Adi¨®s a Walesa
ALEMANDER KWASNIEWSKI, el candidato del Partido Socialdem¨®crata, emanado del desaparecido partido comunista, es el nuevo jefe del Estado de Polonia, tras vencer nada menos que al legendario h¨¦roe de la revoluci¨®n anticomunista polaca, Lech Walesa. Pese a los recelos de muchos conciudadanos hacia el partido. de Kwasniewski, al masivo apoyo de la Iglesia a Walesa y a la estrategia de ¨¦ste de presentar a su adversario como poco menos que un Stalin redivivo, una mayor¨ªa ha elegido la moderaci¨®n de Kwasniewski frente al mensaje divisorio y anacr¨®nicamente anticomunista de Walesa.Quienes vean en el resultado un retorno del comunismo y un peligro para la democracia albergan temores infundados. Kwasniewski es un joven moderado cuya ruptura con la ideolog¨ªa comunista y adhesi¨®n a la democria y a la econom¨ªa libre es tan indudable como, por ejemplo, la del primer ministro h¨²ngaro, Gyula Hom. Tanto uno como el otro son hombres que colaboraron desde dentro a desmantelar pac¨ªficamente el r¨¦gimen que sab¨ªan acabado.
Los sondeos daban, a Walesa como vencedor. Es a¨²n dif¨ªcil para los encuestados polacos reconocer que votar¨¢n a un ex comunista y contra Walesa. Pero al votar, una mayor¨ªa ha demostrado estar agotada del autoritarismo y la egolatr¨ªa de Walesa. Y el fracaso del apoyo inequ¨ªvoco de la Iglesia polaca revela que ¨¦sta ha perdido considerable influencia en la sociedad. Los polacos se identificaron con la Iglesia como instituci¨®n nacional contra el r¨¦gimen comunista, como hicieron para, defender su identidad bajo otros invasores antes. Pero, seg¨²n madura la democracia, Polonia se desarrolla hacia una sociedad compleja y laica como las occidentales.
De hecho, muchos polacos han visto en Walesa un peligro m¨¢s cierto para la democracia que en Kwasniewski, Los continuos forcejeos de Walesa con las instituciones que no le complac¨ªan, sus amenazas de disolver el Parlamento en cuanto ¨¦ste aprobaba una ley que le disgustaba y sus notorias tentaciones de acumular competencias le hicieron sospechoso de aspirar a un r¨¦gimen personal, en el que las instituciones volvieran a jugar un papel marginal.
Ahora, el nuevo presidente, Kwasniewski, deber¨¢ despejar, por su parte y con rapidez, las dudas que la mitad de la sociedad polaca tiene respecto a ¨¦l. Defender la pluralidad y el Estado laico frente a las seguras presiones de la Iglesia, pero tambi¨¦n hacerse aliados para reafirmar la v¨ªa econ¨®mica que est¨¢ transformando Polonia y reforzar las relaciones con la Uni¨®n Europea. Las medidas econ¨®micas que habr¨¢ de apoyar decepcionar¨¢n a muchos de sus votantes, pero son tan necesarias como ayer. Y deber¨¢ vigilar con celo que su victoria no la interpretan como propia algunos aparatchiks comunistas para su propio provecho. En ello le va la credibilidad. Y posiblemente ten ga que hacer frente a ofensivas extraelectorales de su antecesor. Porque si algo no sabe hacer Walesa -lo reconoce ¨¦l mismo- es perder.
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