Te¨®ricos de la pinza
TAL VEZ sea una buena idea que Anguita participe en los debates televisivos de la campa?a electoral junto a Gonz¨¢lez y Aznar, pero ni es una decisi¨®n que pueda imponerse a las cadenas de televisi¨®n o a los propios candidatos, ni se trata de una cuesti¨®n de principio, obligatoria para que las elecciones puedan considerarse democr¨¢ticas, como plantean algunos te¨®ricos. Te¨®ricos de la pinza, porque hace tiempo que ¨¦sos estrategas llegaron a la conclusi¨®n de que la mayor¨ªa absoluta de Aznar depend¨ªa de que Anguita fuera capaz de atraer a un sector del electorado tradicional del PSOE. Es un c¨¢lculo racional, y tan l¨®gico resulta que Anguita reclame un puesto en los debates como leg¨ªtimo que los dirigentes del PP tengan en cuenta ese factor en su estrategia de campa?a. Pero de ah¨ª a considerar que la limpieza misma del proceso electoral depende de que esta vez sean tres, y no dos, o cinco, los l¨ªderes que debatan por televisi¨®n media un buen trecho.Es un c¨¢lculo racional porque las posibilidades de crecimiento del PP dependen actualmente menos de los votos que consiga arrancar del PSOE que de un reparto m¨¢s equilibrado de los votos de izquierda o centro-izquierda entre ese partido y el de Anguita. La victoria in extremis de Gonz¨¢lez en 1993 fue en buena medida consecuencia del estancamiento de IU, que no consigui¨® finalmente el avance que le pronosticaban los sondeos. La estrategia de la pinza contra el PSOE encaja bien, por otra parte, en la teor¨ªa de Anguita sobre la izquierda ¨²nica frente a las dos derechas siamesas. Teor¨ªa cuyos resultados pr¨¢cticos podr¨¢n pronto comprobarse en Andalucia. Pero es tambi¨¦n un c¨¢lculo interesado, y en cuanto tal no hay ning¨²n motivo para convertirlo en criterio de limpieza electoral.
De entrada, es absurdo pretender imponer un criterio com¨²n a las televisiones privadas y a las p¨²blicas. Radiotelevisi¨®n Espa?ola habr¨¢ de atenerse a las pautas de pluralismo e imparcialidad marcadas por su estatuto, interpretadas en su caso por la junta electoral. Las cadenas privadas, por su parte, habr¨¢n de respetar la ley que regula las concesiones y que, por ejemplo, proh¨ªbe los espacios publicitarios electorales; pero ni la junta electoral ni ning¨²n otro organismo podr¨¢ determinar su programaci¨®n. o el formato de sus espacios electorales.
Las dos cadenas que en 1993 emitieron debates cara a cara entre Aznar y Gonz¨¢lez aplicaron el criterio de enfrentar a los dos ¨²nicos candidatos con posibilidades realistas de presidir el futuro Gobierno. Es un criterio tan v¨¢lido como cualquier otro. Es evidente que una igualdad estricta de oportunidades de todas las candidaturas resulta inaplicable en la pr¨¢ctica, y decidir que tengan que ser tres los candidatos e?nfrentados es tan arbitrario como optar por que el n¨²mero de participantes sea par o que incluya como m¨ªnimo a una fuerza nacionalista.
Por lo dem¨¢s, es arriesgado dar por sentado tal o cual efecto de los debates en el electorado. No s¨®lo porque su resultado -qui¨¦n resulta m¨¢s convincente, qui¨¦n derrota dial¨¦cticamente al otro- depende de factores azarosos, imprevisibles, sino porque ni siquiera es seguro que lo m¨¢s rentable sea salir siempre de ellos como vencedor. Los expertos aseguran que la derrota de Gonz¨¢lez en el primero de los dos debates que sostuvo con Aznar en v¨ªsperas de las legislativas de 1993 fue el factor que moviliz¨® en favor del candidato socialista a las reservas de votantes reticentes: la confirmaci¨®n de que Aznar pod¨ªa ganar habr¨ªa dado la victoria a Gonz¨¢lez. Tal paradoja es dif¨ªcil que se repita ahora, pero, en cambio, es posible que una imagen de Anguita y Aznar aliados contra Gonz¨¢lez en un debate a tres haga desistir a muchos votantes de izquierda de su intenci¨®n de votar al candidato de IU. ?Se dir¨ªa entonces qu¨¦ las elecciones no han sido limpias porque se ha evitado un cara a cara de Gonz¨¢lez y Aznar?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.