Un viaje en tranv¨ªa hacia la luz de la Malvarrosa
Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez destapa el mundo de los sentidos descubierto por Manuel Vicent
Valencia era una ciudad sin color, provinciana, eclesi¨¢stica, acad¨¦mica y metida en la represi¨®n. Un tranv¨ªa amarillo llevaba al mar, a la playa de la Malvarrosa. All¨ª hab¨ªa colores, luz, acordeones. All¨ª descubri¨® los sentidos el escritor Manuel Vicent. Ahora, 40 a?os despu¨¦s, el director de cine Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez destapa ese viaje sin retorno. Tranv¨ªa a la Malvarrosa filme basado en la obra del mismo t¨ªtulo del autor, se rueda estos d¨ªas en Valencia con un equipo de lujo -gui¨®n de Rafael Az cona, fotograf¨ªa de Jos¨¦ Luis Alcaine y decorados de Pierre Louis Thevenet- y un nuevo y joven protagonista: Liberto Rabal, nieto de Paco Rabal, junto a m¨¢s de un centenar de actores. En el mercado de Col¨®n, en el centro mismo de Valencia, se pisaba el jueves pasado ese suelo h¨²medo, casi encharcado, tan caracter¨ªstico de los mercados de anta?o. En el puesto del fondo hay pollos y conejos que cuelgan enteros del cuello. Los huevos, a 2,15 pesetas la docena, descansan primorosos en una cesta sobre fondo de serr¨ªn. El centro lo ocupa una oronda se?ora en un inmaculado delantal blanco de blondas que frota con esmero una berenjena y luego un pimiento rojo hasta que brillan como espejos. Enfrente, una peque?a pizarra indica en tiza el precio de los bacalaos -2,60 pesetas el kilo- -expuestos sobre mostradores de piedra. El bullicio, carnal, es el propio de un mercado, ese que le, gusta a Manuel Vicent. "En los mercados hay un erotismo muy diluido. Recuerdo esa relaci¨®n sensual, muy amorosa, de las se?oras, del mercado mezclado con las frutas, casi sexuales, que produce un doble juego er¨®tico especial", dec¨ªa el escritor valenciano, en un rinc¨®n del mercado, mientras se ve¨ªa a s¨ª mismo, como adolescente imberbe, en la figura de un joven actor: Liberto Rabal.
Producida por Sogetel y Lola Films y con un presupuesto de 400 millones de pesetas, Tranv¨ªa a la Malvarrosa narra las experiencias adolescentes de Vicent, descritas en el libro del mismo t¨ªtulo. "Es un ser que pasa por la vida, que asiste al tr¨¢nsito de la adolescencia a la juventud, al mismo tiempo que hace un recorrido por la sociedad a trav¨¦s de sus ojos", explica Vicent sobre su obra. "No tiene argumento, es una novela de sensaciones, de cl¨ªmax, de olores, de situaciones", contin¨²a el autor, muy divertido ante lo que considera la primera incursi¨®n cinematogr¨¢fica seria de una obra suya.
Cuatro estaciones
La adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica, realizada por Rafael Azcona, ha reducido a un a?o -un paso por las cuatro estaciones- los cinco o seis que transcurren en el libro, y hace ser testigo al protagonsita de aquellos sucesos que en la novela simplemente le cuentan. "No puede aparecer en la pel¨ªcula la maravillosa escena de la paella que le ofrecieron a Franco en el acorazado de la VI Flota, fondeado en las Aguas de la Malvarrosa", se lamenta Garc¨ªa S¨¢nchez. Para el director, a quien el humor no le abandona nunca a pesar de que, como ¨¦l mismo confiesa, de momento se encuentra en la fase de que las condiciones de todo tipo no da?en el nivel de calidad de las escenas que rueda, Tranv¨ªa a la Malvarrosa es "una pel¨ªcula como la novela, un poco osada". "Todas las sensaciones visuales y auditivas, esos tonos de Valencia, su musicalidad y sus colores, son los que provocan el descubrimiento del mundo de los sentidos por parte de un chico", resume Garcia S¨¢nchez. Un mundo en el que no faltan las putas. "En aquella ¨¦poca, la iniciaci¨®n sexual se hac¨ªa con putas, una cultura afortunadamente desaparecida, en la que el trato era casi familiar", dice el director. Vicent lo recuerda sin la sordidez en la que: la droga ha colocado la prostituci¨®n de hoy. "El barrio chino de Valencia era huertano; las noches ol¨ªan. Exist¨ªa una sordidez, pero huertana. Los clientes y las putas eran gente sana".
El papel de una de las putas, de La China, aquella extremadamente tierna entre cuyos brazos el joven Manuel se sent¨ªa amparado, lo interpreta la actriz Ariadna Gil. En el filme tambi¨¦n trabajan, entre otros, Jorge Merino, Sergio Villanueva, Antonio Resines, Juan Luis Gallardo, Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, Vicente, Parra., Fernando Sansegundo, Ram¨®n Rivero, Joan Molina y Luis Montes. "Empobreceremos la literatura, pero enriqueceremos la narraci¨®n" reflexiona el director, quien acepta generoso sugerencias y opiniones de Manuel Vicent. Forman un t¨¢ndem perfecto. Se suben los dos al tranv¨ªa amarillo, una r¨¦plica perfecta del aut¨¦ntico que llevaba en los a?os cincuenta a la playa de la Malvarrosa, donde finalmente el joven Vicent conquist¨® la libertad. "En el mar todo cambiaba, la luz y los colores eran distintos que en la ciudad, no se respiraba la represi¨®n, se o¨ªan acordeones y se cocinaban paellas. La ¨²nica aventura era el descubrimiento de los sentidos, como una forma antirrepresiva. Te lo pod¨ªan quitar todo menos los sentidos, mis amores, mis colores, mis sensaciones", recuerda sin nostalgia el escritor. Para Garc¨ªa S¨¢nchez, "el tranv¨ªa es una figura ret¨®rica, una iron¨ªa sobre el recorrido virgiliano de un Eneas de la clase media espa?ola en una sociedad de tranviarios".
Aunque el fondo hist¨®rico del franquismo es evidente tanto en la novela como en la pel¨ªcula, el director considera un placer realizar el filme "sin el rencor de los vencedores ni la resignaci¨®n de los vencidos. No es una pel¨ªcula franquista ni antifranquista. Naturalmente, Franco est¨¢ en la pel¨ªcula, como est¨¢ el sol y est¨¢n los ¨¢rboles y las calles, porque estaba en todas partes. Esta no es una historia de la Valencia franquista, sino de la Valencia con tranv¨ªas".
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