?Es posible combinar participaci¨®n y eficiencia?
No parece que en Espa?a se est¨¦ muy dispuesto a elevar el tono del debate pol¨ªtico m¨¢s all¨¢ del qui¨¦n manda. Llevamos meses y meses sacudidos por esc¨¢ndalos, ajustes de cuentas y pulsos entre Gobierno y oposici¨®n. Sin querer restar importancia a lo que se est¨¢ discutiendo, investigando y juzgando, perm¨ªtaseme situar mi reflexi¨®n en un plano m¨¢s general, en el que nuestra situaci¨®n no es distinta de la de otros pa¨ªses. Tiene, como siempre, caracter¨ªsticas peculiares. Pero ocurre un poco en todas partes que la sociedad dirige a sus representantes mensajes relativamente contradictorios. Por un lado se pide m¨¢s capacidad resolutoria de problemas, m¨¢s decisionismo y m¨¢s eficiencia a la hora de disponer de unos recursos siempre m¨¢s escasos y de resolver unos problemas siempre m¨¢s complejos. Por otro lado, hay un ruido de fondo que expresa la lejan¨ªa profunda que existe entre los ¨¢mbitos y los protagonistas de las decisiones p¨²blicas y los ciudadanos, origen de la legitimaci¨®n con que operan esos decisores, pero tambi¨¦n sujetos de esas mismas, decisiones.Un viejo tema. Un poder eficaz, pero un poder tambi¨¦n representativo. Queremos eficacia, pero queremos tambi¨¦n equidad, respeto a la ley, respeto a las tradiciones democr¨¢ticas. Queremos capacidad de decisi¨®n, capacidad de resoluci¨®n de problemas, pero quisi¨¦ramos asimismo ser plenamente informados y consultados. Una l¨ªnea nos acerca a un sistema de toma de decisiones poco mediatizado por formalismos democr¨¢ticos, intervenciones de grupos e intereses, en el que los t¨¦cnicos nos digan con claridad qu¨¦ hay que hacer, y hacerlo con prontitud y de la forma m¨¢s econ¨®mica posible. La otra l¨ªnea nos lleva m¨¢s all¨¢ de la democracia representativa, afirmando que no basta con disponer de mayor¨ªa absoluta, ni tan s¨®lo de unanimidad para tomar ciertas decisiones, ampar¨¢ndose s¨®lo en que se ha sido elegido para ello, sino que es conveniente que ante ciertos temas se permita intervenir a los ciudadanos y sus colectivos representativos, o se hagan consultas espec¨ªficas.
Como expresi¨®n de ese tecnocratismo de nuevo cu?o poderlos se?alar la extraordinaria proliferaci¨®n en muy diversos pa¨ªses de autoridades y agencias administrativas independientes, tribunales administrativos o comisiones especiales, para temas de lo m¨¢s variado: defensa de la competencia, disciplina deportiva, inform¨¢tica y libertades, regulaci¨®n del sector el¨¦ctrico, o pol¨ªtica monetaria. Se trata de un tipo de organismos que basan su cometido y su existencia en elementos como profesionalismo, competencia, independencia y continuidad. No tienen en modo alguno car¨¢cter representativo, sino que sus miembros son elegidos o cooptados en base a su reputaci¨®n profesional, y a su presumible independencia de criterio ante presiones partidistas o de grupos de inter¨¦s. Tienen la gran ventaja de no tener mediatizada su labor por los ciclos pol¨ªticos electorales, y no tienen que quedar bien ni con electores pasados o futuros. Pueden decidir con rapidez, buscando eficiencia t¨¦cnica y econ¨®mica. Sus ventajas son el origen de sus desventajas. Su nula representatividad, la imagen de opacidad y, falta de transparencia en sus m¨¦todos les hace m¨¢s vulnerables, pudiendo llegar a ser capturados por los intereses que pretend¨ªan domesticar o controlar. Ocurrir¨ªa como con ciertas directivas comunitarias, que llegan a ser m¨¢s innovadoras que la legislaci¨®n de los respectivos Estados miembros, y ello se atribuye al conocido d¨¦ficit, democr¨¢tico de las instituciones comunitarias, que les permite decidir sin hacer tantas componendas, pero esa ventaja en la innovaci¨®n reguladora explicar¨ªa asimismo el d¨¦ficit de implementaci¨®n y el incumplimiento de esas mismas normas.
