La naci¨®n como memoria de lo ef¨ªmero
"Escribano de lo ef¨ªmero". Con esta met¨¢fora, Jean Daniel designa en su libro Viaje al fondo de la naci¨®n (Editorial Andr¨¦s Bello, Barcelona, 1995) la profesi¨®n de periodista, y por tanto, la suya propia. Pero ?c¨®mo definir lo ef¨ªmero? No es un acontecimiento hist¨®rico que se lleva el viento; pues, aunque se lo llevar¨¢ es seguro que alg¨²n d¨ªa ser¨¢ encontrado, recordado, perpetuado. Lo que est¨¢ condenado a perderse, a olvidarse, es la forma en que se vivi¨®, su enfoque original. Algo m¨¢s adelante, al hablar de los que hacen balances del pasado, Jean Daniel emplea otra met¨¢fora: "Cronistas de la distancia". En su discurso, los acontecimientos aparecen bajo un enfoque totalmente distinto: el del momento presente, con sus opiniones y sus intereses. Al oponerse, por ejemplo, a la forma en que los cronistas de la distancia hablan del r¨¦gimen de Vichy, Jean Daniel recuerda que, en su d¨ªa, P¨¦tain les inspiraba a ¨¦l y a sus amigos "m¨¢s conmiseraci¨®n que horror". Para concluir: "Ese sentimiento vivido es m¨¢s importante para m¨ª que la realidad reconstituida por cronistas de circunstancias bajo la presi¨®n de las ideolog¨ªas dom¨ªnantes". He aqu¨ª una gran frase que sirve de clave para todo el libro; un escribano de lo ef¨ªmero se pasea por el siglo y, en nombre de sus sentimientos vividos, corrige la imagen del pasado que imponen las ideolog¨ªas dominantes.Jean Daniel, fundador y director de Le Nouvel Observateur, es uno de los ¨²ltimos ejemplares de su raza. Cuando empez¨® su carrera, el periodismo todav¨ªa no estaba catalogado fuera de la cultura (o incluso opuesto a ella), en esa categor¨ªa llamada medios de comunicaci¨®n. Todav¨ªa realiz¨® su aprendizaje bajo los auspicios de un Camus o un Orwell, desde la convicci¨®n de que el periodismo era parte -espec¨ªfica pero inseparable- de la literatura y del pensamiento. Daniel nunca ha abandonado esta convicci¨®n. Si bien el periodista es para ¨¦l un cronista de lo ef¨ªmero, va hasta el final de esa definici¨®n y cultiva la memoria de lo ef¨ªmero: defiende la realidad concreta contra los aluviones de las sucesivas interpretaciones que empa?an el enfoque original de los acontecimientos y no son m¨¢s que una manifestaci¨®n parlanchina del olvido. Devolver al acontecimiento su enfoque original supone reinsertarlo en su contexto. He aqu¨ª el principio metodol¨®gico de Jean Daniel: "Este siglo empez¨® en 1914 y termin¨® en l989". Esto quiere decir que no se puede entender un acontecimiento actual si no se lo sit¨²a en un contexto que se remonta hasta la I Guerra Mundial. Esa guerra es el z¨®calo sobre el que se eleva la acumulaci¨®n de horrores y errores a la que llamamos siglo XX. Jean Daniel cita la m¨¢xima pacifista de VictorMarguerite: "Ninguno de los males que la guerra pretende curar es peor que la guerra misma". En aquel momento, toda Europa estaba impregnada de esa certeza. Y Daniel concluye: "No es posible comprender la actitud dividida de ciertos franceses bajo la ocupaci¨®n en 1940 y 1942 si no se tiene en cuenta ese hecho esencial".
Tampoco se comprende nada del comunismo, ese gran destino de nuestro siglo. Tambi¨¦n ¨¦l tiene sus ra¨ªces en aquel viaje al fondo de la noche que fue la guerra. "De pronto, aquella revoluci¨®n bolchevique daba un comienzo de sentido a esa violencia que en el conflicto franco-alem¨¢n s¨®lo desembocaba en el absurdo sepulcral de los cementerios... Hab¨ªa que ignorarlo todo de la I Guerra Mundial para no comprender con qu¨¦, ciega voluptuosidad se entregaba la gente a la esperanza sovi¨¦tica". Pero no s¨®lo resulta ininteligible el comunismo si no se lo inserta en el tel¨®n de fondo del siglo, sino que tampoco se puede comprender el significado, sombr¨ªamente enigm¨¢tico, de su desaparici¨®n. ?El fin de las desgracias? Desde luego. Pero tambi¨¦n esto: "La desintegraci¨®n del comunismo no ha solucionado ninguno de los problemas que provocaron el comunismo". ?Acaso el capitalismo ha suprimido entretanto la miseria? ?Una obra de arte es hoy menos mercanc¨ªa que en la ¨¦poca de Marx? ?La l¨®gica de los beneficios se ha vuelto Id¨¦ntica a los intereses de la humanidad y del planeta? Todos los problemas han permanecido pr¨¢cticamente intactos, y han surgido otros nuevos. Jean Daniel cita esta idea de Nasser: "S¨ª el nacionalismo ¨¢rabe fracasa en esta regi¨®n del mundo, si los pa¨ªses socialistas no nos ayudan a triunfar sobre los occidentales dominados por EE UU, los pueblos ¨¢rabes s¨®lo tendr¨¢n ya esperanza en el islam". A la luz de esta afirmaci¨®n es f¨¢cil comprender que "... los [¨¢rabes] m¨¢s occidentalizados vivieron la 'desintegraci¨®n del sistema sovi¨¦tico como algo luctuoso". Recalco: los m¨¢s occidentalizados, es decir, los m¨¢s pr¨®ximos a nosotros.
