La paz de Dayton
FINALMENTE HUBO acuerdo de paz para los Balcanes en una mesa negociadora tan lejana del escenario b¨¦lico como es la de Dayton, en el Estado norteamericano de Ohio. Los presidentes de la nueva, Yugoslavia (Serbia y Montenegro), Slobodan Milosevic; de Croacia, Franjo Tudjman, y de Bosnia-Herzegovna, Alia Izetbegovic, rubricaron anoche un acuerdo despu¨¦s de muchas horas de zozobra en las que se rumore¨® el fracaso total de la negociaci¨®n.Mapas y cuestiones constitucionales, ambos aspectos complej¨ªsimos, parecen gozar finalmente de consenso suficiente para la firma del acuerdo.Las presiones masivas y amenazas o chantajes por parte de los mediadores han sido muy probablemente necesarios para que Serbia, Croacia y Bosnia-Herzegovina aceptaran lo que todos consideran un mal menor. El acuerdo consagra la existencia de una Bosnia unida y soberana en sus fronteras internacionalmente reconocidas. Sarajevo ser¨¢ reunificada y tendr¨¢ instituciones comunes como la presidencia, el Gobierno; el Parlamento, y el Tribunal Constitucional. Esas instituciones, constituidas tras unas elecciones democr¨¢ticas celebradas en todo el territorio bajo supervisi¨®n internacional, se encargar¨¢n de la pol¨ªtica exterior, la defensa, la moneda y la ciudadan¨ªa, los principales atributos de la soberan¨ªa.
Pero nadie debe precipitarse a pensar que, ayer concluy¨® el m¨¢s sangriento conflicto b¨¦lico habido en Europa desde la II Guerra Mundial. Como nadie debiera a estas alturas creer que lo establecido en un papel suscrito por tres l¨ªderes balc¨¢nicos en guerra tiene m¨¢s v¨¢lidez que la que recomienda la coyuntura. M¨¢s de 250.000 muertos, tres millones de desplazados y refugiados regiones enteras devastadas y una acumulaci¨®n de odio, obsesi¨®n por la revancha, rencor hacia Occidente y desprecio a sus principios son el tr¨¢gico y l¨®gico balance de cuatro a?os de esta guerra.
Pero la paz -si llega- tampoco ser¨¢ tan justa como Dayton sugiere. Bosnia-Herzegovina, un Estado miembro de las Naciones Unidas, ser¨¢ dividido en dos entidades c¨®mo resultado de la agresi¨®n armada de otra naci¨®n. La ambig¨¹edad de este nuevo, concepto de entidades, inventado por la comunidad internacional para parchear situaciones sin soluci¨®n inmediata, sea en Palestina o en los Balcanes, es soportable ante la certeza general de que la otra alternativa acarrear¨ªa m¨¢s, guerra y muerte.
No se deber¨ªa sobrevalorar, por tanto, lo que es sin duda un ¨¦xito de la diplomacia y la resoluci¨®n -tardia, eso s¨ª- de Washington y del recurso -tard¨ªo tambi¨¦n- a la, intervenci¨®n de la OTAN contra las fuerzas serbias. Es muy probable que, al menos alguno de los contendientes albergue esperanzas e intenciones de mejorar en su favor mapas y posiciones frente al vecino y enemigo cuando crea llegado el momento y se sienta con fuerzas para, hacerlo.
Pese a todo, el avance es significativo, Tan s¨®lo la posibilidad de un periodo m¨¢s o menos largo de no beligerancia conlleva la esperanza de que la vida cotidiana, la paulatina. convergencia de intereses entre vecinos hoy separados por el frente y el factor humano -esas relaciones que no se han roto pese a todo el horror- recompongan los vasos comunicantes entre las partes hoy enfrentadas, pero con experiencia y necesidad de convivir en aquella regi¨®n. De garantizar la puesta en pr¨¢ctica del acuerdo se encargar¨¢ una fuerza internacional, bajo liderazgo norteamericano, con "una misi¨®n clara y limitada". Pero CIinton debe ser capaz ahora de imponer al Congreso, la presencia de tropas norteamericanas sobre el terreno. Si no, el acuerdo podr¨ªa darse ya por muerto.
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