Desencuentros entre la Iglesia y el cine
El Vaticano se suma sin entusiasmo a las celebraciones del centenario
, La Iglesia nunca vio el cine con buenos ojos. Cuando naci¨® ocupaba el papado san P¨ªo X, invocado ahora como estandarte de integrismo, que prohibi¨® al clero asistir al lugar d¨®nde hombres y mujeres se mezclaban a oscuras. Para el Vaticano el cine naci¨® marcado por la sospecha. Y Roma no estaba sola, tambi¨¦n las iglesias protestantes intuyeron que el maligno se agazapaba detr¨¢s del celuloide. En el primer c¨®digo de censura cinematogr¨¢fica, dictado a primeros de siglo, la Iglesia anglicana prohibi¨® el desnudo y la representaci¨®n de Cristo en la pantalla. Pese a todo el Vaticano ha contribuido al centenario.
Con el tiempo y la evidencia de su impacto popular, algunos dentro de la Iglesia sospecharon que el nuevo invento podr¨ªa tener utilidad como arma de catequesis. Tard¨® mucho, sin embargo, en tomar carta de naturaleza, casi medio siglo. Fue P¨ªo XII, en 1955, quien acept¨® finalmente al cine como medio de apostolado, creando el t¨¦rmino film ideal para definir sus obras ejemplarizantes, expresi¨®n que, entre, otras cosas, dio t¨ªtulo a una famosa revista del ala cat¨®lica progresista del franquismo, fundada en 1956 por Jos¨¦ Mar¨ªa P¨¦rez Lozano, Juan Cobos un militar y dos jesuitas. Suced¨ªa en un a?o a las famosas Conversaciones de Salamanca, el primer intento de la militancia cat¨®lica espa?ola de influir en el cine.En los a?os sesenta, en pleno auge del cristianismo progresista y comprometido, son numerosas las iniciativas para propagar o influenciar la producci¨®n cinematogr¨¢fica. En Espa?a la mayor¨ªa de los cineclubes y cinef¨®rum cuentan con el apoyo, cuando no con la organizaci¨®n, de parroquias . u ¨®rdenes religiosas. En Barcelona, el F¨®rum Verg¨¦s, se celebraba en un local de los jesuitas, y el Monterols, en un colegio mayor del Opus Dei. El realizador Jorge Grau formaba parte de los responsables de este ¨²ltimo y admite que, durante una ¨¦poca, si bien no militaba en el Opus, s¨ª que se mov¨ªa en su ¨®rbita. Su experiencia como cineasta en estas condiciones fue nefasta. En la segunda mitad de los cincuenta, cuando el Gobierno fue ocupado por miembros y simpatizantes del Opus Dei, Grau tuvo conocimiento de que la Obra decidi¨® controlar el cine espa?ol. El primer pase? fue fundar una productora y ¨¦l fue llamado para que colaborara. Su primera sorpresa. fue cuando se le ocurri¨® elogiar dos cl¨¢sicos estrenados por aquella ¨¦poca, El hombre tranquilo, de John Ford, y La ventana, indiscreta, de Hitchcock, para encontrarse con severas miradas de descalificaci¨®n. No hab¨ªa nada contra los filmes; simplemente, se dio cuenta Grau, no encajaban en la visi¨®n que se quer¨ªa transmitir. "Consiguientemente", dice, "no interesaban, y lo que no. interesa se margina". Grau sufri¨® los intentos de manipular su trabajo, que fracasaron: resultaba dif¨ªcil controlar el mundo del espect¨¢culo, y los, cambios sociales, el imparable proceso de secularizaci¨®n hicieron que al final la Iglesia diese por perdida la batalla. Es Parad¨®jico que la instituci¨®n que mejor utiliz¨® la escena para sus fines, cuando en la lucha contra el luteranismo moviliz¨® a los mejores dramaturgos de la ¨¦poca para transmitir el mensaje trentino, fracasara con un medio a¨²n m¨¢s id¨®neo para la propaganda.