Para la opini¨®n convencional del momento, el nacionalismo es la palabra maldita. Sin embargo, seg¨²n Jean Daniel, para el mundo ¨¢rabe nunca dej¨® de ser la ¨²nica v¨ªa de liberaci¨®n. Y Jean Daniel recuerda a De Gaulle, que dijo en la conferencia de prensa que sigui¨® al aplastamiento de la Primavera de Praga en 1968: "A partir de ahora, la evoluci¨®n de Europa oriental es inevitable. Es demasiado tarde para que ninguna ideolog¨ªa, incluido el comunismo, pueda triunfar sobre el sentimiento nacional".
Lo notable no es s¨®lo el car¨¢cter prof¨¦tico de esa frase, sino tambi¨¦n su expresi¨®n sem¨¢ntica. Para De Gaulle, la fuerza susceptible de resistir al comunismo no es el esp¨ªritu democr¨¢tico, los derechos humanos, el mercado libre o qu¨¦ s¨¦ yo qu¨¦ otra cosa, sino... el sentimiento nacional. Y confirmo que eso corresponde por completo a mis propios sentimientos vividos. Un peque?o recuerdo a prop¨®sito de esto: hace unos 10 a?os vi una entrevista televisada con un representante de Solidaridad (creo que era Kuron; que me perdone si me equivoco), en la que ¨¦ste habla de la determinaci¨®n de los polacos, en caso de invasi¨®n, a luchar contra los rusos. Lo recuerdo bien: Kuron repite en polaco la palabra "rusos" mientras que en la traducci¨®n simult¨¢nea en franc¨¦s yo oigo hablar de los "sovi¨¦ticos". Es sorprendente hasta qu¨¦ punto el esp¨ªritu de la ideolog¨ªa dominante censura un discurso de la manera m¨¢s natural (y con las mejores intenciones) para lavarlo de la sospecha de nacionalismo. Es as¨ª como los cronistas de la distancia sustraen a los acontecimientos su enfoque original.
Si el siglo XX concluy¨® en 1989, estamos ya propulsados hacia lo desconocido, dirigi¨¦ndonos "sin br¨²jula ni estrellas hacia un futuro mundialista...". ?Y el nacionalismo? ?Es el director de orquesta de horrores futuros? Eso dicen algunos. Pero ?es cierto? Jean Daniel: "En la era de lo consumado que se anuncia, [la naci¨®n] es tan mortal como lo son las civilizaciones seg¨²n Val¨¦ry. Sobre todo porque la naci¨®n, como la democracia, y como -por ejemplo- el laicismo, necesita continuamente una dimensi¨®n ¨¦pica para sobrevivir". En los tiempos que corren pienso mucho en las peque?as naciones a las que con tanta frecuencia se acusa de odios nacionalistas. Observo que, una vez saciadas sus ambiciones nacionales, se precipitan con desenfrenada impaciencia en brazos de la reuni¨®n planetaria m¨¢s uniforme. ?Para elevarse a una pertenencia superior, europea, planetr¨ªa? O, por el contrario, para disolverse en una poblaci¨®n pasiva, sin ning¨²n proyecto com¨²n, manipulada desde el exterior e incapaz de crear su propia historia?
Por una extra?a coincidencia he vuelto a leer Viaje al fondo de la naci¨®n durante mi ¨²ltima estancia en Praga, y las cuestiones que all¨ª me plante¨¦ correspond¨ªan con las de este libro, que aprecio no s¨®lo porque aprecio a su autor, sino porque no es un libro de convicciones (?qu¨¦ es una convicci¨®n? Es el pensamiento detenido, petrificado), sino de preguntas y dudas. En otras palabras: un libro de sabidur¨ªa.
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