Elecciones a la Duma
En diciembre de 1993, hace ahora justamente dos a?os, se celebraban las primeras elecciones en la Federaci¨®n Rusa, tras la desaparici¨®n de la URSS dos a?os antes (diciembre de 1991). Con ellas se cerraba el primer bienio del periodo postsovi¨¦tico, caracterizado por una profunda crisis institucicirial que aboc¨® finalmente al golpe presidencial de Yeltsin y a la disoluci¨®n cruenta del Parlamento ruso. Con la aprobaci¨®n de una nueva Constituci¨®n, simult¨¢neamente a las elecciones para la nueva Duma, se abr¨ªa una nueva fase de la vida pol¨ªtica rusa que se prolonga hasta el momento actual.El hecho de que las elecciones legislativas coincidiesen con el refer¨¦ndum constitucional es una muestra ilustrativa de la, anomal¨ªa institucional en que se desarrollaba el proceso pol¨ªtico en la Rusia postsovi¨¦tica. En especial, es preciso llamar la atenci¨®n sobre el car¨¢cter completamente an¨®malo del proceso constituyente ruso, que carece de su elemento esencial: la Asamblea constituyente, as¨ª como del no menos an¨®malo proceso electoral que dio lugar a la constituci¨®n de la nueva Duma de la Federaci¨®n Rusa. La explicaci¨®n que se dio entonces como justificaci¨®n de todo ello era que las circunstancias excepcionales por las que atravesaba Rusia tras los sucesos de octubre de 1993 imped¨ªan el desarrollo de un proceso constituyente y electoral normalizado de acuerdo con criterios democr¨¢ticos.
Las actuales elecciones tienen lugar dos a?os despu¨¦s de que la nueva Constituci¨®n de 1993 estableciese el modelo pol¨ªtico que rige en la Rusia postsovi¨¦tica. Una primera consideraci¨®n a realizar al respecto ha de referirse, obligadamente, al car¨¢cter at¨ªpico que presenta este modelo en el marco del constitucionalismo comparado; en particular por lo que se refiere a la forma de gobierno, y a la articulaci¨®n de su sistema institucional, que pivota en torno a un presidente cuya configuraci¨®n constitucional, tanto por lo que respecta a los poderes que le son propios como a sus relaciones con otros poderes del Estado, no puede resultas m¨¢s confusa. A falta de otra caracterizaci¨®n mas precisa no hay m¨¢s remedio que hablar de un "presidencialismo a la rusa". Como se?ala en t¨¦rminos expresivos el conocido constitucionalista Patrice G¨¦lard: "La nueva Constituci¨®n rusa instaura un r¨¦gimen pol¨ªtico inclasificable que se inspira a la vez en el r¨¦gimen presidencial americano, en el presidencialismo franc¨¦s y en el parlamentarismo dualista de tipo orleanista. Protege de forma excesiva las prerrogativas presidenciales; que son las m¨¢s amplias entre los reg¨ªmenes democr¨¢ticos existentes y que recuerdan el cesarismo plebiscitario. De hecho esta Constituci¨®n enlaza con el estatuto constitucional del imperio ruso tal y como funcionaba bajo el r¨¦gimen legislativo de 1905 y 1906; de hecho el estatuto del presidente es el de Nicol¨¢s II, exceptuada la elecci¨®n".
Pero si el dise?o institucional del sistema pol¨ªtico ruso postsovi¨¦tico es at¨ªpico y confuso, estas mismas caracter¨ªsticas son tambi¨¦n aplicables en igual medida, o mayor a¨²n, al extra?o sistema de fuerzas pol¨ªticas que surge de las elecciones y que conforman el abigarrado espectro pol¨ªtico electoral ruso en la actualidad. En este sentido, la primera consideraci¨®n que cabe hacer es la inexistencia, salvo alguna excepci¨®n, (quiz¨¢ la ¨²nica sea el nuevo Partido Comunista, de G. Ziug¨¢nov) de formaciones pol¨ªticas m¨ªnimamente consolidadas que presenten los rasgos propios de un partido pol¨ªtico (o coalici¨®n de partidos) estable. Es muy significativa, a este respecto, la constelaci¨®n de plataformas electorales de car¨¢cter grupal (mujeres, campesinos, damnificados por quiebras econ¨®micas como la MMM), territorial, seg¨²n las zonas, o simplemente vinculados a personalidades de distinto signo (Chemomirdin, Yavlinski, G¨¢idar, Fiod¨®rov, Lebed), pero que en ning¨²n caso representan alternativas de car¨¢cter global para el conjunto de la sociedad rusa.
