La par¨¢bola del emigrante

Dentro de la cada vez m¨¢s comercializada situaci¨®n del cine espa?ol, el realizador y guionista Felipe Vega ha sabido mantener una trayectoria muy personal. Tras sus dos primeros largometrajes, Mientras haya luz (1987) y El mejor de los tiempos (1989), que rozan lo experimental, rueda una comedia muy particular, muy francesa, Un paraguas para tres (1991), pero siempre dentro de su particular visi¨®n del cine. Ahora acaba de estrenar El techo del mundo, su cuarto largometraje, y una vez m¨¢s el resultado es una apuesta cinematogr¨¢fica muy peculiar. En esta ocasi¨®n se trata de una coproducci¨®n entre Espa?a, Suiza y Francia, hablada en castellano y franc¨¦s, dividida en dos partes claramente diferenciadas, que a trav¨¦s de la historia de un emigrante plantea una compleja par¨¢bola sobre el racismo y la xenofobia.Escrita en colaboraci¨®n con el novelista Julio Llamazares, en la primera parte Felipe Vega narra c¨®mo, tras 20 a?os de residencia en Suiza, un emigrado espa?ol, consigue la nacionalidad. De una forma fr¨ªa e impecable, describe su vida en Ginebra con sus dos hijas mayores, su trabajo en su propia constructora y su trato de favor a los emigrantes con problemas. Despu¨¦s de sufrir un grave accidente laboral, el emigrante espa?ol pierde literal mente la cabeza, regresa a un pueblecito de Le¨®n con sus dos hijas y, curiosamente, pasa de ser un progresista a convertirse en un reaccionario. Sin embargo, al final, perdido en las monta?as, s¨®lo puede sobrevivir gracias a la ayuda de un negro. El techo del mundo, obra de corta duraci¨®n que parece haber. tenido alg¨²n problema, narra una extra?a par¨¢bola antirracista de complejas resonancias. Desarrollada a medio camino entre la comedia de costumbres y el drama est¨¢ tan bien narrada como todas las pel¨ªculas de Felipe Vega, pero en esta ocasi¨®n el resultado queda lejos de su ambicioso planteamiento.

Desde una interesante primera parte en Ginebra, se llega a una bastante desconcertante en Le¨®n para conseguir un conjunto demasiado simple. Da la impresi¨®n de que le falta algo a la pel¨ªcula, bien por el trabajo de los guionistas o tan solo del director, que explique puntos que resultan demasiado oscuros, como, por ejemplo, por qu¨¦ una de las hijas del protagonista es muda.

Dentro del conjunto, destaca la presencia de la actriz francesa Enmanuelle Laborit, tanto por su belleza como por la solidez del personaje biling¨¹e que dibuja. A un nivel inferior se sit¨²a Santiago Ramos m¨¢s que por su trabajo, por la falta de definici¨®n de su personaje que, como en las viejas comedias, cambia de mentalidad tras golpearse la cabeza.