Emplazados
MONCHO ALPUENTE El cristian¨ªsimo alcalde de Madrid, que dios guarde muchos a?os, para su servicio que no el nuestro, tiene una veta bonapartista aunque no napole¨®nica, una veta heredada por v¨ªa del hermano Jos¨¦, el esp¨²reo Pepe Botella, al que sus nunca resignados s¨²bditos llamaban tambi¨¦n el rey Plazuelas por su afici¨®n a derribar conventos y abrir espacios. Por supuesto, nuestro p¨ªo alcalde nunca tocar¨ªa con la piqueta edificios consagrados al culto, antes bien es de los que piensa que faltan en la urbe lugares de edificaci¨®n, de ah¨ª que sostuviera con tanto ah¨ªnco la erecci¨®n de un monumento a la Virgen en el pagano parque del Retiro. Las plazas de nuestro alcalde Plazuelas son plazas de aparcamiento, plazas duras, desterradas y desarboladas, cobertura de nuevos estacionamiento ssubterr¨¢neos que proporcionan a sus mentores oportunidades de especular con el subsuelo, una vez que sobre el suelo ya se ha especulado todo lo posible.
Entre las nuevas iniciativas municipales de este cap¨ªtulo, el se?or alcalde ha auspiciado la demolici¨®n de un grupo de viviendas situadas entre las calles de Marqu¨¦s de Santa Ana y Jes¨²s del Valle, en el corazon sufriente del barrio de Malasa?a que arrastra tan desalmada denominaci¨®n por los muchos pecados que otros especuladores urdieron para echarlo por tierra. El Plan Malasa?a, as¨ª llamado por ser la calle de Manuela Malasa?a l¨ªmite de su campo de acci¨®n y devastaci¨®n, no pudo llevarse a cabo por la tozuda resistencia de sus vecinos, y los depredadores chasqueados optaron por asumir mayores dosis de paciencia. Si no. podemos tirarlo -se dijeron-, habr¨¢ que esperar a que se caiga solo. Y esperaron, pero parece ser que las vetustas viviendas del barrio, pese, a la desidia municipal y privada de muchos de sus caseros, tardan demasiado en hundirse y el Municipio tiene que echar una manita. La plaza proyectada en esta zona arramblar¨ªa con varias casas de sabor galdosiano, m¨¢s de una recientemente rehabilitada, y tambi¨¦n con alg¨²n que otro edificio nuevo. Por supuesto, los vecinos afectados por la remodelaci¨®n se oponen, y tambi¨¦n se oponen los vecinos de estos vecinos, te¨®ricamente beneficiados por la explanaci¨®n prevista, presuntos gozadores de la nueva y diminuta plaza, que han presentado escritos de alegaci¨®n contra el proyecto. Quiz¨¢ la ¨²nica vecina que no se oponga a este desplazamiento sea la concejala Esperanza Aguirre, inquilina del m¨¢s noble e intocable edificio de la humilde v¨ªa de Jes¨²s del Valle, que desde sus balcones gozar¨ªa tal vez de una erpectiva m¨¢s despejada, de m¨¢s espacio para pasear a su perro, en el caso de que lo tenga, y de mejor aparcamiento si lo necesitase.
Para informarse de los desmanos previstos por los urbanizadores municipales, los vecinos del barrio tuvieron que pasar por la carpa de la plaza de Col¨®n y afinar la vista sobre las nuevas cuadr¨ªculas del piano. Afortunadamente, uno de estos ciudadanos curiosos llev¨® la informaci¨®n a sus convecinos, que pronto empezaron a discurrir en asambleas y tertulias sobre los pros y los contras del nuevo descampado previsto. No hay mas que darse una vuelta por las plazas deMalasa?a para comprobar que sobran en n¨²mero y faltan de conservaci¨®n, higiene y cualquier tipo de servicios. Para los vecinos m¨¢s conservadores, las plazas del barrio s¨®lo sirven como centro de reuni¨®n de toxic¨®manos, alcoh¨®licos y ruidosos v¨¢ndalos, y como letrina p¨²blica de inocentes c¨¢nidos y desvergonzados hom¨ªnidos. Desde luego no hay muchos ni?os que las gocen, pues a los pocos infantes que a¨²n habitan en la zona sus progenitores procuran llevarles a espacios m¨¢s saludables y educativos o los dejan en casa enceporrados frente al televisor.
La plaza de Jes¨²s del Valle ser¨ªa un puro y simple disparate si no fuera por los posibles beneficios que generar¨ªa para los constructores y gestores de su aparcamiento. Por supuesto que en Malasa?a lo del aparcamiento est¨¢ imposible, pero tambi¨¦n es cierto que abundan los aparcamientos vac¨ªos en los alrededores, aparcamientos que casi nadie utiliza para ahorrarse el gasto, y se supone que las nuevas plazas no lo ser¨ªan de beneficencia. Hay vecinos que dicen haber detectado un fren¨¦tico incremento en los ¨²ltimos d¨ªas de las actividades de la gr¨²a municipal en la zona y lo interpretan como una coacci¨®n m¨¢s del Ayuntamiento para hacerles cambiar, de opini¨®n sobre la plaza. Otros vecinos a¨²n est¨¢n m¨¢s asustados, pues han empezado a recibir en sus buzones misteriosos anuncios de promociones de viviendas en las Chimbambas de Vallecas y en el barrio del Quinto Pino. Estos otros vecinos interpretan tales misivas como una sugerencia del Ayuntamiento para que se muden cuanto antes si no quieren ser v¨ªctimas de nuevas y gloriosas iniciativas municipales. Quiz¨¢ la construcci¨®n de un nuevo planetario, un polideportivo para deportes de invierno o un roc¨®dromo donde practicar el alpinismo.
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