La carrera un cI¨¢sico
Louis Malle hab¨ªa nacido en 1932, hijo de una familia muy rica -accionistas de una gran compa?¨ªa petrol¨ªfera- y liberal conservadora. Antes de realizar su primer filme, trabaj¨® como ayudante de realizaci¨®n del austero Robert Bresson, del que reconoc¨ªa haber aprendido la necesidad de ser riguroso a la hora de componer una imagen. En 1956 debuta como codirector de El mundo del silencio, un documental sobre el universo submarino que fue galardonado en Cannes. Ya en solitario, en 1957, con la ayuda de Maurice Ronet y Jeanne Moreau, puso en pie Ascensor para el cadalso, un thriller con m¨²sica de Miles Davis. Luego hizo un sensual elogio del adulterio en Les amants (Los amantes, 1958), una cinta que la censura espa?ola prohibi¨® tajantemente. Zazie dans le metro (Zazie en el metro, 1961) nos descubri¨® a Noiret, a los travestidos como actores y a una ni?a de lengua afilad¨ªsima, la que hab¨ªa imaginado Queneau. Viva Mar¨ªa (1966), con Moreau y Bardot, supuso su primer intento de gran espect¨¢culo y de aceptaci¨®n de las leyes de la industria.Disgustado ante el resultado de ?Viva Marial, Malle se retira durante un tiempo a la India, de donde saldr¨¢ su mod¨¦lico y militante documental Calcutta, una denuncia de las miserias causadas por el imperialismo. El gran retorno de Malle se produce con Le souffle au coeur (Un soplo en el coraz¨®n, 197l), por la que gana el Oscar al mejor gui¨®n. Con Patrick Mediano escribe a continuaci¨®n Lacombe Lucien (1975), una primera e impresionante aproximaci¨®n al periodo de la ocupaci¨®n alemana durante la II Guerra Mundial.
Afrontar su pasado
Su carrera americana, unida a su matrimonio con Candice Bergen, ha generado una serie de filmes mal conocidos y poco valorados. S¨®lo Atlantic City (1980), con Susan Sarandon duch¨¢ndose y perfumando su piel con lim¨®n, y Vania en la calle 42 (1993) han escapado a la maldici¨®n. Otros t¨ªtulos como Alamo bay, Pretty baby (La muchacha) o la impresionante God¨¢s Country probaban que Malle no guardaba sus cr¨ªticas ¨²nicamente para los franceses.En 1987, Au revoir les enfants (Adi¨®s, muchachos) le reconcili¨® con el p¨²blico franc¨¦s y europeo, le hizo ganar un merecid¨ªsimo Le¨®n de Oro en el Festival de Venecia y le permiti¨® afrontar parte de su pasado. La pel¨ªcula, que destila una gran emoci¨®n detr¨¢s de su forma muy cl¨¢sica, tiene un fuerte contenido autobiogr¨¢fico. Dos a?os despu¨¦s, en 1989, como colof¨®n del vig¨¦simo aniversario de Mayo del 68, dirigi¨® Milou en mai (Milou en mayo), ajuste de cuentas sutil y mal intencionado con un cierto discurso izquierdista. Herida (1992) y Vania en la calle 42 fueron sus dos ¨²ltimas pel¨ªculas.
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