Ortega en Venecia
El 21 de mayo de 1955, pocos d¨ªas antes de la reuni¨®n europea de Mesina, de la que se ha vuelto a hablar con ocasi¨®n de su 40? aniversario, Jos¨¦ Ortega y Gasset, precedido por una presentaci¨®n,' por aquellos tiempos extraordinariamente amplia, en la prensa local (Il Gazzettino le declaraba "uno de los escritores m¨¢s eminentes de nuestro tiempo"), dio una conferencia en la Fundaci¨®n Cini de Venecia sobre La Edad Media y la idea de naci¨®n: se trataba de la conferencia inaugural de un ciclo sobre la civilizaci¨®n veneciana del siglo XIV.En 1956 sali¨® en Florencia, publicado por la editorial Sansoni, el libro que recoge las conferencias del ciclo y se abre con el texto de la de Ortega, traducido al italiano. Pero este texto no se ha publicado nunca en espa?ol. Resulta que la conferencia veneciana fue la ¨²ltima intervenci¨®n p¨²blica- de Ortega, que muri¨® el 18 de octubre de ese a?o: Fue adem¨¢s su ¨²nica presencia p¨²blica en Italia.
En efecto, Italia fue siempre bastante marginal en la ¨®ptica y la vida de Ortega (cosa que contrasta con la acentuada y todav¨ªa fuerte presencia de su obra en la cultura italiana actual). Cuando Ortega escribe de Francesca y Beatrice lo hace porque de Dante Alighieri se ocupan en Buenos Aires, seg¨²n parece. Podemos decir que Galileo representa una excepci¨®n; y da la casualidad que Ortega, pensaba, ya muchos a?os antes del episodio de 1955, que fue en el arsenal de Venecia donde Galileo tuvo sus experiencias fundamentales.
En su primera adolescencia, Ortega hab¨ªa tenido una experiencia entusiasta de la obra de Men¨¦ndez y Pelayo. El entusiasmo decay¨® pronto, se trans form¨® casi en desd¨¦n; el gran santanderino qued¨® definitiva mente arrinconado en su perspectiva cultural. Muy diferente, dir¨ªa dram¨¢tica y hasta traum¨¢tica, fue su relaci¨®n con Unamuno. Ser¨ªa un grave error pen sar que ella tuvo su manifestaci¨®n esencial en la pol¨¦mica de 1909: en ese a?o Ortega estaba prisionero, para emplear la expresi¨®n utilizada por ¨¦l m¨¢s tar de del kantismo de Cohen. De todas formas, tambi¨¦n entonces coincid¨ªan en una cosa Unamu no y Ortega: en la devaluaci¨®n de Men¨¦ndez y Pelayo. Sin embargo, ¨¦ste y Unamuno, tan diferentes, coincid¨ªan en un rasgo com¨²n que faltaba en Ortega: una relaci¨®n muy acentuada y directa con la cultura italiana.
Ortega, en su adolescencia, en los a?os en que cuajan de una forma m¨¢s o menos expl¨ªcita las opciones fundamentales, compart¨ªa con el predominante ambiente espa?ol la relaci¨®n preferencial con Francia, digamos con la cultura de lengua francesa (que fue permanente: en el texto de que nos ocupamos est¨¢n profundamente presentes Fustel de Coulanges y Pirenne), Fue su entusiasmo por Nietzsche, o predominantemente ¨¦l, que determin¨® su opci¨®n, ya expl¨ªcita y casi pol¨¦mica, por Alemania.. Inglaterra tambi¨¦n fue marginal en su atenci¨®n. El fascismo y la reacci¨®n de Ortega al fascismo contribuyeron durante d¨¦cadas a alejarla atenci¨®n de Ortega de la cultura italiana. Es verdad que Ortega reaccion¨® pronto tambi¨¦n a la presencia de Hitler en la vida alemana: el Pr¨®logo para alemanes, que es para nosotros un texto autobiogr¨¢fico fundamental, es de 1934, el a?o en que Hitler revel¨® sin ambig¨¹edad su car¨¢cter; pero Ortega no quiso que se publicase: apareci¨® s¨®lo como p¨®stumo. El caso es que Hitler lleg¨® mucho m¨¢s tarde que Mussolini; despu¨¦s de la experiencia pol¨ªtica directa de Ortega, despu¨¦s de su rechaz¨® de la pol¨ªtica militante.
