Terceras primarias
Esto es como una fiebre intermitente, de ¨¦sas que ni matan al paciente ni le dejan vivir en paz. Y as¨ª, de primaria en primaria avanzamos raudos desvelando esc¨¢ndalos camino de las pr¨®ximas hasta la derrota final. Dios quiera que sea pronto.Comenzamos con las europeas, primer triunfo cantado del PP. Despu¨¦s las municipales y auton¨®micas; segundo triunfo. Ahora las catalanas. Que por fortuna han sido siempre eso (auton¨®micas y catalanas) hasta la actual invasi¨®n mesetaria del virus depurador. De modo que ayer los catalanes votaron qui¨¦n gobernar¨¢ la Generalitat los pr¨®ximos cuatro a?os pero, de paso, y como quien no quiere la cosa, si Pujol seguir¨¢ siendo el ¨¢rbitro de la pol¨ªtica nacional y si el PP tiene posibilidades de obtener mayor¨ªa absoluta en marzo. As¨ª pues, auton¨®micas dobladas de legislativas para CiU y el PSC y legislativas dobladas de auton¨®micas para el PP o el PSOE.
Como siempre todo el mundo ha ganado, bien porque lo han hecho o porque han perdido menos de lo que esperaban. Entre los ¨²ltimos destaca el PSC, que obtuvo un 27,5% en las auton¨®micas de 1992, fue el m¨¢s votado en las municipales de mayo pasado (con el 3,3%, y desciende ahora a un 25% aproximadamente (son datos a¨²n provisionales). As¨ª pues, tercer batacazo. Ello era inevitable y el mediocre resultado de Nadal debe atribuirse tanto a la de sorientaci¨®n del PSC (atrapado en una pinza imposible) y a los esc¨¢ndalos que atenazan a Ferraz como a su personalidad. Para el PSOE arropar a un candidato local desde Madrid es el abrazo del oso.
Por el contrario, el PP parece haber sacado partido a su estrategia de recuperaci¨®n del "catalanismo hist¨®rico" y ello a pesar de seguir siendo el partido m¨¢s rechazado, Si en 1992 obtuvo s¨®lo el 6% de los votos, en las municipales de mayo pasado obtuvo ya el 12,3%, y en ¨¦stas m¨¢s de un 13%, doblando sus esca?os, adelantando a Esquerra y a menos de 12 puntos de los socialistas. Una progresi¨®n que pocos esperaban. Con todo, cabe dudar si en unas generales estos resultados ser¨ªan. suficientes para alcanzar la por ahora imbatida barrera de la mayor¨ªa absoluta, meta para la que necesitan arrancar votos all¨ª dondeno los tienen, y Catalu?a (y Andaluc¨ªa) son sin duda sus terrenos de caza.
El ganador es, a pesar de todo, Jordi Pujol, que paga no obstante su cuota parte de la colaboraci¨®n con el PSOE. CiU sac¨® el 46,2% en las auton¨®micas de 1992; descendi¨® al 30% en las municipales de mayo pasado pero ha vuelto a subir por encima del 40% ayer, obteniendo su quinto triunfo pero perdiendo la joya de la corona. El gran enigma (y vaya si lo es, con doble trampa de tiempo incluida) es con qui¨¦n gobernar¨¢. No es lo mismo comprar votos que venderlos.
Por supuesto, proyectar estos datos sobre unas genera les ser¨ªa falsear la realidad, pues las elecciones de ayer fue ron primarias s¨®lo muy parcialmente. Catalu?a tiene una poderosa din¨¢mica pol¨ªtica propia en absoluto subsumible bajo los par¨¢metros de la pol¨ªtica nacional. No s¨®lo prima m¨¢s el seny que la rauxa, sino que los catalanes votan de modo muy distinto seg¨²n el tipo de comicio de modo que, si en alguna comunidad cuenta la pol¨ªtica "local", es en Catalu?a.
Ello simplemente porque no es "local" sino claramente "nacional" en el doble sentido de la palabra. Y ¨¦se es el gran activo que ha sostenido la ca¨ªda de Pujol: el poderoso liderazgo pol¨ªtico que ha sabido imprimir a la presidencia de la Generalitat como elemento de conformaci¨®n de una comunidad nacional catalana, hasta el punto de haberse transformado por ello en ¨¢rbitro de la pol¨ªtica nacional espa?ola. El resultado (pero tambi¨¦n la causa) es que Catalu?a es hoy una de las regiones m¨¢s pr¨®speras de Europa, con una s¨®lida sociedad civil, una econom¨ªa variada y firme, una elite intelectual rica y tolerante y una alta calidad de vida. Era l¨®gico que los catalanes revalidaran su confianza en el Honorable, olvidaran su devaneos con el PSOE o con "empresarios ejemplares" aceptando su llamada al sosiego. Por cierto, una hermosa palabra para final de campa?a.
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