Nadeando
Hay que remontarse al primer d¨ªa, reconstruir los hechos, mirar sin prejuicios si queremos saber la verdad. Claro que vete a saber si queremos. Es adem¨¢s muy dif¨ªcil. ?Qui¨¦n la Vio primero? ?Qui¨¦n reclam¨® el descubrimiento? ?Qui¨¦n patent¨® el nombre? La Nadea. Ese fue el primero de los nombres del fen¨®meno. Luego llegaron los hijos: nadeando, nadeados, nadeadores, nadeolog¨ªa, nadea¨ªstas, la Sociedad de Amigos de la Nadea, los premios n¨¢deos y el Centro de Estudios Nadeacos, adem¨¢s, claro est¨¢, de la c¨¢tedra de Nadea¨ªsmo en la universidad, las revistas y suplementos especializados, y los reportajes de la prensa internacional, que no tuvo m¨¢s remedio que fijarse y dar cuenta, con cierto escepticismo primero y luego con exagerado entusiasmo. Y ello sin mencionar la incidencia entre todos nosotros: las alianzas, matrimonios, desmatrimonios, los grup¨²sculos, pactos, sectas, pi?as... hasta el punto de que nada se explica mucho de la sociedad madrile?a si no se tiene en cuenta la Nadea.El punto y momento exacto del origen seguir¨¢ siendo probablemente un misterio, entre otras cosas porque, como siempre, hay muchos que ahora se quieren apuntar el tanto de haberla descubierto, y algunos, si no inventado, al menos sugerido. Entre las versiones m¨¢s veros¨ªmiles figura el testimonio de una secretaria del ayuntamiento, que recuerda perfectamente el momento en que el alcalde recibi¨® una enigm¨¢tica llamada por el tel¨¦fono azul y poco a poco se fue levantando del asiento como arrastrado por una gr¨²a, y en un momento dado dijo: "?C¨®mo? ?La Nadea?", entre abrumado y desbordado por la perspectiva. Es algo que esta mujer recuerda porque al principio escuch¨® la marea y pens¨® que el alcalde se hab¨ªa vuelto loco: la secretaria tiene perfectamente claro que, por mucho que digan, todav¨ªa no hay mar en Madrid.
El siguiente testimonio es el de Bill Tiger Johnson, veterano periodista de la guerra de Vietnam, donde tuvo un c¨¦lebre romance con una no menos c¨¦lebre corresponsal de guerra que hoy en d¨ªa canta con la voz cascada por la experiencia en un tugurio de N¨¢poles. Tiger era delegado de la agencia WWWWH en Madrid cuando dio la voz entre los amigos de que la central de la agencia en Nueva York ten¨ªa el inaudito e inmoral proyecto de enviarlo a Luxemburgo, el pobre, nada menos. Necesitaba una noticia -una Gran Noticia-, con urgencia. Pues bien, alguien le pas¨¦ el dato: La Nadea. Bill se adelant¨® a los dem¨¢s corresponsales destacados en Madrid, gente curtida en guerras y poco acostumbrada a lidiar con los toros, el tinto de Valdepe?as y los horarios de verano, y que naturalmente no supo ver a tiempo La Nadea. Por cierto que eso le cost¨® a alguno ser enviado a Luxemburgo y a sitios a¨²n m¨¢s lluviosos. Aunque Tiger, en cambio, pudo quedarse en Madrid, no volvi¨® a hablar de La Nadea. Se pon¨ªa incluso de mal humor si se la mencionaban. En adelante se dedic¨® al periodismo de investigaci¨®n pura.
Se podr¨ªan citar otras versiones igualmente historicistas, fiables e in¨²tiles. Pues lo que importa es que no mucho despu¨¦s la Nadea era una verdadera plaga. Todo el mundo hablaba de ella, la cotilleaba, se la pon¨ªa, la esculcaba, le investigaba los or¨ªgenes y, sobre todo, los antecedentes -de d¨®nde ven¨ªa, qui¨¦nes la hab¨ªan engendrado parec¨ªa ser muy importante-, y comenzaba a clasificarla: ese fue el origen de los grupos que dieron paso a las tribus antes de las sectas y de las tendencias. Ya se sabe lo que es eso.
Ni que decir tiene que para entonces la moda, nadeaca se hab¨ªa impuesto, aunque, la verdad, cual quiera que se hubiese propuesto describir¨ªa habr¨ªa te nido muchas dificultades: a una tendencia se opon¨ªa inmediatamente otra contraria, y luego otra m¨¢s, y as¨ª sucesivamente; todo era nadeaco y nada lo era. Algunos de los astutos de siempre quisieron medrar explicando a la opini¨®n p¨²blica en qu¨¦ consist¨ªa lo nadeaco y en qu¨¦ no" y clasificaron y juzgaron al mundo sobre la base de esta distinci¨®n fundamental. Dieron, por as¨ª decir, certificados de pureza nadeaista. Lo m¨¢s fant¨¢stico es que funcion¨®: esos int¨¦rpretes llegaron a adquirir un poder realmente notable, como cualquiera puede ver si se acerca a los grandes p¨²lpitos del Nadeaismo y comprueba hasta qu¨¦ extremo estos gur¨²s est¨¢n contentos de haberse conocido y creen que su interpretaci¨®n es importante, m¨¢s incluso que la mism¨ªsima Nadea, la Nadea en tanto que tal, que dir¨ªa la metaf¨ªsica. Tienen menos soberbia de lo que parece: a fin de cuentas, ?qu¨¦ ser¨ªa la Nadea sin sus muchas interpretaciones?
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