Barrios rigurosamente vigilados
El silencio se instala en el 'cintur¨®n verde' de Argel
El silencio se ha instalado en los suburbios de Argel. Las fuerzas policiales han establecido una estricta vigilancia sobre esa docena de barrios del este de la capital, que configuraban anta?o un cintur¨®n verde en el que se concentraban los sectores m¨¢s duros del movimiento integrista isl¨¢mico radical, dispuestos siempre a movilizar a la poblaci¨®n.
Un soldado -el pecho cubierto con un chaleco antibala y con el casco de acero colgando del cinto- apuntaba ayer con su arma a los usuarios de un autob¨²s de transporte p¨²blico, que fueron invitados a descender del veh¨ªculo para ser identificados. En la acera, los j¨®venes formaron en perfecta l¨ªnea recta, disciplinadamente, en silencio, mientras sosten¨ªan en la mano su tarjeta verde.
El resto del pasaje, la mayor¨ªa mujeres, ni?os o ancianos, permanec¨ªan sentados en el interior del autob¨²s, mirando por las ventanillas la escena o en el mejor de los casos, mostrando su indiferencia por una situaci¨®n que les empieza ya a ser muy familiar. Son conscientes de que la interrupci¨®n durar¨¢ s¨®lo algunos minutos y que, despu¨¦s el autob¨²s, renqueante y destartalado, continuar¨¢ su marcha hasta llegar a la plaza del mercado de Bacharrj.
Tri¨¢ngulo del miedo
Atr¨¢s ha quedado la alcald¨ªa de El Harrach, la antigua Maison Carr¨¦e de los franceses, uno de los epicentros m¨¢s importantes del movimiento integrista de la capital, donde el dirigente del Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n Abdelkader Hachani efectu¨® una de sus ¨²ltimas plegarias antes de ser detenido e ingresado en la prisi¨®n de Serkaji, en 1992 . En este mismo barrio, un comando integrista coloc¨® el pasado verano un coche bomba cerca de la sede de la Gendarmer¨ªa, pocos d¨ªas despu¨¦s de que otro artefacto hiciera saltar por los aires uno de los pilares del puente que comunica con otro suburbio verde, el de Gue Constantin.La campa?a de las elecciones presidenciales se detiene pr¨¢cticamente aqu¨ª, en estos barrios, con la ¨²nica excepci¨®n de algunas decenas de carteles del presidente Liam¨ªn Zerual, colocados muy altos y en lugares estrat¨¦gicos, donde nadie los pueda arrancar, muy cerca de los de Mahf¨¢ Nahn¨¢, el l¨ªder islamista del partido Ham¨¢s, que el otro d¨ªa os¨® visitar la zona con un cortejo de seguidores y periodistas.
El mismo silencio se palpa en los barrios de Leveylle, la Glaci¨¨re y la Monta?a, que configuran. el "tri¨¢ngulo del miedo", y en los que, algunas noches, ya bien entrado el toque de queda, suelen escucharse las r¨¢fagas de las armas de fuego o las explosiones de alg¨²n supuesto coche bomba. Las inscripciones han desaparecido pr¨¢cticamente de las paredes, gracias a la brocha oficial o a las inclemencias del tiempo, pero a pesar de ello a¨²n pueden, leerse, medio ocultos por las fotograf¨ªas de un candidato, los lemas de los radicales: "Continuaron la guerra santa hasta la muerte".
Los accesos al barrio de la Glaci¨¨re y de la Monta?a est¨¢n cortados al tr¨¢fico de los veh¨ªculos. Los vecinos o la Gendarmer¨ªa, no se sabe qui¨¦n, han colocado en medio del asfalto una monta?a de objetos en los que se mezclan los troncos de ¨¢rboles, trozos de chatarra y p¨²as de acero. El paso es pr¨¢cticamente imposible, de la misma a manera que es dif¨ªcil el acceso a las comisar¨ªas de polic¨ªa o, a los cuarteles de Gendarmer¨ªa de la zona, cercadas siempre por mojones de cemento que no cesan de crecer con el tiempo.
En los barrios del antiguo cintur¨®n verde de Argel se mezclan de manera desordenada las noticias con los rumores. Todo el mundo musita una supuesta amenaza de los grupos integristas radicales que ha conminado a la poblaci¨®n a permanecer en sus casas el d¨ªa de las elecciones. Algunos comerciantes poco escrupulosos han empezado a subir los precios de los alimentos y, seg¨²n aseguraba ayer la prensa de la capital argelina, en pocos d¨ªa las patatas han duplicado pr¨¢cticamente su precio. Se habla incluso de que va a escasear la gasolina o que el tr¨¢fico rodado se prohibir¨¢.
Pero nada de eso parece inquietar a los ni?os de los barrios, que contin¨²an jugando en las calles, o a las mujeres, con la cabeza cubierta, que caminan siempre bajo la mirada atenta de los soldados. Esto es Argel a s¨®lo cuatro d¨ªas de las elecciones presidenciales.
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