Breve biograf¨ªa de un dictador
Cuando se sublev¨® el 18 de julio de 1936, el general Franco, nacido en El Ferrol el 4 de diciembre de 1892 en una familia de marinos de clase media, ten¨ªa 43 a?os y era sin duda uno de los militares m¨¢s prestigiosos del Ej¨¦rcito espa?ol. Su carrera militar, despu¨¦s de terminar sus estudios en la Academia de Infanter¨ªa de Toledo en 1910, hab¨ªa sido r¨¢pida y brillante. Salvo por alguna interrupcion, permaneci¨® en ?frica de 1912 a 1926 y ascendi¨® vertiginosamente por m¨¦ritos de guerra: en 1923 lleg¨® a la jefatura de la Legi¨®n; en 1926 con 33 a?os, era ya general. Dos a?os despu¨¦s se le nombr¨® director de la reci¨¦n creada Academia General Militar de Zaragoza. Bajo la II Rep¨²blica, ascendi¨® a general de divisi¨®n en 1934, fue comandante en jefe del Ej¨¦rcito de Marruecos en 1935, jefe del Estado Mayor Central hasta febrero de l936 y, desde la primavera de ese a?o, comandante militar de Canarias, cargo que ostentaba cuando se puso al frente del movimiento militar contra la Rep¨²blica, que desencaden¨® la guerra civil.En otras palabras, Franco fue b¨¢sicamente un militar, un africanista de la generaci¨®n militar de 1915, convencido como tal de que el Ej¨¦rcito era la "columna vertebral" de la patria y la garant¨ªa de la unidad nacional; un militar que ve¨ªa en los principios de orden, unidad y autoridad la encarnaci¨®n del patriotismo, que pensaba que el liberalismo y la Monarqu¨ªa parlamentaria de 1876 hab¨ªan sido responsables de la derrota del 98 y de la decadencia espa?ola, que recibi¨® con satisfacci¨®n la dictadura de Primo de Rivera y que, aunque sirvi¨® bajo ella, identificaba la II Rep¨²blica con anarqu¨ªa, divisi¨®n nacional, agresiones al Ej¨¦rcito e infiltraci¨®n comunista. En 1936, defin¨ªan ya el car¨¢cter de Franco rasgos que ser¨ªan permanentes: era fr¨ªo, distante, reservado, desconfiado y cauteloso, muy peque?o de estatura, mal orador (su voz era d¨¦bil y atiplada), de cuerpo menudo que empezaba a mostrar cierta tendencia a la obesidad: "S¨®lo los ojos", dir¨ªa don Juan en 1948, "revelaban vida y astucia".
En la guerra civil, Franco fue un estratega prudente y conservador, preocupado por la territorialidad y la log¨ªstica, y muy poco proclive al tipo de guerra mecanizada, imaginativa y r¨¢pida que favorec¨ªa el pensamiento militar m¨¢s moderno. Sus mayores aciertos fueron llevar la guerra al norte, la contraofensiva d e Brunete, la campa?a de Santander, Teruel y el avance por el Ebro hacia el mar y las operaciones finales, ya en 1939, sobre Catalu?a; sus errores, intentar tomar Madrid por el sur en 1936, la campa?a del Maestrazgo y su respuesta -guerra de desgaste frontal- al contraataque republicano en el Ebro en 1938. Gan¨® por la fuerte unidad pol¨ªtica y militar de la Espa?a "nacional" por la alta moral de sus tropas, por la calidad y oportunidad del, apoyo alem¨¢n e, italiano y por los tr¨¢gicos errores de la Rep¨²blica (ineficacia, divisi¨®n pol¨ªtica y miIitar, incompetencia). Anticomunista y conservador, progresivamente religioso (algo que no hab¨ªa sido en su juventud) y cada vez m¨¢s obsesionado por la masoner¨ªa, Franco, que tard¨® bastante en incorporarse a la conspiraci¨®n militar contra la Rep¨²blica, no ten¨ªa ni proyecto de Estado ni planes de gobierno estructurados y perfilados cuando el 1 de octubre de 1936 asumi¨® el poder pol¨ªtico y militar de la Espa?a sublevada por decisi¨®n de sus compa?eros de armas. Pensaba en una dictadura militar m¨¢s o menos larga basada en su jefatura personal -que, envanecido por su victoria en la guerra, muy pronto comenz¨® a considerar vitalicia-, en un r¨¦gimen autoritario y unitario sin autonom¨ªas regionales, ni partidos pol¨ªticos, ni sindicatos de clase, un r¨¦gimen militar "espa?ol y cat¨®lico".
