Los incre¨ªbles domingos de La 2
La segunda cadena de TVE ofrece en bandeja un buen men¨² cultural
El experimento resulta infalible. Despu¨¦s de un domingo enganchado a La 2, es posible que la red general de carreteras pierda domingueros, pero la humanidad gana sabios. Pruebe y ver¨¢.Cuando se levante el lunes y se mire al espejo, se sentir¨¢ una persona nueva, con el cabez¨®n de Isaac Asimov, que escribi¨® la monumental Cronolog¨ªa del mundo en la antesala de un dentista, y la fina sensibilidad del ornitorrinco, ese p¨¢jaro australiano que adorna sus nidos con p¨¦talos de orqu¨ªdea.
El asunto empieza al alba, con Euronews, que son unas noticias muy bien confeccionadas, muy bien perfumadas y con desodorante en los sobacos. Mientras se toma el caf¨¦ con croissant delante de la pantalla, uno tiene la sensaci¨®n de que justamente es, esto y a esta hora lo que hace los europeos ejemplares, desde Jacques Delors a la florista de Brujas. A continuaci¨®n, That's English. Imbuidos del esp¨ªritu de La 2, afrontamos el curso con la disposici¨®n de Kenneth Branagh frente al Hamlet. Nada de my taylor is rich. Nos sorprendemos a nosotros mismos murmurando, con un ojo en la pantalla y otro en el peri¨®dico reci¨¦n abierto: "Madness in great ones must not unwatched go" (la locura de los grandes no debe quedar sin vigilancia).
Tras la correspondiente sesi¨®n de m¨²sica cl¨¢sica, en Los conciertos de La 2, ya puestos en plan estupendo y sublime, nos disponemos a disfrutar de la santa misa. El pasado domingo se transmiti¨® desde Santa Mar¨ªa la Antigua, en Vic¨¢lvaro. La c¨¢mara enfocaba a los j¨®venes del coro y a uno le asalt¨® la nostalgia de la fe, aquellas ma?anas claras de monaguillo, cuando te levantabas sin resaca, con los t¨ªmpanos todav¨ªa no profanados por el ruido mix del s¨¢bado noche. La transmisi¨®n religiosa resulta, adem¨¢s, muy ilustrativa sociol¨®gicamente. A la vista del p¨²blico, en Espa?a s¨®lo las mujeres y los cipreses creen en Dios, aunque sean los hombres los que manden en la Iglesia. En la misa, dirigida por los misioneros del Verbo Divino, tiene una gran fuerza medi¨¢tica. Son muchos a?os de oficio. ?Qu¨¦ bien suena Isa¨ªas, el profeta, en televisi¨®n! "De las espadas forjar¨¢n arados".
La 2 ofreci¨® a continuaci¨®n una larga sesi¨®n deportiva, pero el estilo no desmereci¨®. En la escalada a Montjuic, el realizador iba alternando la bici de Chiapucchi con vistas de la Sagrada Familia de Gaud¨ª.
Todos esos amantes de la naturaleza que el domingo se dedican a destrozar los montes con sus todoterreno har¨ªan mejor en disfrutar de las siestas animales de La 2. Una maravilla. Pocas invenciones humanas pueden competir con el espect¨¢culo de dos monos babuinos despioj¨¢ndose amorosamente, con un fondo de m¨²sica de Vangelis. Pero la naturaleza, como los caballos en las pel¨ªculas de Ford, fue el cebo para la inmersi¨®n cultural que se avecinaba, un tratamiento de choque probablemente sin parang¨®n en la azarosa historia de la Ilustra ci¨®n espa?ola.
A lo largo de la tarde del domingo, el espectador va experimentando una metamorfosis cat¨®dica que lo transfigura en el pensador de Rodin con mostacho de Juan Cueto. La llamada caja tonta se convierte en una claraboya de la biblioteca de Oxford. A las seis de la tarde fuimos amablemente invitados a adentrarnos en el arte neocl¨¢sico; a las siete descubrimos que el esqueleto humano se compone de 206 huesos, a las ocho aprendimos a podar un rosal, a las nueve a empapelar una habitaci¨®n con el arte con que Christo, dos horas despu¨¦s, en Metr¨®polis, envolvi¨® el Reichtag. Y el concurso, el Lingo, es para acad¨¦micos populares de la lengua.
Y si hay noticias, ?qui¨¦n las presenta? Por supuesto, Fernando G. Delgado, premio Planeta de novela.
No me extra?a que algunos pol¨ªticos hablen de prescindir de la segunda cadena p¨²blica. Un adicto consecuente al domingo de La 2 s¨®lo dejar¨ªa la pantalla para votar si el esca?o se lo disputaran, por ejemplo, Fernando Savater y el director del Real Jard¨ªn Bot¨¢nico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.