El rescate del primer nido de dinosaurio
Paleont¨®logos espa?oles restauran siete huevos encontrados en L¨¦rida
Unas c¨¢scaras de huevo de dinosaurio, dispersas por el suelo en un terreno erosionado, cerca de la localidad leridana de Isona, fueron la clave. Los paleont¨®logos siguieron el rastro que les condujo hasta una ladera donde m¨¢s c¨¢scaras incrustadas en los sedimentos de marga ar cilla y carbonato c¨¢lcico) formaban c¨ªrculos. Los ojos bien entrenados de los cient¨ªficos su pieron ver all¨ª un nido de dinosaurio. Era septiembre de 1993 y los siete huevos, de unos 25 cent¨ªmetros de di¨¢metro, datados en 70 millones de a?os, son el primer nido de dinosaurio descubierto y excavado en Espa?a.El s¨¢bado pasado, ese importante trofeo paleontol¨®gico, limpio de sedimentos y protegido con resinas consolidantes, sali¨® de la Unidad de Paleontolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid (UAM), donde ha sido estudiado y restaurado, hacia el Museo Municipal de Isona.
"Este nido nos da informaci¨®n original sobre el tipo de puesta de dinosaurio, lo que no es f¨¢cil, porque normalmente las c¨¢scaras est¨¢n completamente disgregadas en los yacimientos y no hay forma de saber c¨®mo eran ni los huevos ni los nidos", comenta Jos¨¦ Luis Sanz, catedr¨¢tico de Paleontolog¨ªa de la UAM. "Adem¨¢s, el, hallazgo se correlaciona con otros semejantes del sur de Francia, y nos indica que el registro de huevos de dinosaurio en esta regi¨®n espa?ola es muy importante y hay que seguir trabajando".l
Inc¨®gnitas
El nido est¨¢ ahora rodeado de poliuretano e inc¨®gnitas. El poliaretano sirve para proteger la pieza; las inc¨®gnitas, para obligar a los cient¨ªficos a devanarse los sesos. "No sabemos a qu¨¦ especie pertenece, aunque estos huevos normalmente se identifican con unos saur¨®podos del cret¨¢cico superior denominados titanosaurios", comenta Joaqu¨ªn Moratalla, especialista de la Un?idad de Paleontolog¨ªa. Desde luego era un animal grande, asegura Sanz, pero puntualiza que la relaci¨®n entre el tama?o del adulto y el del huevo puede ser muy variable, dependiendo, por ejemplo, del n¨²mero de huevos en la puesta. "Hace unos a?os, unos colegas encontraron unos huevos parecidos en Rumania junto a evidencias de otros animales -los dinosaurios ornit¨®podos de pico de pato-, pero seguimos con la duda acerca de qu¨¦ dinosaurios pon¨ªan este tipo de huevos, que se han descubierto en el sur de Francia y en la India", contin¨²a Moratalla. "En yacimientos de Burgos y de Cuenca tambi¨¦n se han encontrado c¨¢scaras as¨ª".En Espa?a hay numerosos e importantes yacimientos de dinosaurios, con icnitas (huellas) y huesos. En la cuenca leridana de Tremp, cerca de donde apareci¨® el nido, los paleont¨®logos de la UAM, con sus colegas de la Universidad Complutense liderados por Nieves L¨®pez, estudiaron una zona sembrada de c¨¢scaras de huevos de dinosaurio, unos 300.000.
"Los dinosaurios colonizaron todo el planeta y durante 160 millones de a?os fueron la fauna dominante de vertebrados, como hoy lo son los mam¨ªferos'' explica Sanz. "Seguramente colonizaron tambi¨¦n las regiones polares (como demuestran los f¨®siles hallados en la Ant¨¢rtida y en Alaska)". Lo que pasa es que los animales no se incorporan al registro f¨®sil si no se dan las condiciones adecuadas, sobre todo terreno empapado de agua que entierre los huesos y los selle frente a los rigores de la intemperie y a la putrefacci¨®n. Entonces empieza el lento proceso de fosilizaci¨®n, la sustituci¨®n del material org¨¢nico por material inorg¨¢nico hasta convertir el hueso en piedra con la forma original. Los f¨®siles permanecen enterrados hasta que los fen¨®menos geol¨®gicos los sacan a la luz en los afloramientos. No es que hubiera dinosaurios s¨®lo en unas zonas, sino que en unos sitios se preservaron sus restos y en otros no.
