Milagro en dos minutos
Los triples de Ant¨²nez y Laso salvaron al Madrid ante el Buckler
, El Real Madrid sigue vivo. A costa, naturalmente, de sufrir un calvario en cada partido. No hay otro remedio moment¨¢neo mientras no solucione el problema que tiene cuando se pasea por Europa: le falta un tirador. Es un hecho indiscutible. En otras circunstancias, ayer habr¨ªa disfrutado de una agradable velada.
Un par de minutos de euforia colectiva, acaso un espejismo breve, result¨® ser la clave del partido. De acuerdo que el Madrid trabaj¨® una defensa eficaz, donde sent¨® las bases de su victoria. Por supuesto que la vigilancia sobre Komazec fue un ¨¦xito -tard¨® nueve minutos en hacer una canasta- Incluso Arlauckas y Savic pudieron hacer su juego. Pero ciertos mandamientos del baloncesto son inflexibles a la hora de dictar sentencia sobre lo que te puede pasar si careces de un tirador de media distancia. El Madrid caminaba hacia el infierno aunque aparentemente dominar¨¢ el partido.
Sucedi¨®, entonces, que Laso y sobre todo Ant¨²nez sufrieron una trasmutaci¨®n inopinada mediada la segunda parte. Decidieron, vaya usted a saber porqu¨¦, probar suerte como tiradores. Y de su eficacia nacieron tres triples casi consecutivos que colocaron al Madrid con un marcador esperanzador (64-54 a falta de ocho minutos). C¨®mo sucedi¨® aqu¨¦llo queda para secreto de inventario, pero de tan extra?a acci¨®n result¨® la victoria.An¨®tese que, entre ese par de minutos milagrosos y el final del partido mediaron no m¨¢s de diez tantos, cuatro de ellos producto de tiros libres, lo cual explica la angustia productiva que vivi¨® el Madrid, v¨ªctima de una coyuntura irremediable: los tiradores no se inventan de un d¨ªa para otro, se tienen o no se tienen.
El trance final fue un nuevo suplicio, aliviado en buena parte por el poco sustento que, en realidad, ten¨ªa el Buckler en su juego. Sin Komazec en sus registros habituales, el Buklcer no es m¨¢s que una radiograf¨ªa de los males que afectan desde hace ya alg¨²n tiempo al baloncesto italiano. Es decir, mucha pose y poca clase. En la jugada decisiva, Brunamonti envi¨® toda una asistencia ala grada, que los jugadores madridistas aplaudieron sin decoro.
El Madrid mantiene sus aspiraciones, pero sigue en pecado. Sin un pistolero (o un sistema que garantice un juego de media distancia), el Madrid es un equipo con fecha de caducidad.
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