Explican ?ngel P¨¦rez y Jos¨¦ Mar¨ªa Uns¨¢in en un curioso libro sobre la relaci¨®n de los jesuitas con el cine (IMago Societatis Iesu), que para la Iglesia el cine era "un agente de Satan¨¢s que arruina la moralidad p¨²blica y privada, pervierte los j¨®venes y es ocasi¨®n pr¨®xima de pecado para todos". Esto explica que, muchos. directores, como Bu?uel, Hitchcock o Berlanga, formados por jesuitas, "guarden un recuerdo t¨¦trico de sus a?os de alumnos y que, despu¨¦s, en sus pel¨ªculas reflejen el ambiente represor y culpabilizador que vi vieron en su infancia y juventud".Ahora, con motivo del centenario de, este invento d¨ªscolo y representativo de la sociedad moderna y laica, el Vaticano ha vuelto a echar una mirada sobre el cine, aun que su presencia en el mundo cinematogr¨¢fico sea escasa o pr¨¢cticamente nula. El espa?ol Rom¨¢n Gubern, autor de numerosos libros sobre cine, fue invitado a, formar parte de la comisi¨®n pontificia, creada para conmemorar el acontecimiento. Gubern, a quien cabr¨ªa calificar por lo menos de agn¨®stico, acud¨ªa un par de veces al mes a las reuniones de la comisi¨®n, que se celebraban en el Vaticano presididas por el cardenal John P.Foley, director del Pontificio Consejo de Comunicaci¨®n Social. Su presencia all¨ª la explica con iron¨ªa, al admitir que tuvo la impresi¨®n de servir en cierto modo de coartada, ocupando el puesto del laico oficial.Uno de los temas m¨¢s pol¨¦micos fue designar el santo patr¨®n del s¨¦ptimo arte. Teniendo la televisi¨®n una patrona, santa Clara -a quien la leyenda atribuye pr¨¢cticamente el invento, pues pod¨ªa asistir a misa sin salir del calabozo, a trav¨¦s de los muros-, el cine no pod¨ªa seguir hu¨¦rfano. La triada final qued¨® compuesta por san Francisco de As¨ªs, san Juan Bosco y san Maximiliano Kolbe. Pero una filtraci¨®n a la prensa desvel¨® el asunto y desencaden¨® toda clase de chistes, como el de algunas revistas especializadas que propusieron patronos como san Travolta o san Stallone. Esto cre¨® malestar en las altas instancias de la curia vaticana, por lo que el tema qued¨® archivado. Todo parece indicar, sin embargo, que el santo de As¨ªs es quien cuenta con mayores posibilidades de ¨¦xito: no en balde fue el inventor del bel¨¦n, por lo cabe destacarlo como escen¨®grafo.Otro traba o fue la elaboraci¨®n de una lista de pel¨ªculas mod¨¦licas. Las primeras son obvias: Ben Hur, El evangelio seg¨²n san Mateo, Marcelino pan y vino, El milagro de F¨¢tima, Rey de reyes y similares. Pero en una segunda revisi¨®n entraron t¨ªtulos de m¨¢s calado, incluso algunos, de realizadores protestantes, como Carl Dreyer e Ingmar Bergman, e incluso de un ateo tan notorio como Luis Bu?uel, cuyo filme Nazarin figura entre las elegidos.Una propuesta para que la Mostra de Venecia se hiciera eco del inter¨¦s de la Iglesia cat¨®lica por el cine, fue descartada ante la oposici¨®n formal del patriarca de la ciudad de los canales a alegando que el Vaticano no. puede verse mezclado con algo que dirige "un comunista", en referencia al director de, la Mostra: el realizador Gillo Pontecorvo, mostrando as¨ª como sobrevive el esp¨ªritu de la guerra fr¨ªa. "La Iglesia es una monarqu¨ªa absoluta y multinacional", piensa Gubern. tras su experiencia, "tiene una visi¨®n instrumental del cine exclusivamente al servicio del apostolado"
El gran proyecto con el que el Vaticano ha decidido conmemorar el centenario del cine es un documental sobre el concilio Vaticano II, para el que cuenta, b¨¢sicamente, con el material rodado por la RAI en aquellos a?os, adem¨¢s de otros metrajes de distinta procedencia. Por el momento, este ambicioso proyecto a¨²n no ha arrancado. Alguien tiene que. elaborar el gui¨®n y dirigirlo, y Roma a¨²n no se ha decidido. Se habla, entre otros, de un sacerdote espa?ol, Antonio Pelayo, corresponsal, de la cadena de televisi¨®n Antena 3.
