Combate a muerte entre Gobierno y sindicatos
Sobre el cuadril¨¢tero de la Seguridad Social se disputa un combate a muerte. Para Alain Jupp¨¦, cada semana m¨¢s impopular, no hay vuelta atr¨¢s: o impone ¨ªntegramente su plan de reforma o pierde del todo su autoridad y abandona la jefatura del Gobierno. Los sindicatos, especialmente la CGT, tampoco tienen margen para la retirada honrosa: despu¨¦s de largos a?os de p¨¦rdida de afiliados e influencia, la Seguridad Social ofrece la ¨²ltima oportunidad para demostrar que, al menos, mandan en el sector p¨²blico.Los franceses se muestran de momento a favor de la protesta. Las encuestas indican que simpatizaron con la huelga de ayer (el 54% fueron favorables), que est¨¢n divididos sobre los funcionarios (el 48% cree que se les debe exigir m¨¢s sacrificio que a los dem¨¢s, el 48% cree que no) y que se oponen a la reforma de la Seguridad Social (el 65%, en contra del plan Jupp¨¦). El programa de reforma fue bien acogido por los pol¨ªticos, los inversores y la prensa, pero suscita un rechazo instintivo entre la ciudadan¨ªa.
Muy importante en la actitud de los franceses es la coyuntura econ¨®mica. La econom¨ªa francesa est¨¢ perdiendo gas (el crecimiento este a?o rondar¨¢ el 2%, frente al 2,8% previsto por el Gobierno), no se crea empleo, el consumo dom¨¦stico cae en picado (baja de un 4% o en octubre) y el conjunto se remacha con las subidas de impuestos aprobadas por un presidente, Jacques Chirac, que prometi¨® reducir la presi¨®n fiscal.
Gasto y optimismo
El Gobierno asegura que todo el problema radica en el pesimismo: con un poco de gasto y optimismo, dice Jupp¨¦, la econom¨ªa recobrar¨ªa la vida. Pero, al mismo tiempo, el mismo Gobierno defiende la reforma de la Seguridad Social contra el escepticismo ciudadano con el argumento de que Francia no puede permitirse los lujos de anta?o. "Los franceses no perciben a¨²n la gravedad de la situaci¨®n", declar¨® ayer el ministro de la Funci¨®n P¨²blica, Dominique Perben. A los franceses se les dice, por tanto, que todo el problema consiste en su pesimismo, y al mismo tiempo que no se dan cuenta de lo mala que es la situaci¨®n.El superministro de Trabajo y de Asuntos Sociales, Jacques Barrot, admiti¨® ayer que los franceses se sent¨ªan infelices. "Hoy asistimos a una liberaci¨®n de nuestros miedos y nuestras inquietudes", declar¨®, "y comprendo ese sentimiento. Pero no podemos hundimos en el temor. El Gobiemo pide dos a?os de esfuerzo porque sabe que, despu¨¦s, nuestro futuro ser¨¢ bueno". El ministro intent¨® explicar que la reforma de la Seguridad Social y las pensiones era imprescindible. "No podemos seguir engordando la deuda y dejarla en herencia a nuestros hijos" dijo.
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