La mirada
Del rostro de Inocencio X, pintado por Vel¨¢zquez, no enga?a tanto la mirada como su bigote de bucanero. He visto miradas m¨¢s duras entre los labradores de mi tierra, que ni siquiera son pont¨ªfices sino simples propietarios de cuatro hanegadas. Est¨¢n sentados en los casinos de los pueblos junto al Mediterr¨¢neo y son viejos est¨¢ticos sin poder alguno, pero bajo la gorra ladeada conservan en los ojos una desconfianza o dureza que alcanzar¨ªa la materia del arte si adem¨¢s de incr¨¦dulos tambi¨¦n fueran papas. Gracias a su bigote, Inocencio X parece un pirata berberisco vestido de tafetanes rojos, varado en un sill¨®n eclesi¨¢stico. Realmente es un pirata aterrorizado ante la mirada del artista. Todos los cr¨ªticos aluden a los ojos terribles de este personaje; en cambio, nadie imagina que los ojos devastadores eran los de Vel¨¢zquez, negros y concentrados como la verdad misma, que en ese momento estaban escrutando con absoluta imparcialidad el rostro del contrario en un desaf¨ªo. Atrapado en su sill¨®n frente a un artista singular, Inocencio X, que se cre¨ªa sin escapatoria, ensay¨® una mirada agresiva s¨®lo para defenderse. En realidad, estaba pensando: este espa?ol, hijo de perra, trata de desenmascararme; si me sigue mirando con esa intensidad, sin duda, va a descubrir que mi boca carnosa ha devorado conjuntamente mil asados y mil mujeres; tengo entendido que este Vel¨¢zquez es un pintor superdotado, de modo que va a saber que mi nariz tumefacta se debe a la cantidad de vino que he bebido y tambi¨¦n leer¨¢ en mi ce?o adusto que no creo en Dios, e incluso notar¨¢ en mi cara que soy un hombre sumamente d¨¦bil que est¨¢ deseando comerse esta tarde a una princesita romana en su propio jugo; este hijo de perra me va a destruir con sus ojos; estoy simulando que soy tan fuerte como ¨¦l. En este combate el pont¨ªfice Inocencio X sali¨® ganador, porque, viendo su retrato, todos piensan que fue un pirata muy duro cuando s¨®lo era un papa aterrorizado frente al inmenso poder del arte.
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