Agua de la Fuenfr¨ªa
El arroyo de la Navezuela posee una de las m¨¢s hermosas cascadas de la sierra del Guadarrama
Las peores obras (sabido es) est¨¢n hechas con las mejores intenciones. El valle de la Fuenfr¨ªa, por ejemplo, es un lugar plet¨®rico de buenas intenciones. Hay un monumento espantoso de Pablo Maojo dedicado a los Primeros Caminantes de la Sierra del Guadarrama (pradera de Navarrulaque); hay un mirador consagrado a la memoria de Aleixandre y otro a la de Rosales; e incluso hay, desde el pasado julio, un reloj de sol bajo la advocaci¨®n de Camilo Jos¨¦ Cela.Hay inscripciones lapidarias por doquier: unas son l¨ªricas (Senda de los Poetas) y otras prosaicas (fuentes de Ant¨®n R. Velasco y de Fuenfr¨ªa); hay paneles informativos, carteles indicadores de calles y veredas, y una docena de senderos se?alizados con trazos de pintura de vistosos colores sobre los troncos de, los pinos. Definitivamente, si alguien se pierde, deber¨ªa consultar al oftalm¨®logo.
Ducha de los Alemanes: tal es el r¨®tulo que, labrado en un poste de madera sin desbastar, puede leerse en la curva que la carretera de la Rep¨²blica describe sobre el arroyo de la Navezuela. Ya ser¨ªa mala suerte que, estando los caminos obstruidos por un alud de inmejorables intenciones, esta obra de la Agencia del Medio Ambiente nos pasara inadvertida. Sobre todo porque, a un tiro de piedra de ella, se alza un monumento de verdad; ¨¦ste no cincelado por el hombre en piedra durable, sino por la naturaleza en agua corriente.
Para plantarse al pie de la cascada m¨¢s renombrada de la Fuenfr¨ªa (en realidad, la ¨²nica que merece ser nombrada), existen casi tantas opciones como senderos surcan el valle. La m¨¢s facilona (modelo llegar y besar el santo, digamos) consiste en subir en coche por la carretera M-9656 -de Cercedilla al sanatorio de La Fuenfr¨ªa- hasta el aparcamiento de Majavill¨¢n, remontar luego a pata un corto trecho de la calzada romana y, a la altura del chal¨¦ de Pe?alara, doblar a mano derecha por la pista forestal que se conoce como carretera de la Rep¨²blica. Quinientos metros m¨¢s adelante -un kil¨®metro y medio de caminata, en total-, er¨ªgense madero y letrero.
La opci¨®n b), dise?ada para quienes consideran el autom¨®vil la muerte a plazos, tiene salida en la estaci¨®n de Camorritos (l¨ªnea Cercedilla-Cotos), desde donde se trepa hacia el norte por la vereda de las Encinillas siguiendo las marcas rojas y blancas del sendero de gran recorrido GR-10. Tras reponer l¨ªquidos en la fuente de D¨ªaz Duque, que surte (cuando surte) en Navarrulaque, se tomar¨¢ a mano izquierda la carretera de la Rep¨²blica para alcanzar, en algo menos de una hora, la cascada de nuestros anhelos. Son seis kil¨®metros y pico, a los que habr¨¢ que a?adir otros tantos y pico para regresar por el fondo del valle a la estaci¨®n de Cercedilla.
Sea cual fuere la alternativa elegida, una vez personados junto al palo tallado por los artistas de la Agencia del Medio Ambiente, remontaremos brevemente el arroyo de la Navezuela por unos pelda?os -es de suponer que instalados por los mismos art¨ªfices- y... ah¨ª est¨¢ la Ducha de los Alemanes, con su chorro vertical de dos metros justos de altura, su caudal regulable seg¨²n la estaci¨®n del a?o y sus aguas siempre fr¨ªas como las entra?as de la tierra.
Se la denomina tambi¨¦n Salto del ?rbol Viejo, por los tejos que crecen a su vera. Mas ?a santo de qu¨¦ le viene aquel otro nombre a este brinco de agua?, se pregunta el visitante. Y la respuesta habitual es que fueron excursionistas germanos los pioneros de estos lugares, y acaso tambi¨¦n los primeros (?y los ¨²ltimos!) en aprovechar la g¨¦lida cascada para sus prop¨®sitos higi¨¦nicos. Pero, que nosotros sepamos, lo m¨¢s parecido a un alem¨¢n que anduvo por estos pagos en los albores del guadarramismo fue Eduardo Schmid, miembro de la Sociedad Pe?alara que se ocup¨® de trazar en 1926 la popular senda que a¨²n lleva a su gracia. Y era austriaco. Nombres, letreros, se?ales, inscripciones... ?Qu¨¦ importa toda esa basura cuando el que habla sin palabras es el rumor del agua?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.