De la poltrona al hospital o al cementerio
Los suicidios y las muertes por c¨¢ncer y enfermedades del coraz¨®n se cuentan por decenas en la Italia de los esc¨¢ndalos
Para quienes contaron algo en la Italia de los a?os ochenta ha sido como una epidemia. Manos Limpias, la operaci¨®n anticorrupci¨®n iniciada por la magistratura italiana hace ya casi cuatro a?os, apenas si ha hecho entrar a¨²n a alguien en prisi¨®n, salvo con car¨¢cter preventivo, porque en Italia le tarda bastante m¨¢s en llegar a una condena definitiva. Pero la magnitud del terremoto que desat¨® sobre la clase pol¨ªtica se refleja en un n¨²mero de v¨ªctimas mortales que tiende a superar al de los supervivientes, inmersos en un panorama de ruina personal aunque su riqueza econ¨®mica no haya sido casi tocada. Gozaron del poder hasta el exceso y hoy tienen dificultades para dejarse ver fuera de casa.Al goteo de suicidios, que en los ¨²ltimos tres a?os suman al menos 13 casos, se sobrepone el rumor funerario de la enfermedad que siempre acecha en las fases dif¨ªciles de la existencia humana.
Giovanni Goria, democristiano que en julio de 1987 fue aclamado como el presidente del Gobierno m¨¢s joven de su pa¨ªs, muri¨® de c¨¢ncer de pulm¨®n, a los 51 a?os, en mayo de 1994, y al menos el obispo de su ciudad no tuvo dudas sobre la gestaci¨®n del mal que le llev¨® a la tumba. "?La historia de Giovanni Goria? Lo han linchado durante 20 a?os por aquel asunto de la caja de ahorros. ?Hay que a?adir algo m¨¢s?", dijo con tono amargo Severino Poletto, obispo de Asti, cuando el f¨¦retro de Goria estaba a punto de tomar tierra. Del "asunto de la Caja de Ahorros de Asti", el finado hab¨ªa sido absuelto. Pero, cuando muri¨®, Goria, ministro de Hacienda hasta 1992, ten¨ªa pendiente otro juicio por comisiones ilegales derivadas de la construcci¨®n de un hospital.
Fue a¨²n menos alentador el final de Vittorio Sbardella, fascista hasta los a?os setenta y m¨¢ximo exponente andreottiano en el Ayuntamiento de Roma durante los a?os ochenta, que sucumbi¨® a un c¨¢ncer de est¨®mago el 26 de septiembre de 1994. En los pocos meses que dur¨® el declive de su estrella pol¨ªtica, el enorme volumen f¨ªsico de Lo Squallo -El Tibur¨®n, como se le llamaba, un verdadero tribuno salido del pueblo y vuelto para arengar al pueblo con el apoyo de los grandes constructores, f¨®rmula que en Roma no ha fallado nunca y menos si el tribuno tiene un perfil de Primo Carnera- se consumi¨® por dentro. S¨®lo le qued¨® color para el esc¨¢ndalo, que fue de tonos populistas, como toda su vida. La mujer de un colaborador tir¨® millones por la ventana gritando: "Son sucios, mi marido los trae cada noche a casa".
Sbardella parec¨ªa la sombra de s¨ª mismo la ¨²ltima vez que fue a los carabineros, y volc¨® su desesperaci¨®n en mil acusaciones contra compa?eros de partido y, en especial, contra Giulio Andreotti, el jefe para el que hab¨ªa conquistado Roma.
Operado ¨¦l mismo de un tumor en la hip¨®fisis que le ha dejado una feo rastro en la nariz, Andreotti puede considerarse todav¨ªa un superviviente afortunado y capaz de defenderse de las acusaciones de pertenencia a la Mafia. Sobre todo porque m¨¢s de una incursi¨®n de la Parca en este carrusel de la descomposici¨®n pol¨ªtica italiana le ha pasado especialmente cerca.
Muri¨® tambi¨¦n en estos a?os Franco Evangelisti, el m¨¢s pr¨®ximo colaborador del siete veces ex primer ministro, adem¨¢s de Sbardella, aunque la verdad es que Evangelisti estaba enfermo y paral¨ªtico desde hace mucho tiempo. Andreotti le perdon¨® por ello que, antes de morir, tuviera tiempo y ganas de prestar un testimonio muy acusatorio ante los fiscales que han instruido el proceso del ex primer ministro por el asesinato de un periodista.
Muri¨® asimismo, en febrerode 1993, horas despu¨¦s de entrevistarse con Andreotti, el ex director general de Participaciones Estatales Sergio Castellari, implicado en un esc¨¢ndalo con ecos de novela de espionaje. Su cad¨¢ver, desollado por las bestias, fue hallado en una colina pr¨®xima a Roma junto a una botella de whisky.
Andreotti ha dicho que no se explica por qu¨¦ esa persona, a la que afirma haber conocido superficialmente, fue a contarle sus desgracias poco antes de llegar a un final tr¨¢gico, que suele incluirse entre los 13 suicidios, aunque la magistratura rescata con frecuencia la hip¨®tesis del asesinato.
Todav¨ªa menos motivos de queja deber¨ªa tener Bettino Craxi, gran protagonista de la Italia de los ochenta junto a Andreotti y a Arnaldo Forlani. Al margen de su exilio tunecino, mucho m¨¢s confortable que la vida del com¨²n de los mortales, la indudable ca¨ªda del l¨ªder socialista s¨®lo le ha provocado un agravamiento de su diabetes cr¨®nica y alguna complicaci¨®n adicional en una hernia de disco. La diabetes es una enfermedad muy extendida entre los italianos, y tambi¨¦n la padece Antonio Gava, hasta hace poco rey democristiano en N¨¢poles. Hace tres semanas, Gava no pudo asistir a su juicio por asociaci¨®n mafiosa con la Camorra debido a que estaba en coma.
