El fantasma de los granujas

De aquella numerosa formaci¨®n que regocij¨® al mundo a principios de los a?os ochenta y que ha continuado como leyenda de culto para todos los amantes de la diversi¨®n musical, ya s¨®lo quedan tres de los componentes originales: el guitarrista Matt Murphy, el saxofonista Lou Blue Lou Marini y el trompetista Al¨¢n Rubin. Es l¨ªcito pensar que, econ¨®micamente, pintan los mismos bastos para los m¨²sicos de, todo el mundo. As¨ª pues, resulta l¨®gico que esta versi¨®n alimenticia de la banda de Jake y Ellwood Blues haya resultado para dar abrigo y algunos billetes a tres extraordinarios m¨²sicos que tambi¨¦n tienen que comer.El espect¨¢culo de estos Blues Brothers del 95 est¨¢ confeccionado a la medida de los tres lobos de mar y el sonido del que hacen gala, perfecta simbiosis entre el rock blanco y el soul negro, resuena como un cl¨¢sico en los o¨ªdos de varias generaciones de espectadores que, tal vez conozcan mejor las versiones que la banda hizo de Everybody needs somebody to love, Soul man o Peter Gunn que las de sus int¨¦rpretes originales.

El concierto, fue tremendamente navide?o, despreocupado, l¨²dico. Sonaron los ¨¦xitos vibrantes de siempre, con especial brillo de los calientes metales y de los solos de blues a cargo de ambos guitarristas. Eso s¨ª, se ech¨® a faltar la voz tan anunciado Eddie Floyd, que no apareci¨®; otro veterano que ha de esforzarse regularmente en ganarse las lentejas. El grupo exhibi¨®, a cambio, a un gordito y rubio cantante que hac¨ªa lo que pod¨ªa, imitando, las voces de Aykroyd y el difunto Belushil, de los dos a la vez. Pero el p¨²blico estaba de un talante tan celebrador, que hizo caso omiso de las anunciadas ausencias y se dedic¨® exclusivamente a disfrutar las 2.500 pesetas que le cost¨® la entrada.