jaculatoria: "l have a dream" ("Tengo un sue?o"); un sue?o de esperanza en la igualdad, en la justicia, en la comprensi¨®n por la mayor¨ªa, blanca de que era intolerable mantener en una discriminaci¨®n legal lo que ya Constitu¨ªa un amplio segmento de la poblaci¨®n. Ese discurso fue el gran impulso de la lucha por los derechos civiles, que han llevado a la raza negra a una situaci¨®n de igualdad legal con el resto de los ciudadanos norteamericanos. No fue d¨¢diva, sino justicia, pero no conviene olvidar que la faz de Estados Unidos ha cambiado positivamente, en ese sentido, en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas.
La marcha del d¨ªa 16, en cambio, ha sido una concentraci¨®n de reconciliaci¨®n, pero, entre los negros, un negocio montado por un' l¨ªder radical, Louis Farrakhan, de declaraciones en ocasiones tan racistas como las que han hecho sufrir a los negros americanos durante siglos, y en nombre de una denominada Naci¨®n del Islam que no predica la integraci¨®n, sino el derecho a la igualdad separada, algo as¨ª como un apartheid al rev¨¦s; en el que el negro s¨®lo pueda salvarse en la constituci¨®n de una sociedad paralela.
?Qu¨¦ ha ocurrido para que ese fen¨®meno cobrara, fuerza? El n¨²mero de representantes negros en las instancias elegidas de todos los niveles se ha. multiplicado exponencialmente; hay una clase media negra que tiene todo el inter¨¦s en que la integraci¨®n y la plena igualdad social se, hagan realidad; el progreso, en definitiva, en todos los ¨¢mbitos de los individuos de color es grande. Y lo que ha pasado es lo que. Tocqueville dec¨ªa de, los grandes momentos revolucionarios: que se producen cuando las expectativas d¨¦ progreso han crecido considerablemente con las reformas y. desbordan largamente los avances reales. El negro norteamericano ve menos imposible su ascenso social, pero siente que s¨®lo podr¨¢ alcanzarlo en una proporci¨®n incomparablemente inferior a los blancos.
En ese estado de cosas, la polarizaci¨®n entre las dos comunidades se hace extrema, sobre: todo en la percepci¨®n de que, si bien una peque?a minor¨ªa ha entrado en el mundo de los blancos, la brecha entre las dos razas, blanca y negra, es cada d¨ªa mayor en lo econ¨®mico y en lo social. Eso explica esa tremenda divisi¨®n por el color sentida en el reciente: juicio al ex deportista O. J. Simpson, en el que el veredicto de inocencia por el asesinato de su ex mujer y del presun to amante de la misma ha sido entendido por la mayor¨ªa de la opini¨®n blanca como una burla a la justicia.
El presidente Clinton, que ha demostrado tener conciencia de la gravedad de la situaci¨®n, estuvo h¨¢bil dirigi¨¦ndose, a la naci¨®n desde una universidad del Sur el mismo d¨ªa de la marcha, para recoger lo esencial de sus reivindicaciones, pero condenando al mismo tiempo las intenciones del organizador y el matiz separador del proyecto. Cuando Clinton lleg¨® a la Casa Blanca se declar¨® vocacionalmente presidente del interior. La realidad de la presencia planetaria de Washington le ha ense?ado ya que sus deseos eran de dificil cumpIimiento, pero la marcha negra le recuerda adem¨¢s que Estados Unidos padece numerosos y cada vez m¨¢s graves problemas sociales de puertas adentro.
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