Los once Nobel reciben el premio en el centenario del testamento de su creador

Ocho cient¨ªficos -entre ellos una mujer-, un escritor, un m¨¦dico y un economista recibieron ayer en Estocolmo la medalla de oro, el diploma y el cheque de 126 millones de pesetas, que comprenden la adjudicaci¨®n del premio Nobel 1995. La fiesta Nobel, como se denomina al d¨ªa de la solenme ceremonia de entrega en la Casa de Conciertos de los premios y posteriormente la cena y baile en el sal¨®n azul del Ayuntamiento, coincidi¨® este a?o con los 100 a?os desde que se hizo p¨²blico el pol¨¦mico testamento de Alfred Nobel en Par¨ªs, donde lo redact¨® poco antes de morir.

Este aniversario ha estimulado el an¨¢lisis hist¨®rico en tomo a un acontecimiento que, tanto como sus protagonistas, dio a Suecia una presencia internacional temprana y desproporcionada en la escena mundial y que ha significado un espejo de la evoluci¨®n de la ciencia y, en cierto modo, de la sociedad. Adem¨¢s, mediante los medios de comunicaci¨®n, se ha podido infundir una presencia m¨¢s real a figuras y acontecimientos de los que el gran p¨²blico suele tener nociones bastante imprecisas.Otro rasgo peculiar de esta edici¨®n es que el inter¨¦s del p¨²blico no se ha volcado s¨®lo en el Nobel de Literatura, que ha obtenido el irland¨¦s Seamus Heaney, sino tambi¨¦n en la investigaci¨®n cient¨ªfica, que por su propia naturaleza es un ¨¢mbito restringido.

Fue divertido escuchar a la alemana Christiane N¨¹sslein-Volhard, Nobel de Medicina compartido con los estadounidenses Eric F. Wieschaus y Edward B. Lewis, contar con toda espontaneldad sus peripecias con los genes de la mosca del vinagre, describir lo gratificante de los a?os que trabaj¨® junto a su colega Wieschaus, y su intenci¨®n de escribir un libro de cocina.

Los tres premiados en Qu¨ªmica -el mexicano Marlo Molina, el holand¨¦s Paul J. Crutzen, y el norteamericano F. Sherwood Rowland-, que han hecho importantes aportaciones sobre los problemas que afectan a la atm¨®sfera y la capa de ozono de la estratosfera, son vistos con, evidente simpat¨ªa por el p¨²blico. El norteamericano tiene entre sus antecedentes una carrera de jugador serniprofesionail de b¨¦isbol. El mexicano comparte sus preocupaciones cient¨ªficas con la m¨²sica cl¨¢sica y la literatura latinoamericana, y ha aprovechado su viaje a Estocolmo para invitar a hermanos y hermanas a los que hace a?os no ve¨ªa.

Paul Crutzen es el personaje m¨¢s fascinante. Ha sido constructor de puentes y experto en ordenadores sin haber tenido formaci¨®n previa para ello.. De origen humilde, debi¨® luchar duro para abrirse camino. En sus andanzas llego a Suecia hacia finales de los a?os cincuenta para estudiar en la Universidad de Estocolmo. All¨ª conoci¨® a su mujer, una finlandesa que ayer, sentada en la Sala de Conciertos, contemplaba con alegr¨ªa la distinci¨®n a su marido. Se enamor¨® de ella y se qued¨® en Suecia, donde comenz¨® a trabajar en el Instituto de Meteorolog¨ªa de la Universidad de Estocolmo. Dice no ser ning¨²n fan¨¢tico de la ecolog¨ªa, pero est¨¢ comprometido en la preservaci¨®n del medio ambiente y no posee autom¨®vil.

Repartir con la esposa

El premio de Econom¨ªa, Robert Lucas, ha visto en parte

contestadas sus teor¨ªas de las previsiones racionales y de la relaci¨®n entre inflaci¨®n y paro por la que le fue adjudicado el premio. Aparte de motivaciones estrictamente acad¨¦micas, la credibilidad de Lucas cay¨® un tanto desde que se supo que tendr¨¢ que repartir el importe del premio con su ex mujer Rita, de la que se divorci¨® hace siete a?os. Ella hizo incluir una cl¨¢usula en el divorcio en la que la hac¨ªa part¨ªcipe de la mitad de un eventual premio Nobel que Lucas pudiera recibir. Lucas pens¨® que esa presunci¨®n no se cumplir¨ªa nunca y acept¨®. La cl¨¢usula en cuesti¨®n perd¨ªa validez el 31 de octubre pasado. El 12, Lucas obten¨ªa el premio. La mujer result¨® ser una alumna muy aventajada.

Dos prestigiosos profesores californianos, Martin L. Perl y Frederick Reines, recogieron su Nobel de F¨ªsica, obtenido por el descubrimiento de dos part¨ªculas elementales.