En estrecha relaci¨®n con la falta de consolidaci¨®n pol¨ªtica y organizativa de casi todas las opciones electorales que concurren a estos comicios, hay que se?alar, tambi¨¦n, la falta de identidad pol¨ªtico-ideol¨®gica clara de los distintos grupos que se disputan los esca?os de la Duma. Su ubicaci¨®n, de acuerdo con el par referencial izquierda-derecha, resulta muy problem¨¢tica en la mayor¨ªa de los casos. Y, por ¨²ltimo, hay que mencionar, como un factor que condiciona decisivamente la vida pol¨ªtica postsovi¨¦tica, la profunda crisis nacional rusa tras el desmembramiento de la URSS, lo que hace que el componente nacional-patri¨®ticio incida, de forma determinante en la conformaci¨®n de los emergentes grupos pol¨ªticos rusos.
En este contexto, y a diferencia de cualquier confrontaci¨®n electoral que se desarrolle bajo unas condiciones m¨ªnimas de normalidad institucional, la importancia de los resultados electorales es muy relativa. En efecto, sean ¨¦stos cuales sean, dificilmente van a servir para formar una mayor¨ªa de gobierno estable; y ello por dos razones: porque el marco institucional, tal y como ha sido dise?ado en la Constituci¨®n vigente -en particular, las relaciones presidente-Gobierno-Duma- no lo hacen posible; y porque, a la vista del confuso mapa electoral, no es previsible que surja, al menos en estas elecciones, una mayor¨ªa parlamentaria suficiente, ni en n¨²mero ni en cohesi¨®n pol¨ªtica, capaz de llevar adelante su propio proyecto program¨¢tico.
Un factor adicional, pero cuya influencia en estas elecciones debe ser tenida en cuenta, es la perspectiva a corto plazo (seis meses) de otro nuevo proceso electoral para elegir al presidente de la Federaci¨®n. Dada la preeminencia que en el sistema institucional ruso actual tiene la instancia presidencial sobre cualquier otra, es l¨®gico que la confrontaci¨®n electoral para la Duma se desarrolle tambi¨¦n en buena medida, en clave presidencial; y que algunos de los candidatos que concurren en estas elecciones para la obtenci¨®n de un esca?o parlamentario lo hagan, en realidad, con la vista puesta en las pr¨®ximas elecciones presidenciales. Ello, sin duda, interfiere en el proceso electoral en curso y contribuye a dificultar el decantamiento de opciones parlamentarias basadas en proyectos program¨¢ticos.
En cualquier caso, y sean cuales sean los resultados de estas elecciones y el nuevo mapa pol¨ªtico que surja de ellas (que deben ser completados con lo que resulte en las inmediatamente pr¨®ximas elecciones presidenciales), lo m¨¢s previsible es que se entre en una nueva fase del confuso y accidentado pro ceso pol¨ªtico que ha caracterizado a la Federaci¨®n Rusa desde su nacimiento, hace ahora cuatro a?os. En las condiciones de incertidumbre actuales -la forma en que se plantean estas elecciones son el mejor reflejo de ello-, es aventurado avanzar cualquier pron¨®stico sobre el curso que puedan seguir los acontecimientos en el futuro, incluso el m¨¢s pr¨®ximo. Quiz¨¢, una de las aportaciones que pudieran hacer estas elecciones se r¨ªa contribuir a la formaci¨®n de un sistema de partidos que, al menos, permita la normaliza ci¨®n democr¨¢tica imprescind¨ª ble para abrir perspectivas ra zonables de futuro en la sufrida sociedad rusa.
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