Trasiego en el pleno
Duda este aprendiz de cronista, a quien han pedido sobrevuele la pol¨ªtica, sobre su situaci¨®n para poder comentar ecu¨¢nimemente un pleno municipal. A su derecha, el alcalde; enfrente, los bancos del contrincante pol¨ªtico; rode¨¢ndole, la oposici¨®n municipal, y, a su izquierda, al fondo, los maceros, ante la tribuna de visitantes. En estos momentos est¨¢ casi llena: alg¨²n ciudadano de apariencia despistada, periodistas, c¨¢maras de televisi¨®n y funcionarios del Ayuntamiento. A un costado de la tribuna, tres guardias municipales, que destilan tranquilidad y siguen con inusitada atenci¨®n los avatares del pleno, vigilando, inexistentes des¨®rdenes.?Qu¨¦ ocurre en un pleno? Depende de los asuntos a tratar... y del cistal pol¨ªtico a trav¨¦s del cual se vive. Hay plenos largos y barrocos, breves y agresivos,, burocr¨¢ticos y farragosos, numerol¨®gicos y tecnocr¨¢ticos, galanos y de florete o, simplemente, de ali?o y aburridos para un ocasional espectador. Buena parte depende del, alcalde, quien debe moderar los debates y hacerlo con astucia: vigilar las tintas de la oposici¨®n (no muy peligrosas cuando se tiene mayor¨ªa absoluta), escribir notas, pastorear a sus concejales y, en general, adoptar un aire ausente, cuando no ligeramente aburrido.
Este fue el caso en el debate que nos ocupa, pero ?ojo! s¨®lo aparentemente ausente; cuando, cree que debe cortar un debate, abreviar una intervenci¨®n o arrimar el ascua a la sardina pol¨ªtica, salta como un resorte. Aunque apenas hizo falta su. intervenci¨®n: alguna reganina, recortes de tiempo y poco m¨¢s. Eso s¨ª, le toc¨® la siempre triste tarea de recordar la figura de un periodista recientemente fallecido, viejo conocido de la Casa de la Villa.
Pero el cronista en ciernes debe estar atento al inter¨¦s de los espectadores de la tribuna de visitantes. Y observa c¨®mo ellos se fijan en los actores pol¨ªticos activos, en los concejales. Sin duda debe haber de todo y digno de observar en esta vi?a, pero, desde la tribuna, se est¨¢ en desventaja: as¨ª como ven de frente al alcalde, miran de costado a los ediles, lo que quita realismo y, sobre todo, falsea las expresiones. No me acuerdo si a los ingleses se debe el invento de sentar muy pr¨®ximos, frente a frente, Gobierno y oposici¨®n. Es una excelente idea, pues el cara a cara obliga a observar y analizar; la mirada no se pierde en un hemiciclo se ha de enfocar.
Al juego de miradas y expresiones es ajeno el espectador. Arrancando este pleno, pudo ver a los ediles discutiendo temas de personas, la plantilla, pero no apreciar, creo, los caracteres que se enfrentaban. Prosigue el debate con los presupuestos para el a?o que viene; materia harto parece muy t¨¦cnica, con una jerga que la complica innecesariamente, pero un presupuesto no es sino la expresi¨®n econ¨®mica de una pol¨ªtica. En pol¨ªtica esto se tiene muy claro y da lugar al choque de fondo ideol¨®gico, mechado de cifras y datos. Dif¨ªcil de digerir para el sufrido ciudadano-espectador a menos de que no transcurra en t¨¦rminos puramente pol¨ªticos, algo dif¨ªcil de conseguir.
Y, de remate, cerrando el pleno, se plantea una breve discusi¨®n sobre un programa para fomento del empleo. M¨¢s o menos, cuatro horas de debate. Los ha habido y habr¨¢ mucho m¨¢s largos.
?C¨®mo saldr¨ªa un visitante? Al alcalde, a los concejales, los podr¨ªa haber diseccionado mejor en la televisi¨®n, coliseo implacable. Pero un debate se aprecia mejor al natural: la atm¨®sfera que rodea al pleno, el revoloteo de las y los periodistas en busca de informaci¨®n, el trasiego de los funcionarios, indispensables, con su ir y venir en apoyo de los concejales, las conversaciones, entre conspiratorias y relajantes, en el Patio de Cristales... todo hace... peque?a historia madrile?a.
El autor de estas l¨ªneas es novato en estos foros. Quiz¨¢ por ello, poco habituado, conceda m¨¢s valor a lo que para algunos sea rutina, y se considere, ?ojal¨¢ le dure!, otro visitante que ha tenido oportunidad, como simple madrile?o, de conocer a pie de obra c¨®mo van a utilizar sus dineros.
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