Ra¨²l enciende todos los focos
El Madrid pasa ronda en la Liga de Campeones de la mano de su estrella
Jerarquia, autoridad y contundencia. Eran Ios tres atributos reclamados por Jorge Valdano en las horas previas a la cita suiza. Cargado de dudas por su temporada irregular, quer¨ªa el t¨¦cnico destripar al equipo en una prueba europea de escasa trascendencia y apariencia pl¨¢cida. Una cita ideal para tomar el pulso a la plantilla, sometida a grandes convulsiones desde el inicio de campa?a. Y el Madrid aprob¨® el examen. A¨²n est¨¢ lejos de ser un grupo atractivo, brillante, dej¨® en Z¨²rich algunas rimas interesantes: el equipo jug¨® con aplomo, con las l¨ªneas encorsetadas y el fragor que se presupone presupone a quien quiere trepar a la ¨¦lite pelda?o a pelda?o. Imponiendo su autoridad incluso en partidas irrelevantes de aspecto tedioso. Valdano hab¨ªa apelado a las diatribas propias de quien suspira por un rinc¨®n en la cima por atributos propios; no s¨®lo por la dimensi¨®n hist¨®rica de un escudo. Y sobre el c¨¦sped descubri¨® algunas respuestas para alimentar sus sue?os.Pero por encima de todas las huellas quedar¨¢ siempre la estela de Ra¨²l. Su crecimiento como jugador es mete¨®rico. En Z¨²rich todo el equipo se ilumin¨® a sus espaldas. Estuvo en ataque, tapando agujeros en la medular y mostrando templanza cuando se necesitaba y v¨¦rtigo cuando la situaci¨®n se invert¨ªa. Es aplicado y tiene hambruna de gol. No cabe pensar que en su cerebro juvenil haya hueco para algo m¨¢s que el f¨²tbol. Su juego trepidante mantuvo al Madrid siempre de cara al partido. Es contagioso para sus compa?eros y se ha convertido en el foco de referencia para todos los trances.
Con el Grasshopper siempre abrochado en ataque por la insultante superioridad de Hierro y Sanchis, y la escasa destreza de los suizos, los madridistas afrontaron el encuentro con decisi¨®n y agresividad. Sin recelos, con cierto caudillaje. Laudrup tom¨® el control de mandos y sin m¨¢s demora traz¨® dos diagonales que dejaron a Ra¨²l y Esn¨¢ider solos en la guarida rival. Dos golpes suficientes para meter al Grasshopper en un t¨²nel del terror, tembloroso por las embestidas. La aceleraci¨®n inicial dio paso a un sosiego incomprensible. La furia inicial qued¨® maquillada por f¨²tbol agreste. Aflor¨® la liturgia del sue?o: toque, toque, tiqui, tiqui. Nada trascendente.
Poco a poco, el equipo se fue vertebrando en torno a Milla y por esa v¨ªa perdi¨® toda su frescura. Cuando el turolense adquiere el mando, el juego adopta una cadencia insoportable. El bal¨®n se enreda en una secuencia de viajes sopor¨ªferos. Milla es un gran recuperador en la batalla, un tipo muy aseado t¨¢cticamente, pero en ocasiones ¨¦l y sus compa?eros trastocan su papel.
El turolense es s¨®lo un recurso para la conducci¨®n. Un desahogo para quien est¨¦ en apuros, pero no est¨¢ dotado como conductor: s¨®lo tiene una velocidad. Al ritmo de Milla el Madrid se fue diluyendo, hasta que ante Ias constantes exigencias desde el banquillo record¨® la quinta velocidad de Hierro. Con la defensa suiza muy adelantada y Luis Enrique y Amavisca ensanchando el campo, los zapatazos del del defensa malague?o agrietaron al Grasshopper. M¨¢s pendientes de las bandas los suizos, Laudrup y Ra¨²l, hasta entonces atrapados en un charco, tuvieron m¨¢s espacio. El Madrid sum¨® m¨¢s argumentos ofensivos. El dan¨¦s, c¨®modo en un duelo escasamente f¨ªsico, descubri¨® un sinf¨ªn de caminos. Ya se sabe, "el aqu¨ª te miro all¨ª la pongo". Una obra de arte tan familiar pata el f¨²tbol espa?ol que de tanto initentarlo ya ha dejado bizco a m¨¢s de un reto?o.
Maniatado el enemigo y con Laudrup en un papel mesi¨¢nico, al Madrid inicialmente le falt¨® pegada. Todo era cuesti¨®n de tiempo. El partido siempre estuvo del lado blanco, que a medida que intensific¨® su ritmo fue perfilando la victoria. Hasta que aparecieron Esn¨¢ider y Ra¨²l.
Esn¨¢ider traz¨® su mejor actuaci¨®n desde que regres¨® a Chamart¨ªn. Laborioso y m¨¢s calmado que de costumbre, el argentino se integr¨® en el juego colectivo. Sin suerte como rematador, dej¨® grapados para la retina dos servicios magn¨ªficos: uno para el arre¨®n de Michel en el segundo gol -un zarpazo de izquierda que taladr¨® la red- y otro poco despu¨¦s, por el carril interior, que desperdici¨® Ra¨²l.
El l¨ªder de la regeneraci¨®n auspiciada por el cuerpo t¨¦cnico dej¨® rasgos inolvidables. Su quinto gol europeo y un gesto para el laboratorio de cualquier afamado analista. Minuto 85: el partido culminado, sin nada que decir. El Madrid pierde la pelota en la zona media y en el contraataque suizo irrumpe el cuerpo de garabato de Ra¨²l pura despejar con fiereza y amortiguar la amenaza. El hambre futbol¨ªstico de este chico no es escrutable. Sus piernas de alambre son dos pulmones a los que hoy por hoy est¨¢ enganchado el Madrid. En su espinoso tr¨¢nsito hacia la c¨²spide que anhela VaIdano, ¨¦l parece el mejor timonel. Un escaparate para sus compa?eros.
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