Desde aquel 1 de octubre de 1936 dej¨®, en todo caso, pocas dudas sobre su determinaci¨®n a asumir la total y exclusiva responsabilidad del mando, toler¨® y estimul¨® un estilo caudillista de gobierno que imitaba los de Hitler y Mussolini -que deriv¨® hacia un abusivo culto a la personalidad que dur¨® hasta su muerte-, rechaz¨® pronto la idea de restauraci¨®n de la Monarqu¨ªa, habl¨® (1941) de instaurar un nuevo tipo de r¨¦gimen y acept¨®, como fundamento de ¨¦ste, la idea de formar un movimiento en el que se integraran todas, las fuerzas (mon¨¢rquicos, falangistas, cat¨®licos, tradicionalisfas) que se, hab¨ªan sumado al 18 de julio.
Con la unificaci¨®n pol¨ªtica (abril de 1937) qued¨® configurado el franquismo: una amalgama de ideas totalitarias y corporativistas (democracia org¨¢nica, sindicatos verticales) y concepciones conservadoras y cat¨®licas; un r¨¦gimen de poder personal que concentr¨® toda la capacidad ejecutiva y la legislativa en Franco, r¨¦gimen autoritario, antidemocr¨¢tico, represivo (300.000 encarcelados y unos ?60.,000? ejecutados entre 1939 y 1945; ¨²ltimas ejecuciones, el 27 de septiembre d¨¦ 1975), que se defini¨® desde 1958 como una Monarqu¨ªa cat¨®lica, social y representativa, y cuya legitimaci¨®n se bas¨® en su origen y en la apelaci¨®n a la victoria en la guerra civil, no en la opini¨®n de los espa?oles expresada en las urnas. Franco crey¨® siempre en la virtualidad de su r¨¦gimen y en la legitimidad del 18 de julio. Detest¨® los partidos pol¨ªticos y la democracia liberal. Pens¨® hasta el final de sus d¨ªas que Espa?a necesitaba unidad, orden y estabilidad. Atribu¨ªa pluralismo y conflictividad a la "subversi¨®n", y el rechazo internacional de su r¨¦gimen, a la acci¨®n del comunismo y de la masoner¨ªa.
La pol¨ªtica de Franco se resumi¨® en lo que Carrero Blanco le sugiri¨® en 1945: orden, unidad y aguantar, prop¨®sito para el que sirvieron id¨®neamente su habilidad y astucia, su prudencia y su sentido de la inercia, que le hac¨ªan alargar y dilatar deliberadamente la toma de decisiones a fin de evitar actuaciones precipitadas e improvisadas, y de forma que el propio paso del tiempo facilitase la soluci¨®n de las cosas (como ocurri¨®, por ejemplo, en 1945 cuando pudo pensarse que terminada la II Guerra Mundial, la comunidad internacional forzar¨ªa la ca¨ªda del r¨¦gimen espa?ol). La misma evoluci¨®n institucional del r¨¦gimen fue lent¨ªsima: no hubo Ley Org¨¢nica del Estado hasta 1966, ni sucesor hasta 1969. La inercia de Franco cumpl¨ªa, adem¨¢s, una funci¨®n esencial: reforzar su papel como ¨¢rbitro y pieza central de la estructura de poder de la dictadura.
Por todo ello, Franco pudo proceder a cambios esenciales en la evolui¨®n y significaci¨®n de sus gobiernos. Su r¨¦gimen fue un r¨¦gimen totalitario y filofascista hasta 1945, aunque Espa?a no entr¨® en la II Guerra Mundial, salvo contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y mantuvo una ambigua y contradictoria neutralidad respecto de los aliados occidentales; tuvo una significaci¨®n cat¨®lica, anticomunista y prooccidental desde 1945 y opt¨® por una filosof¨ªa tecnocr¨¢tica y desarrollista -en contradicci¨®n con las ilusiones aut¨¢rquicas de la posguerra- desde los a?os 1957-1959. Franco presidi¨® la transformacion econ¨®mica y social que hizo de Espa?a un pa¨ªs industrial y en v¨ªas de desarrollo. Sin embargo, la pol¨ªtica econ¨®mica aut¨¢rquica y proteccionista que su r¨¦gimen sigui¨® por razones ideol¨®gicas hasta 1951-1957, retras¨® considerablemente el desarrollo de la econom¨ªa y tuvo costes econ¨®micos y sociales elevad¨ªsimos para la sociedad espa?ola. Aunque desde 1939 se hicieron esfuerzos considerables (INI, Renfe, Seat, viviendas), en 1960 Espa?a segu¨ªa a¨²n sumida en el atraso y el subdesarrollo: era, con Portugal y Grecia, uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de Europa. Espa?a cambi¨® s¨®lo desde la d¨¦cada de 1960, luego que el franquismo rectificase toda su pol¨ªtica econ¨®mica anterior, que hab¨ªa llevado al pa¨ªs al borde de la bancarrota. El desarrollo de los sesenta tuvo, adem¨¢s, graves contrapartidas: fuertes desequilibrios regionales, estancamiento del campo, emigraci¨®n de dos millones de espa?oles a Europa, alta inflaci¨®n, insuficientes prestaciones, sociales, horrores urban¨ªsticos y aun otros.
