La diplomacia paralela de San Egidio
La 'ONU del Trastevere' promueve el di¨¢logo entre religiones y busca la paz en guerras como la de Argelia
La plaza florentina de la Santa Croce era el pasado mi¨¦rcoles por la noche un multicolor mosaico religioso en el que el rojo de los cardenales cat¨®licos se concertaba con el negro de los barbudos ortodoxos el blanco de los imames o los sinto¨ªstas, el naranja de los lamas o el gris de los rabinos. Poco antes hab¨ªan rezado por separado en templos o lugares habilitados como tales, casi todos en las proximidades de la plaza de la catedral, tomada por las diversas confesiones cristianas, para unirse en una procesi¨®n iluminada por antorchas.Los diversos dignatarios religiosos proclamaron el Testimonio de Paz, que, entre otras cosas, ped¨ªa la eliminaci¨®n de 60 millones de minas y que el Norte dedique un 0,7% de su riqueza nacional al Sur; escucharon un mensaje especial de Juan Pablo II en el que destac¨® que "la energ¨ªa de la paz y la concordia que puede extraerse de las religiones es un tesoro precioso"; guardaron un minuto de silencio por las v¨ªctimas de todas las guerras; encendieron las m¨²ltiples velas de un candelabro que simbolizaba la paz; firmaron un solemne llamamiento por la paz, y se fundieron en inacabables abrazos, sin que faltara el de jud¨ªos y musulmanes.
Era el broche final a cuatro d¨ªas del di¨¢logo ecum¨¦nico entre religiones organizado por la Comunidad de San Egidio bajo el lema Tierras y Cielos de Paz, con la idea de tender puentes que en el futuro puedan ayudar a resolver conflictos concretos. En el acto solemne de Florencia destatcaba entre tanto h¨¢bito religioso el sobrio traje oscuro de un bar budo profesor de 45 a?os, casado y con hijos, fundador y presidente de esta comunidad laica surgida de las turbulencias del Sesenta y Ocho en un liceo burgu¨¦s de Roma. Andrea Riccardi destac¨® en su intervenci¨®n que "las religiones no quieren la gue rra", y que "s¨®lo la paz es santa, nunca la guerra".
Los miembros de la Comunidad de San Egidio (15.000 en todo el mundo, m¨¢s de 2.000 estos d¨ªas en Florencia) se han ocupado de una organizaci¨®n perfecta que ha incluido coloquios y discusiones sobre la carrera de armamentos o la situaci¨®n en Irlanda del Norte, Africa, los Balcanes y la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. Cada uno de los participantes ten¨ªa a su lado la presencia discreta de alguno de estos j¨®venes (es dif¨ªcil encontrar a quien pase de la cuarentena) que facilitaba contactos, organizaba entrevistas o sentaba a la misma mesa a te¨®ricos enemigos, forzados amistosamente a encontrar un lenguaje com¨²n.
Ah¨ª, y en el trabajo social o humanitario ejercido tanto en Italia como en numerosos pa¨ªses del Tercer Mundo, est¨¢ la clave de la diplomacia silenciosa o paralela que permiti¨® a la comunidad organizar las negociaciones entre Gobierno y oposici¨®n en Mozambique que hicieron posible el acuerdo de paz de 1992. Aunque fueron las dos rondas de di¨¢logo sobre Argelia organizadas en la sede de San Egidio, un antiguo convento situado en la plaza del mismo nombre, las que lanzaron definitivamente a la comunidad a una fama que la convirti¨® en seria candidata al premio Nobel de la Paz e hizo que se la bautizase como la ONU del Trast¨¦vere.
El resultado fue la firma, el pasado enero, del Contrato Nacional, suscrito por todos los grupos de oposici¨®n, incluso por los islamistas del FIS, y que lanzaba un llamamiento al r¨¦gimen para abrir una transici¨®n hacia elecciones libres y pluralistas.
Los dirigentes de San Egidio insisten en que este "trabajo por la paz" no contradice, sino que complementa, su objetivo inicial de "ser fieles al Evangelio y ocuparse de los m¨¢s pobres". En realidad, el trabajo social es el que ocupa a la mayor parte de los miembros de la comunidad, que tienen comedores para pobres en Roma y han editado una gu¨ªa para los indigentes de la ciudad. Una ayuda a los m¨¢s desfavorecidos que se extiende por Africa, Am¨¦rica Central, Vietnam, Armenia, L¨ªbano y hasta pa¨ªses del Primer Mundo, como Espa?a. En Barcelona hay unos 100 sanegidianos. Treinta de ellos estaban en Florencia.
Lo cierto es que Andrea Riccardi y los suyos han convertido una peque?a organizaci¨®n de caridad en una formidable fuerza diplom¨¢tica que se hace notar all¨ª donde la diplomacia tradicional no puede llegar. Con el Vaticano como apoyo no expreso, pero evidente. Y con precedentes de mediaci¨®n no convencional, como. la del Papa en el conflicto chileno-argentino sobre el canal de Beagle y la del cardenal filipino Jaime Sin para lograr en 1986 una transici¨®n pac¨ªfica de la dictadura de Marcos a la democracia encarnada por Coraz¨®n Aquino, presente por cierto en Florencia, al igual que el presidente polaco, Lech Walesa. Siempre con la idea de que la religi¨®n, las diferentes religiones, tantas veces convertidas en pretextos de guerra, desarrollen su esencia m¨¢s verdadera: trabajar por la paz.
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