Teloneros
No est¨¢ en El Pr¨ªncipe, pero si Maquiavelo hubiera escrito su tratado en nuestros d¨ªas, no se hubiera olvidado de decir que el buen pr¨ªncipe es el que titula bien. Nuestro principito particular titula como los ¨¢ngeles. A la memoria acuden aut¨¦nticos hitos de encabezamiento de la informaci¨®n pol¨ªtica, como aquel de "son ellos los que tienen que abrir el baile", en referencia a la p¨¦rdida de mayor¨ªa absoluta por parte del PSOE y a la. imperiosa necesidad de buscar pareja para que el casqu¨¦ del tango gubernamental no resultara del todo rid¨ªculo.El princito sabe perfectamente cu¨¢ndo da titular y cu¨¢ndo no. Los periodistas que le siguen cada d¨ªa cuentan que una de sus expresiones favoritas es "hoy no habr¨¢ titular". Tales palabras suelen ten r un doble efecto en el s¨¦quito informativo: por un lado, son recibidas con la algarab¨ªa propia del timbre del recreo ("no hace falta que vaya al pr¨®ximo acto, no va a decir nada"); por el otro, introducen el temible horror vacui que el profesional aficionado al g¨¦nero declarativo resume en la pregunta: "?Y con qu¨¦ titulo yo?".
El viernes tocaba titular. Eso de que Gonz¨¢lez, Aznar y Anguita merodearan por la zona para apoyar a sus respectivos candidatos iba a robarle al principito la primera p¨¢gina. Habia, pues, que sacar algo bueno. Y sali¨® el magistral "teloneros": "Un candidato a la Generalitat", solt¨®, "no puede hacer de telonero de nadie".
Ahora bien, el ¨²nico inconveniente de los titulares es que no sabes nunca c¨®mo han quedado realmente hasta la ma?ana siguiente, dentro del contexto informativo general. Cuando un titular es capaz de provocar de inmediato el temible efecto bumer¨¢n, entonces malo. Y ah¨ª estaba Rafael Rib¨® al acecho: para "teloneros", el principito. "Lo es de Javier de la Rosa". Pum.
Cuentan que Churchill consigui¨® el efecto bumer¨¢n m¨¢s perfecto del que se conserva memoria. Una encendida diatriba de una diputada laborista en el Parlamento brit¨¢nico concluy¨® as¨ª: "Se?or Churchill, si yo fuera su mujer le pondr¨ªa veneno en el caf¨¦ de la ma?ana". A lo que el l¨ªder conservador, imperturbable, replic¨®: "Se?ora diputada, si yo fuera su marido me beber¨ªa ese caf¨¦". Pum.
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