En el otro lado tenemos esa significativa difusi¨®n de refer¨¦ndums para ciertas decisiones que las instituciones representativas pod¨ªan tomar por s¨ª mismas. Desde las consultas sobre la ratificaci¨®n del Tratado de Maastricht que se celebraron en algunos pa¨ªses, hasta los referendos locales para decidir el destino de una playa o la utilizaci¨®n de unos locales en desuso. Pero al mismo tiempo se van extendiendo practicas de consulta popular ante la toma de decisiones cargadas de conflictividad o poco claras t¨¦cnicamente. Aparecen experiencias como las de los jurados de ciudadanos, las conferencias de mediaci¨®n o consenso, o paneles y grupos de estudio que intentan llegar a conocer no s¨®lo el punto de vista instant¨¢neo de los ciudadanos, sino su opini¨®n informada ante ciertos temas. Las encuestas acostumbran a expresar reacciones inmediatas, a menudo no pensadas. Estas nuevas iniciativas buscan reencontrar los procesos de deliberaci¨®n democr¨¢tica: discusi¨®n p¨²blica de temas p¨²blicos. Democracia no es s¨®lo votar. Deliberar, discutir, valorar las opciones, formar¨ªan parte de esas nuevas experiencias, en las que participar¨ªan grupos de ciudadanos seleccionados aleatoriamente (a trav¨¦s de sistemas parecidos a los de la selecci¨®n de jurados), o a trav¨¦s de otros mecanismos, y cuyas discusiones y opciones finales tendr¨ªan asimismo diversos niveles de incidencia en las decisiones a tomar. Se han creado jurados de ciudadanos, por ejemplo, en los Estados Unidos para discutir los problemas de la delincuencia juvenil, en Alemania para tratar del problema de la energ¨ªa nuclear, o en Guip¨²zcoa ante la decis¨®n a tomar en relaci¨®n a una nueva infraestructura viaria.
?Qu¨¦ tiene que ver una cosa con la otra? La proliferaci¨®n de autoridades independientes se?ala la tendencia a considerar que s¨®lo a trav¨¦s de mecanismos m¨¢s alejados del fragor democr¨¢tico se puede conseguir eficiencia e innovaci¨®n. La proliferaci¨®n de v¨ªas de consulta y participaci¨®n de los ciudadanos fuera de los cauces representativos tradicionales trasluce la sensaci¨®n de que no basta s¨®lo con tener mayor¨ªa o con decidir en las instituciones para conseguir que ciertas cosas se hagan y que ciertos temas se desbloqueen. En ambos casos encontramos insuficiencias de los mecanismos democr¨¢ticos rutinarios y encontramos formas de explorar v¨ªas alternativas. De la extensi¨®n de ¨®rganos independientes y con poca obligaci¨®n de rendir cuentas a nadie, puede preocupar su aislamiento del control que toda sociedad adulta ha de poder ejercer sobre aquellos que toman decisiones que les afectan. De esas v¨ªas de consulta alternativa puede preocupar sus formas de selecci¨®n, y el grado de condicionamiento que provoquen en los decisores legitimados por v¨ªa electoral. S¨®lo explorando ventajas e inconvenientes de esas distintas alternativas podremos mantener una fe ya maltrecha en la capacidad de innovaci¨®n y de adaptaci¨®n del sistema democr¨¢tico a nuevas situaciones y problemas. Y no hay duda de que en nuestro pa¨ªs la reconstrucci¨®n de la credibilidad democr¨¢tica nos es m¨¢s necesaria que nunca.
es catedr¨¢tico de Teor¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Barcelona.
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