El Madrid sale desquiciado de Sevilla
El Cala San Fernando complet¨® un gran partido ante el l¨ªder de la Liga ACB
Alexander Petrovic pens¨® en las v¨ªsperas que la misi¨®n consistir¨ªa en detener al Madrid en la frontera de los 80 puntos. El Caja San Fernando trabaj¨® en todo momento por cumplir la orden de su t¨¦cnico croata. En ataque, los sevillanos durmieron el bal¨®n hasta desquiciar al Madrid y en defensa contaron con la inspiraci¨®n de Warren Kidd, due?o de su propio aro e inquilino inc¨®modo del contrario. Kidd se las arregl¨® para eclipsar por completo el trabajo de recuperaci¨®n de Arlauckas. Captur¨® 19 rebotes, cinco en zona enemiga. El poder defensivo del Caja estaba asegurado. El p¨ªvot norteamericano puso candados bajo su canasta y oblig¨® a Arlauckas a buscar una zona en la que se hall¨® extra?o. Savic tuvo que asumir solo el arrastre de su equipo. Logr¨® 27 puntos, pero no dio cuerpo a ninguna clase de estrategia.El Caja est¨¢ sembrado. Su excelente posici¨®n en la Liga -es segundo, a una sola victoria del Real Madrid- se debe a la comuni¨®n sin excepciones que ha conseguido Petrovic. El croata es minucioso hasta en la teatralidad de los proleg¨®me nos. Obliga a sus jugadores a escenificar una pieza de la NBA. El jugador parte con la ventaja de la animaci¨®n y desde el primer segundo se a?ade el factor que ayer desequilibr¨® la contienda: al Caja San Fernando le sobr¨® atrevimiento. Anderson rige todo el destino de su equipo. Nunca completa una jugada sin asegurar un tiro sencillo. Primero cay¨® Ant¨²nez, completamente aturdido por la paciencia del peque?o base estadounidense. Obradovic sent¨® a Ant¨²nez y puso a Laso a correr detr¨¢s de Anderson. El Madrid sali¨® mejor parado de esta batalla. Laso logr¨® frenar la exhibici¨®n de Anderson y, sobre todo, le mantuvo ocupado muy lejos de la canasta. Al t¨¦rmino de la primera mitad, el prol¨ªfico base del Caja San Fernando se march¨® al vestuario con s¨®lo nueve puntos.
El partido fue de una intensidad alt¨ªsima. No hizo el Madrid un partido indiscreto. Ni mucho menos. Lo que ocurri¨® fue que encontr¨® delante a un rival sobrado de orgullo, que siempre fue por delante pero atacaba y defend¨ªa como si siempre hubiera ido por detr¨¢s El Caja fue celoso. Ni siquiera una m¨¢xima ventaja de 13 puntos a falta de diez minutos (64-51) trajo la relajaci¨®n al quinteto de Sevilla. Aunque la clave estuvo en la concentraci¨®n total, a la que concedi¨® un gran valor y a la que Petrovic apela como un poseso desde el banquillo. Quiz¨¢ fuera ese momento, con 64-51, el que m¨¢s indigest¨® a la formaci¨®n de Obradovic. Tres triples seguidos de Ra¨²l P¨¦rez abrieron la brecha m¨¢s c¨®moda. Dio la sensaci¨®n entonces de que el Madrid tiraba la toalla.
Al Madrid le sobr¨® indolencia. Estuvo demasiados minutos atascado en jugadas sin definici¨®n. Loncar goz¨® de demasiada confianza. Anduvo de paseo durante m¨¢s de 32 minutos. Logr¨® ocho puntos y nunca contribuy¨® a deshacer la conexi¨®n Anderson-Ra¨²l P¨¦rez, la m¨¢s engrasada del ataque local. El gran problema del Real Madrid estuvo en la defensa. Arlauckas sali¨® ileso en la estad¨ªstica porque al final firm¨® 18 puntos, pero su aportaci¨®n defensiva fue decepcionante. El pasillo m¨¢s ancho que encontr¨® Kidd fue por sus alrededores. Despu¨¦s, bajo el aro, Savic no supo tampoco detenerle. Kidd firm¨® el mejor partido desde que viste de verdirrojo.
El encuentro camin¨® por un sendero delicado a falta de cuatro minutos. Tres errores consecutivos en ataque del Caja favorecieron cierta ansiedad en los madridistas. Savic encontr¨® sus mejores momentos de. inspiraci¨®n bajo la canasta enemiga. No estaba Kidd para pararle. Un bloqueo ilegal cometido sobre Garc¨ªa Coll le pas¨® factura. Su tobillo le impidi¨® continuar. Savic, dado que Arlauckas ya le hab¨ªa tomado alg¨²n asco al partido, tom¨® toda la responsabilidad. El Madrid se acerc¨® a cinco puntos y gozo, de la posesi¨®n. Pero no hubo mayor suspense. Anderson volvi¨® a controlar el bal¨®n. Fue su due?o absoluto. En los ¨²ltimos seis ataques cajistas, el base consumi¨® la posesi¨®n hasta el l¨ªmite. Y, adem¨¢s, fueron jugadas que terminaban sumando para su equipo. Ant¨²nez, como todo su equipo, termin¨® desquiciado persiguiendo a Anderson por todo el parqu¨¦.
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