La dictadura de Franco, con todo, pudo ver en el desarrollo la legitimaci¨®n del 18 de julio. En 1964, el r¨¦gimen, al que hab¨ªan terminado por acomodarse amplios sectores de la sociedad espa?ola, celebr¨®los "25 a?os de paz": Franco hab¨ªa acabado por creer en el mito de su mesianismo que hab¨ªa creado la propaganda oficial. Justo entonces, sin embargo, se hicieron visibles sus limitaciones como gobernante y, en especial, su incapacidad pata evolucionar a tiempo y adecuar las instituciones de su r¨¦gimen a los cambios de la sociedad. Enfrentada a una creciente conflictividad -laboral, universitaria, vasca y eclesial-, la diactadura no, tuvo m¨¢s respuesta que la represi¨®n (puesta de manifiesto en el juicio de Burgos de 1970 contra ETA y en las ejecuciones de 1975) y unos cambios tard¨ªos, contradictorios y cosm¨¦ticos. Lejos de estar todo "atado y bien atado", desde l969 el r¨¦gimen de Franco naufrag¨® entre el inmovilismo y la apertura, bajo la autoridad de un caudillo ya anciano y debilitado por el Parkinson, y sobr¨® cuyas decisiones influ¨ªan ahora, y a veces decisivamente, las personas de su entorno familiar, un r¨¦gimen incapaz en todo caso de garantizar su propia continuidad institucional, en la que Franco siempre hab¨ªa cre¨ªdo. Franco muri¨® el 20 de noviembre de 1975, tras una larga y dolorosa agon¨ªa. El franquismo muri¨® con ¨¦l: porque la sociedad espa?ola hab¨ªa cambiado desde 1960 y porque aquel r¨¦gimen careci¨® siempre de legitimidad democr¨¢tica.
Casado en 1923 con Carmen Polo, con quien tuvo una sola hija, instalado desde 1939 en el palacio de El Pardo, su vida privada fue la historia de un desolador prosa¨ªsmo.
No fumaba ni beb¨ªa, su conversaci¨®n favorita eran los recuerdos de ?frica y de la guerra civil, le gustaban la caza y la pesca, jugar con algunos compa?eros de armas a las cartas y ver cine y f¨²tbol en la televisi¨®n. Nunca presumi¨® de lector. Pem¨¢n observ¨® que en los discursos de Franco nunca se desliz¨® "ni una gota de literatura, ni una cita de un autor, ni u?a met¨¢fora, ni un tropo, ni un latiguillo". Franco desconfiaba de la vida intelectual, que asociaba con pesimismo y cr¨ªtica, y ten¨ªa a los intelectuales por gentes envanecidas e irresponsables. Pintaba temas de caza, naturalezas muertas, ¨¢guilas, perros: pintura de calendario decididamente horrenda. Escribi¨® -res libros: Diario de una bandera (1922), una breve y escueta descripci¨®n de las acciones de una bandera de la Legi¨®n en el norte de ?frica; Raza (1940), un melodrama sentimental y patri¨®tico, un folletin con vidas y muertes heroicas, arrepentimientos imposibles y escenas pat¨¦ticas, la historia de una familia militar ennoblecida -trasunto de la que Franco hubiera deseado tener-, una exaltaci¨®n pueril y ucursilada del hero¨ªsmo, religiosidad y patri¨®tismo de sus miembros; y Masoner¨ªa (1952), una antolog¨ªa de art¨ªculos con la tesis de que la historia mundial de los dos ¨²ltimos siglos no era sino el resultado de una gigantesca conspiracion mas¨®nica de la que s¨®lo ¨¦l (Franco) se hab¨ªa apercibido.
Tales eran el horizonte y talante intelectuales del hombre -el caudillo- que rigi¨® la historia espa?ola entre 1939 y 1.975. Franc¨® no fue, en palabras de Santos Juli¨¢, una necesidad hist¨®rica, algo inevitable en la historia de Espa?a. Pero su r¨¦gimen dist¨® mucho de ser un par¨¦ntesis en esa historia: fue, como dijera en su d¨ªa Ignacio Sotelo, una ruptura decisiva de la misma. El franquismo fue en buena medida la cristalizaci¨®n pol¨ªtica de una Espa?a real, protagonista de buena parte de aquella historia, la Espa?a de clase media urbana y rural y conciencia cat¨®lica, la Espa?a del orden y la familia tradicional, la encarnaci¨®n de lo que Dionisio Ridruejo llam¨®, tomando una expresion machadiana, "el macizo de la raza".
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