Entre la prudencia y la impunidad
Oh gentilhombres, la vida es corta... Si vivimos, vivimos para marchar sobre la cabeza de los reyesEnrique IV, Shakespeare
Durante meses, Javier de la Rosa ha dejado huellas en los restaurantes de Barcelona -como el Reno, el Finisterre o su favorito, casa Isidro- y de Madrid -en el Jockey- o en sus charlas telef¨®nicas y encuentros. Estaba desilusionado.
Hab¨ªa apoyado generosamente a la Corona en el pasado, dec¨ªa y su "desmoralizaci¨®n" amenazante se deb¨ªa ¨¢ la falta de correspondencia del Monarca. Tanto en lo que se refer¨ªa a su entrada en la c¨¢rcel por los presuntos delitos cometidos en Grand Tibidabo como al tratamiento dado por el Rey a su esposa, Mercedes Misol, quien intent¨® ser recibida las pasadas Navidades. El jefe de la Casa del Rey, Fernando Almansa, se encarg¨® de gestionar el contacto y prometi¨® a la se?ora de De la Rosa que tendr¨ªa noticias suyas. La se?ora no las tuvo.
Dos periodistas han registrado testimonios en los que JR, como se le llama, mezclaba los negocios financieros con Prado y el Rey. Un tri¨¢ngulo.
Y aunque no tuviesen las cintas aportadas a la Fiscal¨ªa del Estado es seguro que brotar¨ªan gentes como hongos dispuestos a corroborar los hechos. Porque tambien lo han escuchado. "No habr¨¢ boda", refiri¨¦ndose a que si no se hac¨ªa lo que ¨¦l quer¨ªa (retirada de la demanda de KIO y de la querella en Espa?a) el esc¨¢ndalo impedir¨ªa el enlace de la infanta Elena. "Que abdique", en respuesta a que esa pod¨ªa ser una de las consecuencias de denunciar presuntas actividades de la Corona. Algunas de estas cosas las dijo JR a Sabino Fern¨¢ndez Campo.
Acorralado por los plazos de la demanda de KIO en Londres, el financiero hizo dos cosas: explic¨® el destino y los presuntos motivos que justificar¨ªan una parte de los 500 millones de d¨®lares (65.000 millones de pesetas de la ¨¦poca) que se le reclaman. Se trata, adem¨¢s de otros pagos a terceros, de los100 millones de d¨®lares (12.000 millones de pesetas) enviados por De la Rosa a las cuentas suizas de sociedades de Manuel Prado, su socio en los a?os 1990 y 1992. Lo siguiente fue definir el objeto de esas transferencias: financiar un "lobby pol¨ªtico que obtuvo de las altas instituciones espa?olas el apoyo del Estado de Kuwait en la guerra de liberaci¨®n de ese pa¨ªs", seg¨²n su respuesta a KIO.
JR, como se le llama, ha concretado parte de sus amenazas, de las cuales el pretexto de la guerra del Golfo era una pieza. Ya el 10 de octubre de 1990 fabric¨® y envi¨® ¨¢ KIO a trav¨¦s de Juan Jos¨¦ Folchi unas cartas falsificadas con la firma de Prado y el emblema de la Casa del Rey. En ellas agradec¨ªa el apoyo financiero de Kuwait a Espa?a en relaci¨®n con la citada guerra.
En esas cartas se insinuaba, que el dinero de los kuwait¨ªes hab¨ªa financiado un lobby. Por eso no ha sido una novedad la alegaci¨®n de JR en Londres. La coincidencia es crucial: el dinero fue para comprar el apoyo del Gobierno espa?ol, altas autoridades y partidos.
Por tanto, JR, ya en el plano legal, sin entrar en sus conversaciones de caf¨¦ con magnetof¨®n, ha esgrimido una raz¨®n de Estado para justificarla evaporaci¨®n de una parte sustancial de los 500 millones de d¨®lares. Fue esto lo que Folchi cont¨® a los kuwait¨ªes en noviembre de 1992 y a las autoridades espa?olas m¨¢s tarde.
Por tanto: alusiones directas a la Corona, una referencia al Estado espa?ol -la voluntad de ¨¦ste hab¨ªa sido "comprada" en la guerra del Golfo-, y tambi¨¦n amenazas reiteradas a denunciar pagos a partidos en su momento.
Con independencia de la relaci¨®n entre Prado y JR, parece evidente que la Fiscal¨ªa General del Estado no puede darse el lujo de cerrar este episodio en falso. Las palabras de JR est¨¢n en las cintas, pero tambi¨¦n en las radios. Por ejemplo: su intrigante referencia a su reuni¨®n con el Rey en el hotel Claridge de Londres, en la que se trataba de agradecer a los kuwait¨ªes sus contribuciones.
Es loable que todo el mundo intente poner un dique de contenci¨®n. Pero el fiscal Carlos Granados sabe que no es posible poner un signo igual entre prudencia e impunidad.
Anoche, Gonz¨¢lez y el Rey hablaron de estas cosas y del impacto internacional de unos hechos que a¨²n hoy, c¨ªnicamente, algunos insisten en presentar como la reyerta entre dos financieros.
En todo caso, que sea un juez el que investigue los delitos de esta historia.
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