Juego de sombras
Si se trata del regreso del fascismo cl¨¢sico, con su tinglado de l¨ªder carism¨¢tico, movilizaciones de masas militarizadas y sustituci¨®n de los reg¨ªmenes representativos por totalitarismos, no existen razones para preocuparse. El fascismo italiano, como el nacional socialismo, e incluso nuestro cesarismo integrista, surgieron como respuesta a una amenaza hoy inexistente: el ascenso del movimiento obrero revolucionario, tras el vuelco simb¨®lico que supone la Revoluci¨®n rusa de 1917.Cualesquiera que sean sus problemas, la sociedad capitalista no se encuentra ante un adversario que de modo inmediato suponga un riesgo a corto plazo para su supervivencia, y por consiguiente no tiene que buscar soluciones de emergencia que adem¨¢s acaban por escap¨¢rsele de las manos. No hay fascismos a la vista. Pero tampoco razones para sentirse tranquilos y juzgar que cuanto ocurre es simple ruido de ratones en una casa vieja, seg¨²n manifestara un dirigente socialista espa?ol en los a?os treinta.
Las l¨ªneas de penetraci¨®n del neofascismo son diversas y convergentes en un punto de llegada que ser¨ªa no la eliminaci¨®n de las instituciones democr¨¢ticas sino el vaciado de su contenido en aspectos esenciales, un poco al modo de lo que se perfila en la pol¨ªtica del Frente Nacional de Le Pen en Francia o en el laboratorio de autocracia salvaje (por los modos, medios 37 vinculaci¨®n a una forma de capitalismo) que est¨¢ montando Jes¨²s Gil en torno a una serie de administraciones municipales en la Costa del Sol.
El marco democr¨¢tico es respetado formalmente, incluso en sus s¨ªmbolos, en tanto que el mensaje populista trata de alcanzar a un amplio espectro de destinatarios, esgrimiendo el mal funcionamiento visible del sistema, y algunos banderines de enganche demag¨®gicos como la limpieza de las ciudades de drogadictos o la obtenci¨®n de la seguridad ciudadana gracias a la constituci¨®n de aut¨¦nticos ej¨¦rcitos municipales. que de paso sirven al afianzamiento del poder personal.
Encuentra as¨ª respuesta el conjunto de ansiedades conservadoras que suscita la actual crisis, mientras la carga de violencia queda de manifiesto en la agresividad desplegada contra el Otro en sus distintas manifestaciones, y de modo particular frente a lo que queda de izquierda organizada. La atenci¨®n preferente a los impulsos xen¨®fobos hace el resto en estas atractivas construciones ideol¨®gicas que en un lugar tras otro van salpicando el mapa d¨¦ la Europa pol¨ªtica.
La otra l¨ªnea de penetraci¨®n, m¨¢s evidente, est¨¢ protagonizada por el extenso abanico de organizaciones juveniles violentas, de signo sociopol¨ªtico unas (tipo skinheads), ,estrictamente partidistas otras (tipo Jarrai). La crisis de motilidad, derivada a su vez de la crisis del mercado de trabajo, da pie al florecimiento de este tipo de contestaci¨®n reaccionaria y violenta, bajo los m¨¢s variados pelajes est¨¦ticos, morales y doctrinarios, pero con una clara tendencia a la apropiaci¨®n del espacio urbano, o de sectores del mismo, recurriendo a una violencia que reproduce las antiguas f¨®rmulas del fascismo.
La t¨¦cnica del cangrejo ermita?o, puesta en pr¨¢ctica con ¨¦xito por grupos juveniles nazis en el deporte con p¨²blico de masas, indica que esta vez; la batalla se da en la sociedad civil antes que frente al Estado. Los apu?alamientos de Parla y de Arganda ser¨ªan indicios de una trayectoria que s¨®lo puede ser cortada con una rigurosa acci¨®n cultural y normativa (hoy inexistente) frente a las v¨ªas de penetraci¨®n de las ideolog¨ªas fascistas. Claro que tambi¨¦n cuenta el ejemplo que el poder p¨²blico da en cuanto al respeto a las reglas del Estado de derecho.
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