1896, desde el recuerdo
Con mayor frecuencia e intensidad que otras expresiones art¨ªsticas, el mundo de la m¨²sica acostumbra a celebrar los centenarios de sus creadores. Da lo mismo que sea un nacimiento, una muerte o un estreno: lo importante es el reencuentro. Los reencuentros a veces son tan deseados que se hacen coincidir con los 50 a?os transcurridos o con los 125 a partir de.. .; los 111 o los 234 a?os desde un acontecimiento tienen pocas posibilidades de que alguien les quiera.Los centenarios en el campo de la m¨²sica son muy ¨²tiles cuando se enfocan con inteligencia y perspicacia. Pueden producir, no obstante, saturaci¨®n y hasta alg¨²n rechazo, como ocurri¨® con Mozart en 1991; pero sirven para reanimar la importancia hist¨®rica de algunos compositores extraordinarios y no lo suficientemente atendidos como Henry Purcell el a?o pasado.
En nuestro pa¨ªs 1996 ser¨¢ probablemente el a?o Falla, al conmemorarse los 50 a?os de su fallecimiento. Est¨¢ bien que as¨ª sea, pero no deber¨ªa oscurecer a dos autores fundamentales ligados precisamente a 1896: el austriaco Anton Bruckner (1824-1896) y el espa?ol, nacido en Valls, Roberto Gerhard (1896-1970). Los dos est¨¢n destinados tarde o temprano a ocupar el lugar de privilegio que sus obras. merecen y este a?o puede ser su consolidaci¨®n definitiva. No es que sean unos olvidados, al menos en la ¨®ptica de los entendidos, pero distan todav¨ªa bastante de estar entre los creadores m¨¢s populares. Las esperanzas presentes superan en cualquier caso las p¨¦rdidas del pasado.
La esperanza y la p¨¦rdida forman una s¨®lida pareja en la m¨²sica. As¨ª lo escribe, y muy bien, John Berger, en las ¨²ltimas p¨¢ginas de su fascinante novela Hacia la boda. La asociaci¨®n se remonta a los or¨ªgenes: "La m¨²sica empez¨® en el aullido de una p¨¦rdida. El aullido se corivirti¨® en una plegaria, y la esperanza que encierra la plegaria hizo nacer la m¨²sica", indica el escritor ingl¨¦s afincado en la Alta Saboya.
Bruckner y Gerhard sab¨ªan mucho de esperanzas y p¨¦rdidas. Basta con escuchar su m¨²sica para comprobarlo. Bruckner es uno de los compositores mas destacados del Olimpo rom¨¢ntico. Contribuy¨® desde la perspectiva austriaca al desarrollo de la forma sinf¨®nica centroeuropea, endiendo un puente entre Haydn, Mozart y Schubert por un lado, con Mahler y Sch?nberg por el otro. Su sustancialidad es puramente musical, como han destacado desde Celibidache hasta Harnoncourt. Se esperaba un boom Bruckner, despu¨¦s del boom Mahler, pero sus densidades y sus dimensiones no han acabado de enamorar del todo al llamado gran p¨²blico, al menos en Espa?a.
En cuanto a Gerhard, tenazmente defendido en sus libros por el compositor Joaqu¨ªn Homs, (1906), dos eventos impulsaron especialmente su recuperaci¨®n en Espa?a: el inolvidable concierto monogr¨¢fico de la London Sinfonietta, en 1984 en el Teatro Real; y las representaciones de La due?a, en la Zarzuela de Madrid y el Liceo de Barcelona, en 1992. En el apartado discogr¨¢fico, V¨ªctor Pablo P¨¦rez se lleva la palma con la grabaci¨®n de las cuatro sinfon¨ªas al frente de la Sinf¨®nica de Tenerife, y alg¨²n otro disco. Las generaciones m¨¢s j¨®venes (Pons, Colomer, Camell) han mostrado afinidad asimismo con este excelente compositor, alumno de Sch?nberg, y al que el exilio en el Reino Unido tras la guerra civil le impidi¨® una mayor familiarizaci¨®n con el pa¨ªs que le vio nacer.
La activaci¨®n fresca de la memoria en los centenarios permitir¨¢ sin duda contemplar otros perfiles de las esperanzas y p¨¦rdidas de Bruckner y Gerhard. Falta nos hace. Otras obras no lo necesitan tanto, como La Boheme de Puccini, estrenada el 1 de febrero de 1896 en Tur¨ªn, All¨ª estar¨¢n en ese d¨ªa, 100 a?os despu¨¦s, Mirella Freni (que no da abasto como Mim¨ª) y Pavarotti, para seguir inmortalizando. una opera de melod¨ªa infinita mientras tanto, en Madrid, ese mismo d¨ªa, un grupo de j¨®venes cantantes se dirigir¨¢ en la zarzuela a un p¨²blico ne¨®fito para iniciarlo en las l¨¢grimas cotidianas del amor a trav¨¦s de la voz. Es otra forma, muy emotiva por cierto, de hacer vivo un centenario.
Babelia
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