Aunque en Mongolia los sedimentos de los yacimientos son de origen e¨®lico -vientos cargados de arena que r¨¢pidamente cubr¨ªan a los animales-, "los yacimientos suelen ser cuencas sedimentarias del pasado asociadas a r¨ªos o costas", dice Sanz. "El nido de Isona es de una zona fluvial, mientras los 300.000 huevos de Tremp se pusieron en la playa", explica.
El nido, un bloque de marga con los siete mont¨ªculos pegados de cascarillas punteadas, de color marr¨®n oscuro, destacaba la semana pasada encima de una mesa del laboratorio de la Unidad de Paleontolog¨ªa de la UAM. "El color puede deberse a la fosilizaci¨®n", explica Sanz. Entre las piececitas marrones hay protuberancias ocres. Son ra¨ªces fosilizadas de plantas que crecieron en el sedimento que cubri¨® los huevos.
En la zona de Isona donde apareci¨® el nido -en grave peligro de deterioro, lo que motiv¨® el acuerdo con la UAM para su restauraci¨®n en Madrid hay registros de varios dinosaurios: titanosaurios, ornit¨®podos e iguanod¨®ntidos. "La ¨²nica forma de identificar sin duda un huevo es encontrar el embri¨®n, y no tenemos ninguna evidencia de que haya algo dentro de ¨¦s?os", dice Sanz. Los especialistas que los han estudiado creen que estos huevos no fueron viables, aunque desconocen el motivo.
Sobre el probable comportamiento familiar de algunos dinosaurios averigu¨® muchas cosas el estadounidense Jack Horner en Montana. Horner encontr¨® hace unos anos nidos asociados que sugieren la existencia de una poblaci¨®n que nidificaba all¨ª, como una zona de puesta, incluso en niveles diferentes, lo que sugiere que los dinosaurios regresaban a un sitio a criar. No s¨®lo encontr¨® nidos y huevos, sino tambi¨¦n embriones e individuos juveniles fosilizados. El desgaste en los dientes de algunas cr¨ªas hace pensar a Homer que fueron alimentadas en el nido, que los padres cuidaban de ellas. ?Y el nido de Isona?, ?c¨®mo imaginan los cient¨ªficos su historia? "En un terreno cerca de un r¨ªo, una hembra de un dinosaurio de tama?o considerable acerc¨® la zona externa del oviducto para poner los huevos; no sab¨¦mos qu¨¦ postura adoptar¨ªa. Por alguna raz¨®n, los huevos no eclosionaron". Nada m¨¢s pueden aventurar los cient¨ªficos con los indicios que tienen. Luego el nido se cubri¨® de tierra, crecieron las plantas... y pasaron 70 millones de a?os.
Gasas y pegamento
Unas gasas impregnadas en pegamento com¨²n fueron la primera protecci¨®n que recibi¨® el nido cuando Bernardino P¨¦rez, de la Unidad de Paleontolog¨ªa de la UAM, y sus colegas lo encontraron, en 1993. "La erosi¨®n lo estaba destruyendo, as¨ª que lo protegirnos lo mejor que pudimos, lo cubrimos y regresamos meses despu¨¦s para excavarlo", explica.Volvi¨® con Francisco Ortega y otros especialista al yacimiento y fueron cortando la piedra con mucho cuidado alrededor de los huevos, rellenando de poliuretano los cortes para proteger el bloque al arrancarlo de la tierra. Ortega y P¨¦rez recuerdan que la pieza "era un monstruo de metro y medio por un metro y pesaba much¨ªsirno". El nido no estaba en el campo en la posici¨®n que ahora se admira, sino dado la vuelta, es decir, lo que queda es el fondo de los huevos incrustrados en el sedimento, mientras que la parte superior fue destruida por la erosi¨®n.
Una vez colocado en la mesa del laboratorio, en la UAM, empez¨® una labor minuciosa de excavaci¨®n con un cincel, arrancando pedacitos de marga y consolidando con resina cada pieza de los huevos, hasta que los siete montones ovalados de cascarilla estuvieron limpios y bien pegados. a la matriz. Los huevos no est¨¢n rotos por aplastamiento, sino por las condiciones geol¨®gicas del afloramiento. La restauraci¨®n ha durado casi un a?o y ha costado medio mill¨®n de pesetas a cargo de fondos de la Dinosaur Society estadounidense.
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