Pugna de togas
El Colegio de Abogados litiga por recuperar espacio en el Palacio de Justicia
Justicia estricta, injusticia manifiesta. Sumus ius, suma iniuria. Con esta cita latina, los abogados madrile?os caracterizan un problema que afecta a su colegio profesional. No es asunto grave, aunque les hiere. Desean recobrar espacio colegial en el Palacio de Justicia. De all¨ª fueron desalojados por el Tribunal Supremo. Los jueces ocuparon su terreno. Pero los abogados perseveran. Quieren permanecer presentes en el coraz¨®n de la justicia madrile?a como lo estuvieron siempre. Si las Salesas son un mercado, los abogados quieren reabrir all¨ª sus puestos. No es un pleito en el que pugnen codo con codo junto a los jueces por la justicia. M¨¢s bien pelean contra los magistrados por ara?arles un territorio en disputa. Las armas esgrimidas son, s¨®lo, palabras.El Colegio de Abogados de Madrid cumplir¨¢ cuatro siglos el pr¨®ximo mes de julio. Es una de las instituciones de mayor solera y raigambre de cuantas cimentan la sociedad civil madrile?a. Agrupa a,24.000 abogados ejercientes y a 12.000 no ejercientes. Cuenta con 130 empleados. Participa de todas las actividades culturales e institucionales de la ciudad, a la que se halla muy vinculado.
Dentro del soberbio Palacio de Justicia, las Salesas, entre las calles de G¨¦nova, Marqu¨¦s de la Ensenada y B¨¢rbara de Braganza, el Colegio de Abogados tuvo a?os atr¨¢s casi un tercio de los 27.000 metros cuadrados de su espacio total. En conjunto, el equivalente a 100 pisos de 100 metros cuadrados de superficie h¨¢bil.
A partir de la desamortizaci¨®n de bienes de la Iglesia, en 1835, jueces y abogados hab¨ªan convivido all¨ª en buena compa?a. Pero aquellas holgadas dimensiones de las que el Colegio gozaba se vieron reducidas por precepto legal. Una disposici¨®n adicional de la Ley de Presupuestos de 1092 as¨ª lo estableci¨®. Inclu¨ªa un plan para recuperar espacios judiciales de los palacios de justicia de las ciudades espa?olas. Algunos juzgados se asfixiaban. Los abogados salieron. Se instalaron en algunas plantas de un edificio de Serrano, 9.
Con el traslado, el Colegio madrile?o, cuenta hoy con su expresi¨®n m¨ªnima en las, Salesas: un despacho, un antedespacho y una sala de: togas. Algo as¨ª como 200 metros cuadrados de superficie. Eso es todo lo que le queda al Colegio en el fastuoso caser¨®n. El palacio permanece hoy casi en exclusiva a disposici¨®n del Tribunal Supremo.
Pero no parece ser tanto un problema de magnitudes cuanto de presencia, de s¨ªmbolos, y a?oranzas. Un aluvi¨®n d¨¦ re cuerdos profesionales, como la exposici¨®n. de los cad¨¢veres de los abogados comunistas asesinados por ultras en la calle de Atocha olas asambleas corporativas que coadyuvaron tanto a la transici¨®n democr¨¢tica, han perdido hoy el escenario hist¨®rico, sobre el que se desplegaron.
Aunque se atienen a la norma, los letrados creen que el desenlace derivado de su aplicaci¨®n no es justo. El Colegio les merece una presencia mayor en el coraz¨®n de la justicia madrile?a. Por eso pugnan. Es lo suyo.
Lo malo es que enfrente no tienen litigantes cualesquiera; tienen, ni m¨¢s ni menos, que a los jueces del Tribunal Supremo. El pleito est¨¢, servido. Pero con todos los papeles cambiados: los abogados habr¨¢n de ser clientes de s¨ª mismos, para bien defenderse. Los jueces son -por su parte-, parte concernida. Justicia se muestra cautelosa. Todo un embrollo.
"Ya ve, un buen s¨ªmbolo de los tiempos, los jueces prevalecen", comenta Mart¨ªn Garc¨ªa, secretario del decanato. "El sal¨®n de la Pur¨ªsima, con su suelo acristalado donde los letrados, dialogaban, acordaban, pactaban... El sal¨®n de actos, magn¨ªfico, la biblioteca. Todo est¨¢ hoy vac¨ªo", musita con nostalgia. El mismo ¨¢nimo se observa en el rostro del conserje de la exigua y residual sala de togas, Antonio Fern¨¢ndez. Los jueces callan y remiten al Ministerio de Justicia. "Dado el enorme crecimiento de la organizaci¨®n judicial en los ¨²ltimos a?os", comenta Jos¨¦ Luis Gisbert, alicantino de 41 a?os, director general de Infraestructuras del Ministerio de Justicia, "era imposible la coexistencia. Sin embargo", reconoce, "en todos los territorios judiciales de Madrid y de la Comunidad existen espacios destinados a cometidos de la defensa, tanto en los juzgados como en las audiencias. Pero s¨®lo los imprescindibles para impartir justicia; nada de servicios corporativos", comenta.
Luis Mart¨ª Mingarro, de 58 a?os, decano de los abogados desde 1992, no pierde la esperanza. "Estoy convencido de que llegaremos a un acuerdo", dice. Justicia y el Supremo siguen dialogando con los abogados. Estos parecen dispuestos a derrochar su mejor elocuencia para persuadir a los jueces, -a algunos directivos colegiales tambi¨¦n- y romper el rigor justiciero de la norma que impugnan.
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