Fractura en Francia
EN LAS ¨²ltimas semanas, Francia ha sido escenario de intensos debates, en los foros intelectuales y en la calle, sobre algunos de los principales problemas econ¨®micos y sociales de la Europa de Maastricht. El Gobierno de centro-derecha de Alain Jupp¨¦ abri¨® el fuego presentando un plan de rigor destinado a reducir el d¨¦ficit p¨²blico, alejado todav¨ªa del 3% del PIB que exigen los criterios de convergencia, y sanear las cuentas de un sistema de seguridad social excelente, pero al borde de la bancarrota. El plan recibi¨® el aplauso de la clase pol¨ªtica, los economistas y los medios de comunicaci¨®n, pero se enfrent¨® a una dura oposici¨®n popular expresada en forma de huelgas y manifestaciones de los funcionarios y empleados de las empresas p¨²blicas.Se evidenci¨® as¨ª la existencia de lo que estos d¨ªas los franceses llaman la fractura entre las ¨¦lites y la opini¨®n p¨²blica. Para los huelguistas -y esa mayor¨ªa de la gente que, seg¨²n las encuestas, les apoyaba-, las ventajas de la reducci¨®n de los d¨¦ficit del Estado y la Seguridad Social son demasiado et¨¦reas y a largo plazo para los sacrificios reales que- se les piden a corto plazo. Como dice Jacques Delors, "las ¨¦lites tienen la cabeza en el mundo global y la poblaci¨®n la sigue teniendo en el territorio nacional". Los partidarios de la necesidad de sacrificios serios e inmediatos act¨²an convencidos de que, dada la extensi¨®n a todo el planeta del sistema de mercado libre y la velocidad de actuaci¨®n de los operadores financieros, el equilibrio de las cuentas, el control de la inflaci¨®n y la apertura y flexibilizaci¨®n de los mercados son la ¨²nica manera de mantener la competitividad de las econom¨ªas europeas y salvaguardar lo m¨¢ximo posible su modelo de Estado de bienestar. Por el contrario, los enemigos del rigor piden esa otra pol¨ªtica que predicaba, Jacques Chirac en la campa?a y que deber¨ªa conseguir al mismo tiempo mantener el gasto social, reducir la presi¨®n fiscal y generar empleo.
Las cuatro semanas de crisis francesa han mostrado que el paro, que alcanza en ese pa¨ªs el 11,5%, es la principal angustia de la ciudadan¨ªa. La protesta se ha ido extinguiendo tras la retirada por Jupp¨¦ de vanos aspectos de su plan de rigor, como el recorte de las ventajas de los funcionarios en materia de jubilaci¨®n o la eliminaci¨®n de las actividades menos rentables de los ferrocarriles. Jupp¨¦ mantiene el resto de sus objetivos, aunque en su Gobierno hay serias dudas sobre la conveniencia de la inminente entrada en vigor del nuevo impuesto del 0,5% sobre casi todas- las rentas destinado a enjugar la deuda del sistema de salud y pensiones.
El pasado jueves, Jupp¨¦ celebr¨® en Matignon una cumbre social con los representantes de la patronal y los sindicatos. A su t¨¦rmino, el primer ministro se mostr¨® optimista, pero no as¨ª los interlocutores sociales. Jupp¨¦ se fij¨® el objetivo de crear 250.000 empleos para menores de 25 a?os en 1996 y pareci¨® mostrarse convertido a la idea socialista de flexibilizaci¨®n de horarios y reducci¨®n del tiempo del trabajo. El primer ministro asegur¨® que introducir¨¢ esta idea en la Administraci¨®n y las empresas p¨²blicas e invit¨® a empresarios y sindicatos a negociar caso por caso en el sector privado. Francia ha entrado en una especie de tregua de Navidad, pero los sindicatos advierten que a comienzos de a?o volver¨¢n a impulsar movilizaciones. Para el resto de los europeos, lo que all¨ª ocurre es de capital importancia. Y no s¨®lo porque sin la participaci¨®n de Francia no nacer¨¢ la moneda ¨²nica, sino porque, m¨¢s all¨¢ de este objetivo, lo que los franceses debaten tiene mucho que ver con sus problemas de cada d¨ªa.
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