Bel¨¦n prepara con pobreza la primera Navidad palestina
"Va usted a perdonar, pero s¨®lo tengo unos minutos. Espero la llegada del embajador de un pa¨ªs muy rico. Le vamos a pedir que nos ayude". El¨ªas Freij, el alcalde (cristiano) de Bel¨¦n desde hace m¨¢s de un cuarto de siglo, se arregla la corbata azul y mira constantemente su reloj. Siempre ha sido un hombre ocupado, y m¨¢s a¨²n en estos d¨ªas grises en los que nerviosamente prepara la primera Navidad palestina, pues en cualquier momento se replegar¨¢n los soldados israel¨ªes de Bel¨¦n tras 28 a?os de ocupaci¨®n. Pero resulta dif¨ªcil determinar si Freij est¨¢ o no feliz.Por un lado, comparte el j¨²bilo popular ante la inminente desaparici¨®n de todos los s¨ªmbolos de la ocupaci¨®n israel¨ª. Por otro, est¨¢ preocupado por lo que le deparen estas fiestas y por el futuro mismo de la ciudad, de 25.000 habitantes. "Ser¨¢ un acontecimiento hist¨®rico, inolvidable", dice refiri¨¦ndose a la llegada del l¨ªder palestino, Yasir Arafat, a Bel¨¦n para pasar la Nochebuena con su esposa e hija. Pero Freij sabe que, a menos de que el municipio reciba una urgente inyecci¨®n de fondos, estas Navidades pueden resultar opacas.
Freij no quiere revelar qui¨¦n es el embajador que con tantas ansias espera ni decir a qu¨¦ pa¨ªs representa. Pero la llegada del coche del embajador japon¨¦s despeja el misterio. Bel¨¦n espera la ayuda nipona porque, seg¨²n Freij, ning¨²n pa¨ªs se ha brindado a ayudarle a correr con los gastos navide?os.
Noruega, pa¨ªs patr¨®n del proceso d¨¦ paz, desisti¨® este a?o de enviar siquiera un pino para adornar la plaza del Pesebre. El que mand¨® el a?o pasado se sec¨® en un puerto israel¨ª porque las autoridades sanitarias prohibieron su ingreso invocando regulaciones aduaneras. Freij dice que Estados Unidos tampoco ha respondido a solicitudes de ayuda, generalmente en forma de ornamentos navide?os. C¨®rdoba, una de las tantas "ciudades hermanas" que tiene Bel¨¦n, tampoco se ha manifestado.
"Estamos solos, como siempre", suspira Freij. Si ten¨ªa esperanzas de que con la retirada de los israel¨ªes y la extensi¨®n de la autoridad palestina a Bel¨¦n el municipio recibir¨ªa un regalo econ¨®mico para las tantas aflicciones de la ciudad, ¨¦stas se han ido desvaneciendo. En algunos c¨ªrculos de Bel¨¦n a Arafat se le ha comenzado a llamar Abu Navidad, pero Freij no cree que el l¨ªder palestino est¨¦ en condiciones de comportarse corno un Papa Noel de verdad.
"Tenemos un presupuesto de apenas un mill¨®n de d¨®lares (algo m¨¢s de 120 millones de pesetas) anuales para todos los trabajos de la municipalidad", dice Freij agitando el ¨ªndice derecho. "S¨®lo. Para poner a Bel¨¦n en forma necesitamos por lo menos 26 millones. Hay que cambiar el sistema de alcantarillado, parchear las calles, cambiar el alumbrado, y construir una terminal de autobuses y un parque deportivo, porque no tenemos ni uno", afirma Freij. "Hay que emprender todas las obras que quedaron postergadas por la ocupaci¨®n desde 1967", dice Freij volviendo a mirar el reloj.
Afuera, en una esquina de la fr¨ªa plaza del Pesebre, los soldados israel¨ªes apostados en la estaci¨®n de polic¨ªa est¨¢n igualmente impacientes. "Que lleguen de una vez las fiestas. As¨ª podremos largarnos de aqu¨ª de una vez por todas", comenta un joven soldado que devuelve el saludo a unos chavales que agitan la bandera palestina adornada con el retrato sonriente de Arafat. En otros tiempos les habr¨ªa perseguido y encarcelado. Pero el sentimiento de reconciliaci¨®n que hay en Cisjordania es contagioso. No as¨ª el pesismismo de Freij.
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