Pero volvamos a la intervenci¨®n veneciana de 1955. Vittore Branca, que organiz¨® el ciclo de 1955, como director operativo que era de la Fundaci¨®n Cini (sigui¨® si¨¦ndolo durante d¨¦cadas; ahora es presidente de la misma), me asegura que ¨¦sta no posee un texto espa?ol de la intervenci¨®n de Ortega, sino un texto franc¨¦s, de que es traducci¨®n el texto italiano publicado. Tampoco la Fundaci¨®n Ortega posee el texto espa?ol. Evidentemente, seg¨²n Soledad Ortega, la redacci¨®n de la Revista de Occidente envi¨®, "deprisa Y corriendo", el texto franc¨¦s.
La conferencia veneciana de Ortega aprovecha ampliamente dos textos orteguianos anteriores la introducci¨®n a El collar de la paloma y De Europa meditatio quaedam. Es de suponer que el europe¨ªsmo orteguiano y espec¨ªficamente sus manifestaciones'' alemanas, que se transformaron en un triunfo personal, llevaron a la elecci¨®n de Ortega como protagonista deseado del ciclo veneciano. Venecia tiene en Italia una relaci¨®n natural m¨¢s directa con el ambiente alem¨¢n. Alcide De Gasperi, de 1945 a 1953 primer ministro de Italia, cat¨®lico militante, uno de los mayores promotores del europe¨ªsmo, ten¨ªa un conocimiento profundo de Viena y de la lengua alemana, y era v¨¦neto. Hab¨ªa muerto en agosto, de 1954.
En su intervenci¨®n, Ortega empieza. poniendo de relieve que hab¨ªa contestado a la invitaci¨®n de la Cini objetando que, nunca se hab¨ªa ocupado de historia veneciana; pod¨ªa- s¨®lo hacer observaciones de car¨¢cter general sobre la llamada Edad Media mediterr¨¢nea y la idea de naci¨®n. La naci¨®n, afirma Ortega, se desarrolla dentro de la conciencia de una. unidad m¨¢s amplia. Las, guerras entre las naciones de Europa recuerdan discordias familiares, en el interior de usos y comportamientos comunes, procedentes del Imperio Romano. En algunas ¨¦pocas prevalece la conciencia de la unidad, en otras la de lo espec¨ªfico. Otro elemento es el sentimiento de la oposici¨®n entre aquella unidad y el islam. Originariamente, los ¨¢rabes y los germanos ten¨ªan una posici¨®n bastante sim¨¦trica frente al mundo grecorromano: vi¨ªian a sus m¨¢rgenes. Antes del islam los ¨¢rabes asimilaron durante siglos elementos de este mundo, mientras los germanos quedaban m¨¢s aislados en su tribalismo; pero luego hubo una inversi¨®n de tendencias. ?rabes y germanos cultivaron an¨¢logas escol¨¢sticas, con las cuales intentaban comprender el mundo grecorromano. Pero el resultado fue diferente. (Venecia, observa Ortega al paso, es una manifestaci¨®n de esta diferencia). En realidad, la transmisi¨®n de ideas no puede ser integral El fruto se alimenta de la tierra en que crece.
El ¨²ltimo texto de Ortega resulta una tentativa de integraci¨®n no s¨®lo de los dos textos m¨¢s expl¨ªcitamente utilizados, sino de otros, como el escrito sobre el Imperio Romano y el curso referente a Toynbee, en una nueva s¨ªntesis. Pero se trata de una tentativa s¨®lo esbozada, que no llega a definirse en una s¨ªntesis, en un testamento final. Las fuerzas de Ortega se estaban agotando; la muerte se acercaba.
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