Craxi podr¨ªa lamentarse comprensiblemente porque al secretario administrativo de su partido, Vincenzo Balzamo, le fall¨® el coraz¨®n y muri¨® cuando se le empezaban a acumular los procesos, de modo que el l¨ªder socialista qued¨® expuesto en primer plano como ¨²nico responsable ante las denuncias futuras.
Paolo Cirino Pomicino, otro democristiano y grande napolitano, m¨¦dico neur¨®logo y psiquiatra, que fue ministro de Econom¨ªa del ¨²ltimo Gobierno de Andreotti, esgrime ahora sus tres marcapasos y hace huelga de hambre para que le dejen salir de prisi¨®n y le encierren, como mucho, en su fabuloso ¨¢tico sobre el golfo, valorado en unos 500 millones de pesetas. Pero los jueces italianos no est¨¢n por los descuentos.
Calogero Mannino, tambi¨¦n andreottiano y ex ministro, ha tenido que adelgazar una veintena de kilos y lograr que los m¨¦dicos le consideren expuesto a "riesgos peores que el suicidio" para que el tribunal de Catania que le juzgar¨¢ por mafioso la pr¨®xima semana suspendiera la prisi¨®n preventiva que sufr¨ªa desde el pasado mes de febrero. Mannino sigue bajo control m¨¦dico.
Algunos pasaron por su misma peripecia y la han superado sin mayores males, como la esposa de Duiglio Poggiolini, responsable durante d¨¦cadas de la tasaci¨®n de precios de los productos farmac¨¦uticos, que lleg¨® a pesar menos de 30 kilos mientras estaba encarcelada como c¨®mplice de su marido.
En cambio, Francesco De Lorenzo, tambi¨¦n rico napolitano, liberal, m¨¦dico y ex ministro de Sanidad, puesto en libertad porque su delgadez y su cara de depresi¨®n impresionaron a los italianos cuando compareci¨® en un juicio, prest¨® recientemente declaraci¨®n con las manos enfundadas en guantes blancos. "Es por la quimioterapia", explic¨® a los periodistas, "que me ha causado una enfermedad de la piel. Los m¨¦dicos no me dejaban venir, pero debo defenderme". De Lorenzo tiene c¨¢ncer de colon.
No todos los organismos son iguales, ni todas las psicolog¨ªas reaccionan del mismo modo ante la desgracia. Tampoco son iguales entre s¨ª los suicidas ni sus circunstancias.
Renato Amorese, de 48 a?os, secretario del Partido Socialista Italiano (PSI) en Lodi, un peque?o pueblo de Umbr¨ªa, se dispar¨® un tiro el 17 de junio de 1992, pocos d¨ªas despu¨¦s de ser interrogado por el fiscal Antonio Di Pietro. Se habl¨® de una comisi¨®n peque?a, de menos de diez millones. "He fallado en lo principal", dej¨® escrito. Cuatro d¨ªas despu¨¦s se ahorc¨® Giuseppe Rosato, de 35 a?os, empleado del Ayuntamiento de Trecate, al que se le descubri¨® un abono en cuenta corriente de casi cien millones de pesetas. Apenas una semana m¨¢s tarde, se dispar¨® un tiro en la cabeza Mario Majochie, de 56 a?os, empresario de Como que hab¨ªa pagado comisiones para trabajar en la construcci¨®n de una autopista. El 2 de septiembre de 1992 se suicid¨®, tambi¨¦n de un disparo, Sergio Maroni, de 45 a?os, diputado socialista por Brescia, muy pr¨®ximo a Craxi, investigado por dos comisiones ilegales.
El 14 de noviembre se suicid¨® Mario Porta, alcalde democristiano de Vedano Olona, del que se dec¨ªa que estaba implicado en las comisiones. Pero la familia descarta esa hip¨®tesis como motivo del suicidio. El 12 de abril de 1993 fue el turno de Valterio Cirillo, de 43 a?os, concejal democristiano del Ayuntamiento de Pescara, absuelto pero "amargado", seg¨²n dej¨® escrito, por las acusaciones de implicaci¨®n en los esc¨¢ndalos. Trece d¨ªas m¨¢s tarde, Gino Mazzolaio, de 67 a?os, ex secretario democristiano de Rovigo investigado por comisiones ilegales en el V¨¦neto, apareci¨® muerto en su coche con una nota de despedida. El 26 de junio, Antonio Vittoria, decano de la Facultad de Medicina de N¨¢poles, implicado en la corrupci¨®n ligada a la industria farmac¨¦utica, se envenen¨® tras escribir una dura acusaci¨®n contra el ministro De Lorenzo. En julio, los suicidios de Gabriele Cagliari, ex presidente del ENI, asfixiado con un bolsa de pl¨¢stico en su celda, y Ra¨²l Gardini, tibur¨®n del grupo Ferruzzi y de la qu¨ªmica italiana, coparon los peri¨®dicos. El 12 de octubre de 1994, Pietro Concari, de 76 a?os, constructor de Parma, se dispar¨® en la sien, en las oficinas de una empresa rival implicada en la corrupci¨®n.
El 28 de noviembre del mismo a?o, Beniamino Maldifassi, de 49 a?os, ingeniero consultor de Mil¨¢n, investigado por comisiones ilegales en Varese, se ahog¨® con los gases de su coche.
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