El Madrid se desploma con estr¨¦pito
El Racing, con mucho coraje, s¨®lo tuvo que aprovechar sus oportunidades
Sin honor y con un juego p¨¦simo, el Real Madrid se fue a pique en Santander. Sobre el campo proyect¨® la crisis que ataca al, club. Fue un equipo debil¨ªsimo, sin car¨¢cter, con una tendencia autodestructiva que le llev¨® a entregar el partido al Racing, que s¨®lo esper¨® su momento para derribar a los madridistas. Cuando le lleg¨® la hora, marc¨® sus goles, los dos de cabeza, propiciados por errores defensivos del Madrid, Su partido fue sencillo: se agrupo atr¨¢s, gano por coraje todos los balones divididos y se lanz¨® al, contragolpe cuando pudo.El Madrid dimiti¨® de salida. Varios jugadores se eliminaron del partido, otros quedaron presos de sus limitaciones y el peque?o n¨²cleo de supervivientes fue incapaz de encontrar soluciones al juego, que no existi¨®. El desplome result¨® estrepitoso. El equipo se qued¨® en los huesos y s¨®lo Quique y Redondo tuvieron la entereza para levantar la bandera- en medio del' desastre.
-Blando y trist¨®n, el Madrid le hizo el partido al Racing, que jugo con intensidad y firmeza defensiva. El resto era cuesti¨®n de tiempo: llegar¨ªan los fallos defensivos, los balones. perdidos, la oportunidad del contragolpe. El partido result¨® finalmente de una monoton¨ªa insoportable. El Madrid iba mel¨¢ncolico hacia el campo del Racing, que apagaba con facilidad cualquier. conato de incendio. As¨ª hasta el final
Por razones muy diversas, y algunas incomprensibles, la mitad de la gente madridista se dio de baja..El primero fue Esn¨¢ider. Gast¨® la mayor parte del encuentro en quejas. Puso todas las caras posibles: ahora se -sent¨ªa frustrado, luego se desesperaba, m¨¢s tarde parec¨ªa incomprendido. Ese fue su lado esc¨¦nico. Como futbolista estuvo opaco, desinteresado por el juego y equivocado en casi todos los conceptos. Termin¨® de espaldas a la porter¨ªa, como esos delanteros ingleses de medio pelo, sin recursos para ganarse una jugada de m¨¦rito.
El desafecto de Esn¨¢ider por el partido fue clamoroso, pero muy cerca le anduvieron Amavisca, Ra¨²l, Luis Enrique y Rinc¨®n, que volvi¨® a fracasar. Desde la media punta, volvi¨® a, dar s¨ªntomas de apat¨ªa. Nunca encar¨®, nunca se march¨® de un defensa y su contribuci¨®n en el toque fue rutinario. S¨®lo en la segunda parte fue capaz de ofrecer un par de apuntes, pero el conjunto de su actuaci¨®n fue muy, decepcionante. Definitivamente es un jugador que no arregla ninguno de los problemas del Real Madrid, o acaso los incremente.
M¨¢s sorprendente, por negativa, fue la deserci¨®n de Ra¨²l, el ¨²nico jugador que pod¨ªa desequilibrar en la vanguardia madridista. Esta vez, Ra¨²l se fue del partido sin nada que decir, uno m¨¢s en la larga lista de desaparecidos.
Soler no se quit¨® del partido, pero su contribuci¨®n fue lamentable. Dotado como Villarroya, por decir uno de su clase, de la incontinencia por el bal¨®n, volvi¨® a producir una especie de efecto magn¨¦tico sobre la pelota, que se qued¨® imantada a sus pies. Corri¨® y descorri¨® Soler por la banda izquierda, todo atropello y confusi¨®n, ' hasta que. perd¨ªa la pelota y aquello se convert¨ªa en un contragolpe del Racing. Los equipos han descubierto sus carencias y ahora dejan a Soler libre- en la banda izquierda, preso de su af¨¢n intervencionista, convencidos de que all¨ª no va a . pasar nada, y si ocurre algo ser¨¢ favorable a los intereses de los rivales.
Uno por uno se borraron los madridistas. No ten¨ªan juego, ni oportunidades. En la primera parte no , produjeron un disparo a la porter¨ªa. Bien atr¨¢s, el Racing me t¨ªa la pierna, ganaba los balones divididos, sofocaba cualquier intento de aproximaci¨®n del Madrid y procuraba su progresiva, depresi¨®n. El gol de Alberto resumi¨® muy bien el estado de las, cosas. Esn¨¢ider perdi¨® la pelota al borde del ¨¢rea del Racing, se enganch¨® en una discusi¨®n con los centrales, acudi¨® Luis Enrique,. miraron todos y, mientras tanto, Popoy se lanzaba libre por la derecha. En la otra parte, Alberto esperaba el centro, que le lleg¨® muy franco. Cabezazo y gol.
El Madrid, que hab¨ªa dado signos de tristeza, se derrumb¨®. Volvi¨® a aparecer el equipo sensible a cualquier contrariedad, sin coraje para levantarse sobre la adversidad, S¨®lo Quique y Redondo tuvieron la verg¨¹enza para rebelarse contra una situaci¨®n que se hizo pat¨¦tica por momentos. El ejercicio de Quique fue admirable.. Pidi¨® la pelota, la gan¨® y la llev¨® hasta la porter¨ªa. Ceballos s¨®lo temi¨® al lateral derecho, que lleg¨® al ¨¢rea constantemente, lleno de decisi¨®n y car¨¢cter.
En el medio,, Redondo carg¨® como pudo con el juego y busc¨® todas las soluciones que evitaban sus compa?eros. Pero todo el voluntarismo de Quique y Redondo magnific¨® m¨¢s el hundimiento del resto del equipo, que nunca estuvo para ganar el partido e hizo todo lo posible por perderlo.
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