?Rusia sin Yeltsin?
EL PRESIDENTE Yeltsin lleva m¨¢s de diez d¨ªas hospitalizado, en unas condiciones suficientemente ex tra?as para que Mosc¨² sea un hervidero de rumores y tensi¨®n. La televisi¨®n rusa emiti¨® ayer, por primera vez, unas im¨¢genes en las que el presidente aparece con rostro debilitado y evidentemente bajo efectos de medicaci¨®n. S¨®lo le visita regularmente el general Korchakov, jefe de su guardia personal y funcionario del KGB conocido por sus pocos escr¨²pulos y muchas ambiciones. Cu¨¢ndo su primer ayudante civil, Iliushin, pudo ver a Yeltsin por fin, y durante apenas diez minutos, dijo p¨²blicamente que "tiene mal aspecto", en lo que parece un mensaje para contrarrestar informaciones sobre una su puesta recuperaci¨®n.Independientemente de su estado real de salud y ,de si se recupera o no, crece la certeza de que la vida pol¨ªtica de Yeltsin se acerca a su fin. Muy significativo en esta situaci¨®n es que ha sido totalmente ignora da la disposici¨®n constitucional que establece que es el jefe del Gobierno, Chernomirdin, quien asume la jefatura del Estado en caso de enfermedad del titular. No ha sido as¨ª, y nadie ejerce hoy oficialmente las funciones de jefe del Estado ruso. En estas condiciones, y con unas elecciones legislativas previstas para diciembre, el vac¨ªo de poder empieza a ser alarmante. Muchos parecen estar aprovech¨¢ndolo para adelantar sus maniobras para conquistar parcelas de poder de forma anticonstitucional. Instituciones como la Junta Electoral intentan excluir a partidos democr¨¢ticos de la participaci¨®n en los comicios y, se multiplican los rumores sobre conspiraciones diversas mientras la m¨¢xima autoridad est¨¢ encerrada en una habitaci¨®n de hospital sin que nadie sepa a ciencia cierta su estado real.
En plena precampa?a, la Comisi¨®n Electoral ha excluido de la contienda a dos partidos relevantes. Por un lado, a Yabloko, partido dirigido por YavIinsk?, uno de los pocos que a¨²n defienden con firmeza la reforma democr¨¢tica. Y por otro, al partido nacionalista del general Rutsk¨®i, ex vicepresidente con Yeltsin que despu¨¦s se enfrent¨® a ¨¦ste. Todas estas maniobras han provocado la reacci¨®n en los medios reformistas, y Gaidar, antiguo jefe del Gobierno, el hombre que puso en marcha inicialmente la reforma econ¨®mica radical, ha anunciado que, si no se acepta al partido de Yavlinski, su formaci¨®n tambi¨¦n se retirar¨¢ de la campa?a.
Todo indica que algunos elementos duros aprovechan la, enfermedad de Yeltsin para manipular el proceso electoral. El partido Yabloko ha recurrido al Tribunal Supremo contra su exclusi¨®n, lo cual abre varias posibilidades. Una, que sea readmitido en la carrera. electoral; pero otra, mucho m¨¢s peligrosa, que, el examen del recurso facilite las maniobras que sin duda est¨¢n en marcha en diversos c¨ªrculos para aplazar o incluso anular las elecciones.
Si ¨¦stas se celebran, las ¨²ltimas previsiones apuntan cada vez con mayor ¨¦nfasis a un ¨¦xito importante del partido comunista, apoyado no s¨®lo por jubilados y gran parte del aparato del Estado en todo el pa¨ªs, sino tambi¨¦n por amplios sectores que se sienten perjudicados por las reformas.
Pero, al contrario que en Hungr¨ªa, Polonia o Bulgaria, donde los antiguos comunistas han cambiado, se autodenominan ya "socialdem¨®cratas" y sus j¨®venes l¨ªderes est¨¢n lejos de todo intento de restauraci¨®n comunista, en Rusia los comunistas conservan su nombre y, aunque anuncian una pol¨ªtica distinta a la del pasado, son esencialmente bolcheviques. Existen otras formaciones, como el Partido Agrario, con implantaci¨®n en algunas zonas rurales, con intenciones tambi¨¦n restauradoras. Y muy peligroso es el Congreso de las Comunidades Rusas (KRO), cuyo l¨ªder es el c¨¦lebre general Lebed, veterano de Afganist¨¢n y ex jefe del Ej¨¦rcito que dirigi¨® la lograda sublevaci¨®n de los rusohablantes del Transdniester en Moldavia.
Lebed, que reconoce su admiraci¨®n por Hitler y Stalin, es el l¨ªder m¨¢s popular hoy d¨ªa en Rusia. Un acuerdo de comunistas y agrarios con Lebed podr¨ªa llegar a dominar la Duma. (Parlamente) y hacer de este general, en las presidenciales de 1996, el favorito para ocupar la presidencia. Se perfila una coalici¨®n comunista-nacionalista y antioccidental que puede liquidar la reforma. No son s¨®lo los dem¨®cratas rusos los que deben estar alerta. Occidente debe ser consciente de que los peores escenarios imaginables podr¨ªan no estar lejos de cumplirse en Rusia.
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