La filmoteca vaticana y un Papa poco cin¨¦filo
La Filmoteca del Vaticano nace en 1959 por medio de un decreto del papa Juan XXIII, con intenci¨®n de conservar "obras de cine de valor religioso, art¨ªstico y educativo". Algunos creen que el origen de esta decisi¨®n est¨¢ en el hallazgo, en alg¨²n armario olvidado, de un metraje in¨¦dito, en bastante mal estado, del papa Le¨®n XIII paseando por los jardines vaticanos. Para restaurarlo se busc¨® un qu¨ªmico, el sacerdote catal¨¢n Enrique Planas, al que se le encarg¨® dirigir la filmoteca. Pero monse?or Planas, que sigue ostentando este cargo, lo niega. Nunca ha restaurado nada, asegura, y cuando es necesario se encarga a profesionales.La Filmoteca Vaticana depende del Pontificio Consejo de Comunicaci¨®n Social, que dirige el cardenal Foley, un norteamericano de Filadelfia que inici¨® su carrera en la curia como periodista del Concilio Vaticano II. Su contenido, adem¨¢s del material citado por Planas, incluye tambi¨¦n, o quiz¨¢s precisamente por ello, una curiosa secci¨®n de cine antireligioso. A mediados de la d¨¦cada de los treinta, con Stalin en el Kremlin, una delegaci¨®n vaticana visit¨® la URSS para hacerse con cine propagand¨ªstico ateo de la revoluci¨®n bolchevique, una colecci¨®n que se ha ampliado con filmes albaneses y de otros pa¨ªses del antiguo bloque comunista.
Tambi¨¦n es muy importante la colecci¨®n de cine etnol¨®gico y antropol¨®gico que va llegando desde todas partes del mundo, realizado o recolectado por los misioneros. Hay quien dice que constituye una de las mejores colecciones del mundo, aunque el director de la filmoteca asegure modestamente que no es para tanto. La filinoteca vaticana tambi¨¦n funciona corrio las dem¨¢s filmotecas: tiene una programaci¨®n, permanente, y entre quienes' asisten a las sesiones puede encontrarse el propio Papa. Lo cierto, sin embargo, es que el actual, el polaco Karol Wojtila, no tiene precisamente fama de cin¨¦filo. Asiste algunas veces al a?o para mantener una peque?a tradici¨®n, pero nadie parece saber qu¨¦ pel¨ªculas le gustan. Vio Ghandi cuando preparaba su viaje a la India es posible que contemplara La lista de Schindler, cuando, su director, el jud¨ªo Steven Spielberg, regal¨® una copia al Vaticano, y tambi¨¦n se sabe que asisti¨® a una proyecci¨®n de la versi¨®n de la vida de san Francisco de As¨ªs de la realizadora italiana Liliana Cavani, la misma que escandaliz¨® en su tiempo con Portero de noche, pero que, tras, convertirse a la militancia cat¨®lica, present¨® el filme ante Juan Pablo II
Una de las novedades reci¨¦n recibidas por la filmoteca es una copia del primer filme rodado en Espa?a, la Salida de misa de 12 del Pilar de Zaragoza, pedida expresamente a un descendiente de Jim¨¦nez, el hombre que lo rod¨®, con el aviso cordial de que ser¨ªa vista por el mism¨ªsimo Papa.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.