Un 'papa' que negocia con el diablo
Lo dice bien claro: "Negocio hasta con el diablo". El filipino Florencio Campomanes, papa de ajedrez, elegido en 1982 capaz de recordar los nombres y detalles familiares de los delegados de 154 pa¨ªses, mantiene una vitalidad asombrosa a los 68 a?os, que ¨¦l explica con su lema favorito: "Veinticinco horas al d¨ªa, y cada d¨ªa es lunes". Muchos quieren echarlo, pero no pueden. Su sorprendente alianza con Gari Kasp¨¢rov le ha hecho perder la presidencia de la FIDE; tras un pacto con Anatoli K¨¢rpov, ahora es cons9jero delegado. A este paso, superar¨¢ en fama a Jo?o Havelange.La fecha clave de su biograf¨ªa es el 15 de febrero de 1985, cuando protagoniz¨® la conferencia de prensa m¨¢s escandalosa de la historia de la URSS. K¨¢rpov y Kasp¨¢rov llevaban cinco meses dej¨¢ndose las neuronas en un duelo a muerte. Se jugaba sin l¨ªmite de partidas, a seis victorias; K¨¢rpov, el entonces campe¨®n, ganaba por 5-3 tras haber perdido las dos ¨²ltimas. Sus padrinos en el Kremlin presionaban a Campomanes para terminar con aquel martirio del h¨¦roe nacional -al borde del colapso fisico- ante un muchacho azerbaiyano de madre armenia y padre jud¨ªo; le propon¨ªan aplazar el encuentro varios meses. Ante las airadas protestas de Kasp¨¢rov, que deseaba seguir jugando, el filipino cancel¨® el Mundial y anunci¨® su reanudaci¨®n en septiembre con el marcador a cero. El bochorno fue tan grande que mereci¨® un editorial de The New York Times.
A?o y medio despu¨¦s, en un teatro de Londres, Margaret Thatcher escuchaba en posici¨®n de firmes, fianqueada por Kasp¨¢rov y K¨¢rpov, los himnos brit¨¢nico y sovi¨¦tico en la inauguraci¨®n del duelo de revancha (Kasp¨¢rov era ya el campe¨®n). Campomanes no pudo contener las l¨¢grimas, y explic¨® as¨ª su llanto: "Si yo no cancelo el primer encuentro, ahora no podr¨ªamos vivir este momento tan solemne".
Si el fin justifica los medios, el filipino ten¨ªa raz¨®n. En el Mundial de Sevilla, en 1987, la bolsa de premios se dispar¨® hasta los 244 millones de pese tas; en los restaurantes, Campomanes ped¨ªa la cosecha m¨¢s cara de Vega Sicilia. Ya cono c¨ªa los mejores hoteles de m¨¢s de cien pa¨ªses. Su esplendor se mantuvo hasta la rebeli¨®n de Gari Kasparov y el brit¨¢nico Nigel Short, aspirante al t¨ªtulo, en 1993. Ambos deciden salir de la FIDE y disputar la coro na bajo los auspicios de la nueva Asociaci¨®n Profesional (PCA). Un a?o m¨¢s tarde, Campomanes est¨¢ a punto de tirar la toalla, pero intuye que Kasp¨¢rov, con el que puede competir en pragmatismo, ansia de poder y escasez de escr¨²pulos, est¨¢ dispuesto a negociar la reunificaci¨®n.
El mi¨¦rcoles, K¨¢rpov se tom¨® la revancha en Par¨ªs y forz¨® la dimisi¨®n del presidente. Pero los delegados se dieron cuenta de que Campomanes es imprescindible para lograr la necesaria reunificaci¨®n, exigida por los patrocinadores para mantener su apoyo, y por Juan Antonio Samaranch para que el ajedrez entre en el COI. Tras negociar con el diablo, el papa ha cambiado de t¨²nica, pero conserva mucho poder. Alguno de sus pocos amigos le habr¨¢ o¨ªdo decir, en perfecto espa?ol y con una risa socarrona: "Les he jodido otra vez".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.