"El destino a¨²n existe en forma de metralla, hambre y miseria
Diktat se nutre de ficci¨®n y de realidad, una realidad reciente en la guerra de la ex Yugoslavia, en las calles de Sarajevo o de Vukovar, pero que podr¨ªa perfectamente proceder de Ruanda, de Argelia, de Irlanda o del Extremo Oriente. La obra se representar¨¢ en Barcelona en lengua francesa, sin traducci¨®n simult¨¢nea, y son sus int¨¦rpretes F¨¦odor Atkine y Miloud Kh¨¦tib. Herv¨¦ Tougeron firma la puesta en escena.De su autor, Enzo Cormann, se han estrenado en Espa?a dos obras (Credo y Le rodeur, esta ¨²ltima en catal¨¢n), y el pasado a?o se public¨® la traducci¨®n al castellano de Diktat realizada por Fernando G¨®mez Grande, que edit¨® la Asociaci¨®n de Directores de Espa?a. Enzo Cormann, que antes de dedicarse al teatro trabaj¨® en el periodismo y el cine, habla de Diktat como de "una cr¨®nica anticipada de los resultados de una paz pactada e injusta". La paz de Dayton.
Pregunta. Escribir una obra de teatro a partir de la actualidad inmediata, y m¨¢s cuando se trata de una guerra que a diario se asoma al televisor, no debe de ser tarea f¨¢cil...
.Respuesta. Ciertamente. Hay algo en el teatro que, al parecer, le impide ocuparse de la actualidad inmediata. Eso es lo que yo pensaba hasta que en 1988 trabaj¨¦ con Philippe Delaigue en una puesta en escena de Los ¨²ltimos d¨ªas de la humanidad, de Karl Kraus, que, como usted sabe, es una cr¨®nica d¨ªa a d¨ªa, a base de montajes, de collages, de la I Guerra Mundial. Aquella obra fue para m¨ª una revelaci¨®n y, en cierta medida, me desacomplej¨®, me liber¨® de esa sensaci¨®n inc¨®moda que experimenta el autor teatral frente a la actualidad inmediata, temeroso de acabar escribiendo un telefilme.
As¨ª pues, cuando decidimos con Herv¨¦ Tougeron que ¨ªbamos a poner en pie una obra que diese la palabra al presente pude o¨ªr claramente a diario aquella musiquilla krausiana que parec¨ªa decirme: "Anda, a qu¨¦ esperas, t¨² puedes escribir la cr¨®nica de esta nueva guerra de los Balcanes Una guerra compleja, muy compleja, si bien no tanto como para que no podamos comprenderla. C¨®mo escribir esa cr¨®nica sin caer en la simplificaci¨®n, en la vulgarizaci¨®n, en la propaganda... Ese era el problema. La soluci¨®n vino con la lectura de L'aire de la guerre, de Jean Hatzfled, corresponsal de guerra del peri¨®dico Lib¨¦ration, herido en Sarajevo, el cual aprovech¨® su convalecencia para es cribir ese libro sobre su experiencia. En ese libro, Hatzfled cuenta que un d¨ªa de junio de 1993, yendo en coche por un barrio en ruinas de Sarajevo, vio a unos chavales que jugaban al f¨²tbol y se puso a pensar qu¨¦ ser¨ªa de aquellos chavales una vez finalizada la guerra. Una guerra, dec¨ªa Hatzfled, que terminar¨¢ con una paz pactada, condicionada y encuadrada por las fuerzas de la ONU; una paz impuesta, que no tardar¨¢ en generar guetos y posteriormente, de manera inevitable, una especie de Intifada y nuevas generaciones perdidas.
Fue entonces, despu¨¦s de esa lectura, y ante la imposibilidad por mi parte de abordar una cr¨®nica de la guerra d¨ªa a d¨ªa como lo hab¨ªa hecho Kraus, cuando decid¨ª escribir la cr¨®nica anticipada de los resultados de esa paz injusta, basada en una relaci¨®n de fuerzas. Una cr¨®nica de lo que podr¨ªa ser la vida en la ex Yugoslavia dentro de 25 a?os.
P. Una cr¨®nica con tan s¨®lo dos personajes, dos hermanastros, hijos de una misma madre y de padres distintos, de distintas etnias...
R. S¨ª, dos hermanastros. Una familia mixta, como tantas hay en aquel territorio. Una esfera ¨ªntima, privada, familiar, psicoafectiva que, en un determinado momento, se ve traspasada, herida de muerte por la historia. Se trata, si me apura, de una tragedia contempor¨¢nea. Hay quien dice que hoy en d¨ªa ya no pueden escribirse tragedias porque el destino ya no existe. Yo pienso que, en cierto modo, a¨²n sigue existiendo. Un destino en forma de bombas, de metralla, de hambre y miseria. Pienso -no soy un universitario, soy un poeta- que el sniper, el francotirador, es un dios ciego que dispara ciegamente sobre la multitud. Una multitud entre la que hay quienes cruzan la calle corriendo, presas del p¨¢nico -lo hemos visto en la televisi¨®n-, y quienes la cruzan pausadamente, tranquilamente, jugando con la suerte, con su propio destino.
?Qu¨¦ hacen esos dos hermanastros en el escenario? Intentan de una manera pat¨¦tica, desesperada, explicarse; es decir, se pelean, se enfrentan en un intento desesperado de comunicarse, m¨¢s all¨¢ de las palabras. Hay en esa explicaci¨®n un cierto di¨¢logo filos¨®fico, impresionista, sin gran pretensi¨®n por mi parte; un cierto di¨¢logo politiquero, de langue de bois, y sobre todo hay la b¨²squeda de un territorio com¨²n donde poder encontrarse, reencontrarse realmente, un territorio que ninguno de los personajes reconoce como suyo ni en su pa¨ªs -esa futura ex Yugoslavia- ni en el extranjero. Al final lo encuentran en una ritournelle, una cancioncilla que cantaban de ni?os. Y es que la ritournelle, como dedec¨ªa F¨¦lix Guattari, con quien discut¨ª y trabaj¨¦ un tiempo, es un territorio. Es, dec¨ªa F¨¦lix, la tentativa de re-territorializaci¨®n de un individuo sumergido en medio del caos...
P. Se habla mucho ¨²ltimamente de una vuelta al teatro de compromiso, de compromiso con una realidad, con una actualidad....
R. El teatro, el instante teatral, en la ¨¦poca de la comunicaci¨®n por cable, de la telem¨¢tica, etc¨¦tera, adquiere cada vez m¨¢s un valor de bolsa de resistencia contra la mediatizaci¨®n opresiva, contra las pol¨ªticas consensuadas que infantilizan. Ese teatro es minoritario, y es bueno que siga si¨¦ndolo. Creo que es conveniente que el poeta descienda al campo de lo real, de lo actual. En cuanto a m¨ª, cada vez estoy m¨¢s convencido de que lo ¨²nico que me interesa es contar historias, con personajes cuyas pasiones yo pueda apropiarme -¨¦sa es mi relaci¨®n con ellos; a veces lo pas¨® muy mal-; historias y personas que me ayuden a alimentar esa bolsa de resistencia que es para m¨ª el teatro.
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