Catalu?a abre

SE HA afirmado hasta la saciedad que las elecciones catalanas ser¨¢n unas primarias de las generales previstas para el primer trimestre del a?o pr¨®ximo. Tambi¨¦n se ha subrayado, y con raz¨®n, que ser¨¢ la primera ocasi¨®n en que unos comicios auton¨®micos se celebren en clave m¨¢s espa?ola que propiamente catalana. Las vacilaciones sobre la fecha de su convocatoria -antes o despu¨¦s de las generales- y el hecho de que coronen la etapa pol¨ªtica ya cerrada de apoyo de los nacionalistas catalanes al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez han contribuido a dar un sentido global espa?ol a esta elecci¨®n, en la que se juega el car¨¢cter y color del Gobierno de Catalu?a a partir del 20 de noviembre.El inicio de la campa?a electoral oficial, la pasada, madrugada, permite subrayar algo tan obvio, como necesario de recordar, y es que la finalidad primera de una convocatoria como ¨¦sta es que los ciudadanos de Catalu?a hagan balance de la acci¨®n del Gobierno y la oposici¨®n durante la pasada legislatura, conozcan los programas e intenciones de los candidatos para la pr¨®xima y voten luego en conciencia para expresar la voluntad popular. Los otros significados m¨²ltiples que tiene toda elecci¨®n, como an¨²cipo de conductas futuras o como s¨ªntoma de situaciones, pol¨ªticas m¨¢s generales, no deben hacer perder de vista que las campa?as electorales tienen que centrarse en el ¨¢mbito pol¨ªtico en que se realizan.

Adem¨¢s de motivos de l¨®gica elemental hay otras razones para desear que la campa?a electoral catalana trate fundamentalmente sobre el presente y el futuro de Catalu?a. No tiene nada que ver con la realidad ese an¨¢lisis tan en boga que centra todo el inter¨¦s de los ciudadanos en la gobernaci¨®n del Estado, como si fuera el ¨²nico ¨¢mbito donde se produjeran fen¨®menos indeseables que requieren su erradicaci¨®n y el ¨²nico lugar donde se juega el aut¨¦ntico poder pol¨ªtico. Ni una cosa ni la otra son ciertas.

Catalu?a no es un oasis en medio de un desierto espa?ol de corrupciones y mala gesti¨®n. La autonom¨ªa catalana tiene problemas muy serios e importantes que exigen un debate en la campa?a electoral. Sin ir m¨¢s lejos, y en relaci¨®n con la convergencia nominal que exige la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, hay que recordar que la deuda real de la autonom¨ªa catalana (suma de la deuda emitida m¨¢s el d¨¦ficit no financiado) es de 1,2 billones de pesetas. La eficacia de su Administraci¨®n, el control y utilizaci¨®n pol¨ªtica de sus medios de comunicaci¨®n p¨²blicos y de la publicidad institucional, el modelo de despliegue de la polic¨ªa auton¨®mica, la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica, los grandes proyectos de infraestructura cultural y, por supuesto, los nada infrecuentes casos de corrupci¨®n descubiertos en sectores importantes de la Administraci¨®n son cuestiones que han suscitado controversia en la ¨²ltima legislatura y que no pueden desaparecer de la campa?a, bajo pretexto de que los comicios catalanes son un mero ensayo para los partidos ante las elecciones generales de 1996.