La huelga de funcionarios paraliza casi por completo la vida econ¨®mica en toda Francia
No fueron dos millones, como tem¨ªa Alain Jupp¨¦ en sus pesadillas, pero s¨ª muchos miles. Unos 40.000 manifestantes en Par¨ªs y Marsella, m¨¢s de 20.000 en Toulouse, Burdeos y Rennes y entre 15.000 y 5.000 en las dem¨¢s capitales de provincia salieron a la calle para oponerse a la reforma de la Seguridad Social y de las pensiones de los funcionarios. Francia qued¨® casi paralizada por una huelga general del sector p¨²blico que reflej¨® el difuso pero profundo malestar del pa¨ªs. Salvo rar¨ªsimas excepciones, no hubo aviones, ni trenes, ni metro, ni autobuses, ni peri¨®dicos, ni universidades, ni servicios administrativos. En algunos sectores, como los ferrocarriles, la huelga podr¨ªa prolongarse durante varios d¨ªas.
El primer ministro, Alain Jupp¨¦, ten¨ªa previsto viajar a Burdeos, la ciudad de la que es alcalde. Pero cambi¨® sus planes a primera hora de la ma?ana y se encerr¨® con el presidente Jacques Chirac en el palacio del El¨ªseo. A esa hora ya estaba claro que los sindicatos hab¨ªan conseguido, como el pasado 10 de octubre, paralizar los transportes p¨²blicos. Enormes embotellamientos bloqueaban las carreteras de acceso a Par¨ªs y empezaban a congregarse grupos de manifestantes en todas las grandes ciudades.Se trat¨® de un viernes negro en toda regla, con millones de personas obligadas a dirigirse a pie a sus lugares de trabajo toda vez que tanto el metro como los autobuses cumpl¨ªan escu¨¢lidos servicios m¨ªnimos. Escuelas, hospitales, oficinas de correos y una constelaci¨®n de servicios p¨²blicos se vieron afectados por la huelga a cara de perro entre una fuerza sindical que intenta desde el sector p¨²blico salvar la cabeza reivindicativa y un primer ministro que se juega en el envite su ya muy mermado prestigio.
Sobre un total de 2,2 millones de funcionarios p¨²blicos o personal que presta sus servicios en empresas estatales, los sindicatos aseguran que se sum¨¦ al paro el 50%, al menos un mill¨®n de personas. Fuentes gubernamentales rebajaron la cifra de huelguistas a un 37%. Lo que s¨ª qued¨® fuera de toda duda es que los sindicatos lograron detener el ritmo de la vida econ¨®mica en todo el territorio nacional.
Jupp¨¦ y Chirac decidieron mantenerse firmes en sus posiciones. A media ma?ana, un portavoz gubernamental anunci¨¦ que el mi¨¦rcoles llegar¨ªa a la Asamblea Nacional el proyecto de ley que, de aprobarse, permitir¨ªa a. Jupp¨¦ reformar la Seguridad Social por la v¨ªa del decreto urgente. "No hay ning¨²n cambio. El plan Jupp¨¦ sigue adelante porque, con protesta o sin ella, es necesario y ha sido respaldado por una gran mayor¨ªa de diputados", afirm¨® un portavoz de Matignon, la residencia oficial del baqueteado primer ministro, quien a?adi¨® que el seguimiento de la huelga en los centros p¨²blicos era "ligeramente inferior al registrado el pasado 10 de octubre"
Manifestaciones festivas
Las manifestaciones, festivas y libres de incidentes violentos, reflejaron la amplitud de la protesta popular y, a la vez, las grandes divergencias dentro del movimiento reivindicativo. La unidad sindical, simulada con grandes dificultades en la huelga del 10 de octubre, qued¨® definitivamente rota en la jornada de ayer. De los tres principales l¨ªderes sindicales, uno capitane¨® la protesta, otro estuvo ausente y la tercera fue abucheada.En Par¨ªs, la cabecera de la manifestaci¨®n fue monopolizada por Louis Viannet, el secretario general de la Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT, ex comunistas), quien intent¨®, con escaso ¨¦xito, extender la huelga al sector privado. La CGT representa la oposici¨®n frontal al Gobierno y es fuerte en sectores tan estrat¨¦gicos como el ferrocarril.
La secretaria de la Confederaci¨®n Francesa Democr¨¢tica del Trabajo (CFDT, soc¨ªaldem¨®crata), Nicole Notat, fue la perdedora del d¨ªa. Prefiri¨® ocultarse en la mitad del desfile, y acab¨® violentamente expulsada, entre empujones y abucheos, por un grupo de sus propios militantes. La posici¨®n de Notat era ambigua: estaba en contra de la reducci¨®n. de derechos de los funcionarios, pero a favor de la reforma de la Seguridad Social. Un sector de su sindicato no alcanz¨® a captar tanta sutileza. El pragmatismo de Notat, que en s¨®lo, dos a?os ha convertido a la. CFDT en el mayor sindicato franc¨¦s, podr¨ªa serle fatal en estos momentos. Pero si el radicalismo de la CGT no vence a Jupp¨¦, Notat saldr¨¢ reforzada.
El tercer hombre, Marc Blondel, l¨ªder de Fuerza Obrera (FO), no se dej¨® ver. Blondel representa el inmovilismo y es, para muchos, la personificaci¨®n de la burocracia sindical. FO, el sindicato m¨¢s fuerte entre los funcionar¨ªos, prefiri¨® convocar su propia huelga para el pr¨®ximo martes d¨ªa 28, pero un buen n¨²mero (le sus militantes desoy¨® la consigna de su jefe y se sum¨® ayer a la protesta.
Ruptura sindical
Consumada la ruptura sindical, los manifestantes de a pie reflejaron igualmente una enorme disparidad de criterios. Entre bandas de m¨²sica, globos y octavillas, el desfile era un mosaico cubierto de un barniz com¨²n: el malhumor y la antipat¨ªa hacia Jupp¨¦. Los estudiantes estaban irritados por la pobreza de las universidades; los funcionarios, porque se alargara de 37,5 a 40 a?os de cotizaci¨®n el periodo necesario para cobrar la pensi¨®n m¨¢xima y porque se congelaran sus salarios, cosa en la que coincid¨ªan con los empleados del sector p¨²blico; los polic¨ªas, varios miles en Par¨ªs, porque no se les gratificaran las horas extraordinarias forzadas por el plan antiterrorista Vigipirate; el com¨²n de los ciudadanos, por el paro, el aumento de impuestos y la percepci¨®n de un futuro sombr¨ªo.La jornada reivindicativa tuvo un pr¨®logo cr¨ªtico en boca del ex presidente de la Comisi¨®n Europea, el socialista Jacques Delors, que en la noche del jueves conden¨® los 200 primeros d¨ªas de la presidencia de Chirac y la reforma de la Seguridad Social, que tach¨® de "injusta" y peligrosa porque "comporta un riesgo de desestabilizaci¨®n".
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