Un ¨¦xito pre?ado de problemas
El ¨¦xito de los comunistas en las elecciones a la Duma Estatal de Rusia no ha asombrado a nadie. Como hab¨ªan pronosticado los soci¨®logos, obtuvieron m¨¢s de un tercio de los esca?os en el Parlamento del pa¨ªs, convirti¨¦ndose en la fracci¨®n partidista m¨¢s fuerte en la breve historia del parlamentarismo ruso. En la Duma, una entidad bastante amorfa desde el punto de vista ideol¨®gico, el peso real de los comunistas ser¨¢ incluso mayor, ya que en torno a ellos gravitar¨¢n muchos independientes y representantes de peque?os partidos que no tienen su fracci¨®n por no haber superado la barrera de 5% de los votos.Aspirando claramente al dominio total en la Duma, los comunistas ya han propuesto crear en ella una amplia "coalici¨®n democr¨¢tica popular". De conseguirlo, pueden contar con una mayor¨ªa absoluta incluso sin aliarse con otros bloques (aunque una coalici¨®n semejante ser¨ªa claramente inestable).
El partido comunista podr¨ªa tener ahora mismo esta mayor¨ªa de aliarse con cualquiera de las otras tres formaciones que pasaron las elecciones legislativas del pasado diciembre (con los nacionalistas de Vlad¨ªmir Zhirinovski, con los liberales de Y¨¢bloko o con los progubernamentales de Nuestra Casa es Rusia). A partir de ah¨ª, bastar¨ªa un solo paso para que se produjeran serios deslizamientos pol¨ªticos en las relaciones de poder entre las instituciones rectoras del Estado. Est¨¢ claro, sin embargo, que el principal objetivo de todas las estrategias y maniobras pol¨ªticas sigue siendo el puesto de presidente del pa¨ªs, que, seg¨²n la Constituci¨®n de 1993, concentra colosales competencias.
La indiscutible victoria de los comunistas crea una situaci¨®n totalmente nueva en la ya iniciada campana para las elecciones a la presidencia de Rusia, que se celebrar¨¢n el pr¨®ximo 16 de junio.
En primer lugar, el control sobre la Duma permite a los rojos poner en marcha varias iniciativas legislativas. que la opini¨®n p¨²blica identificar¨¢ con una derrota de Yeltsin. Esta v¨ªa de acci¨®n incluye, entre otras cosas, una peri¨®dica moci¨®n de censura al Gobierno que obligue a Yeltsin a responsabilizarse personalmente de la situaci¨®n econ¨®mica y social en el pa¨ªs. El paso siguiente ser¨ªa la denuncia del acuerdo sobre la disoluci¨®n de la URSS firmado en diciembre de 1991 por los l¨ªderes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania. Sobre este acuerdo se basa indirectamente la legitimidad de Yeltsin. Y a partir de ah¨ª bastar¨ªa otro paso para iniciar el proceso de destituci¨®n del presidente. Aunque este proceso ha sido rodeado de tantas complicaciones que resulta pr¨¢cticamente imposible llevarlo a t¨¦rmino, el hecho mismo de iniciarlo y tenerlo ya en marcha, coincidiendo con las elecciones presidenciales, reducir¨ªa enormemente las posibilidades de Yeltsin de ser reelegido.
En segundo lugar, la influencia de los comunistas en la designaci¨®n de un candidato antiyeltsinista a la presidencia del Estado se ha incrementado sustancialmente despu¨¦s de su ¨¦xito electoral. Conjuntamente con sus aliados, los comunistas pueden contar con el 33%-35% de los votos, lo que seg¨²n los expertos ser¨¢ suficiente para pasar a la segunda vuelta, que tendr¨¢ lugar si ninguno de los candidatos supera el 50% de los votos en la primera.
El principal problema de los comunistas es la falta de un l¨ªder carism¨¢tico. La popularidad personal de su l¨ªder, Guennadi Ziug¨¢nov, un pol¨ªtico y un organizador de talento, es inferior a la de su partido. Presentar su figura a las elecciones es un juego demasiado arriesgado.
Al hacer su elecci¨®n, los comunistas deber¨¢n tener en cuenta que el carism¨¢tico nacionalista Vlad¨ªmir Zhirinovsk¨ª y el socialdem¨®crata Grigori Yavlinski luchar¨¢n simult¨¢neamente por el electorado de oposici¨®n a Yeltsin. Los ¨ªndices de popularidad de estos dos pol¨ªticos son hoy muy superiores al de Ziug¨¢nov, y en la pugna por la primera vuelta ninguno de los candidatos querr¨¢ ceder nada a los dem¨¢s. Es m¨¢s, el bloque de Yavlinski, Y¨¢bloko, reflexiona abiertamente sobre la posibilidad de atraer los votos de los comunistas civilizados. En esta situaci¨®n, el partido comunista deber¨¢ optar entre invertir enormes medios para inflar la imagen personal de Ziug¨¢nov o buscarse otra figura adecuada.
Adem¨¢s, de forma parad¨®jica, la presentaci¨®n de un candidato comunista puede reforzar enormemente las posibilidades del mismo Yeltsin, ya que trasladar¨¢ el discurso electoral de la modalidad de la cr¨ªtica al r¨¦gimen de Yeltsin a la modalidad de la lucha ideol¨®gica socialismo-sistema de mercado libre. Ante este dilema, muchos insatisfechos con el r¨¦gimen actual se sentir¨¢n obligados a votar por Yeltsin para impedir la vuelta al pasado.
Es posible que los comunistas tengan que buscar su candidato en otras fuerzas pol¨ªticas, entre ellas los nacionalistas moderados. ¨²ltimamente se vuelve a hablar de la perspectiva de una alianza electoral entre los comunistas y el general Alexandr L¨¦bed, cuya posici¨®n despu¨¦s de las elecciones -una gran popularidad personal y un total fracaso de su partido, el Congreso de las Comunidades Rusas, de car¨¢cter nacionalista moderado- es sim¨¦tricamente opuesta a la de los comunistas. Lo l¨®gico, pues, ser¨ªa esperar una uni¨®n entre el general sin ej¨¦rcito y el ej¨¦rcito sin general.
El ¨²nico pol¨ªtico de primera fila cuya participaci¨®n en la carrera presidencial no est¨¢ clara por el momento es el jefe del Gobierno, V¨ªktor Chernomirdin. Los analistas consideran bastante altas sus posibilidades de ¨¦xito, pero s¨®lo en el caso no muy probable de que Yeltsin decida no presentar su candidatura. Entonces, Chernomirdin se convertir¨ªa en una especie de heredero oficial y podr¨ªa contar con el voto masivo a favor de la estabilidad, transform¨¢ndose as¨ª en el habitual mal menor que es una garant¨ªa contra las posibles conmociones de un brusco cambio de rumbo pol¨ªtico.
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