Elecciones, instituciones y democracia en Palestina
Me alegra extraordinariamente que en las elecciones palestinas de ma?ana Samiha Khalil se presente frente a Yasir Arafat para el cargo de ra'is (entre sus numerosas disposiciones poco generosas, el tratado de Taba no admite la expresi¨®n jefe de Estado; s¨®lo se permite la ambigua palabra ¨¢rabe para presidente de Gobierno y jefe de Estado). La ¨²nica rival de Arafat es una mujer firme, inteligente y en¨¦rgica que se ha adherido p¨²blicamente a la causa de la mayor¨ªa de los palestinos, aquellos cuyas voces no se han o¨ªdo y a los que se ha olvidado en las vulgares celebraciones del "autogobierno": mujeres y ni?os, desheredados, prisioneros y todos aquellos cuya vida ha empeorado como resultado del proceso de paz. Parece especialmente interesada en corregir los errores de los acuerdos provisionales que, como ha dicho con admirable claridad al periodista brit¨¢nico Graham Usher, "no son una soluci¨®n justa para la cuesti¨®n palestina. Los israel¨ªes siguen expropiando nuestras tierras... y nos obligan a vivir en cantones aislados. Las llamadas carreteras de circunvalaci¨®n separan una zona palestina de otra. Los estudiantes de Gaza no pueden viajar libremente hasta sus universidades de Birzeit, Hebr¨®n, Bel¨¦n y Jerusal¨¦n. Los prisioneros siguen en la c¨¢rcel, a pesar de promesas de liberarlos de los israel¨ªes. Por estas razones me presento a las elecciones". A la pregunta de en qu¨¦ se diferencia su programa del de Arafat, responde con fr¨ªa iron¨ªa: "No conozco el programa del presidente Arafat". Una verdad como un templo, ya que Arafat se presenta sin un programa real, simplemente para ser confirmado como jefe de todo. Sin embargo, por el simple hecho de hablar claro contra la autocracia y la ocupaci¨®n -las cuales la Autoridad Palestina ya ha aceptado-, Khalil- ha abierto una peque?a ventana en las elecciones. Sin duda, Arafat ganar¨¢, aunque gracias al valor de su oponente no podr¨¢ conseguir el 99,6% de los votos; no obstante, ganar¨¢ por una considerable mayor¨ªa, lo que le permitir¨¢ decir que ahora representa democr¨¢ticamente a todos los palestinos. Es una sandez. La ley electoral acordada con los israel¨ªes les conviene a ellos y a ¨¦l, pero no es en absoluto un ejemplo de verdadera democracia. A trav¨¦s de un Comit¨¦ de Enlace Palestino-Israel¨ª conjunto (controlado por los israel¨ªes, que tienen derecho de veto), todos los electores est¨¢n registrados seg¨²n su n¨²mero de identificaci¨®n israel¨ª, lo que significa que todos los electores han sido acreditados por los israel¨ªes. Israel tambi¨¦n debe aprobar a los 700 candidatos que se presentan al Consejo Legislativo. No se permite que se presenten racistas, terroristas u oponentes al proceso de paz; sin embargo, Israel no est¨¢ rec¨ªprocamente obligado a prohibir a los israel¨ªes racistas o contrarios a la paz que se presenten a las elecciones a la Kneset. Los israel¨ªes y Yasir Arafat son los ¨²nicos que pueden decidir unilateralmente a qui¨¦n se excluye y a qui¨¦n se incluye.El 1 de enero, Eric Lidbom, presidente de la Unidad Electoral de la Uni¨®n Europea, emiti¨® un comunicado desde Ramal¨¢ titulado Basta ya. En ¨¦l, acusaba a la Autoridad (en realidad a Arafat) de manipular las elecciones para socavar la credibilidad de los expertos europeos tanto a nivel internacional como en Palestina. Arafat aument¨® el n¨²mero de esca?os de 82 a 88 (la mayor¨ªa de ellos de Gaza, cuya poblaci¨®n no ha aumentado repentinamente). Redujo el periodo de campa?a de tres semanas a poco m¨¢s de una y luego lo restableci¨® de repente. No nombr¨® a la supuestamente independiente Comisi¨®n Electoral Central hasta finales de diciembre. La Comisi¨®n deb¨ªa ser nombrada tres meses antes, y encargarse de regular las elecciones, asegurar que prevalec¨ªa la justicia e investigar las quejas sobre abusos e infracciones. Tambi¨¦n deb¨ªa estar compuesta de destacados juristas y, lo que es m¨¢s importante, de independientes conocidos, hombres y mujeres cuyas credenciales estuviesen por encima de intereses partidistas o comerciales. Arafat no s¨®lo nombr¨® la Comisi¨®n con varias semanas de retraso, sino que adem¨¢s nombr¨® jefe a Abu Mazen (Mahnoud Abbas), su mano derecha, un hombre sin experiencia conocida ni en leyes, ni en elecciones ni en imparcialidad. El resto de los miembros son casi sin excepci¨®n, empleados de la Autoridad Palestina o conectados directamente con ella. Esto dif¨ªcilmente es una garant¨ªa de imparcialidad.
Para empeorar las cosas, Abu Mazen se neg¨® a reunirse con la UE. La indisponibilidad de Abu Mazen hizo imposible que la gente de Lidbom descubriese nada m¨¢s sobre unas irregularidades evidentemente encaminadas a dar a Arafat m¨¢s control sobre los resultados electorales. Merece la pena citar a Lidbom:
"En esa reuni¨®n [si Abbas hubiera accedido a que se celebrara], habr¨ªa escuchado con inter¨¦s la explicaci¨®n de por qu¨¦ la Comisi¨®n Electoral Central no se cre¨® mucho antes y por qu¨¦ no asign¨® los esca?os la Comisi¨®n, el organismo supremo organizador de las elecciones, al que le correspond¨ªa esa funci¨®n seg¨²n la ley electoral; en su lugar, la primera asignaci¨®n de esca?os se hizo por decreto presidencial, su n¨²mero total ha variado posteriormente dos veces, tambi¨¦n por decreto presidencial. Tambi¨¦n me hubiera gustado recibir garant¨ªas de Abbas sobre la independencia pol¨ªtica del Comit¨¦ Electoral Central".
El sarcasmo de estas l¨ªneas es evidente. Para los que conocen a Arafat y Abu Mazen, y han tenido experiencia directa de su desprecio por el proceso democr¨¢tico y por los ciudadanos verdaderamente preocupados por el mismo, sus acciones no les sorprenden. Para estas personas, los l¨ªderes palestinos hacen lo que quieren, sin tener en cuenta ni la responsabilidad ni la democracia. Desde que empez¨® el proceso de Oslo, ¨¦sa ha sido su pr¨¢ctica, qu¨¦ nadie ha podido cambiar. ?Por qu¨¦ iban a actuar ahora de otra manera? Adem¨¢s, ni uno ni otro ha participado nunca en unas elecciones libres, as¨ª que es evidente que para ellos los comicios de ma?ana son simplemente una manera p¨²blica de cumplir con las reglas sin correr ning¨²n riesgo. La mayor¨ªa de los candidatos est¨¢n vinculados a Al Fatah o a familias importantes, grupos con los que a Arafat le parece f¨¢cil tratar. Adem¨¢s, el hecho de que haya elecciones -independientemente de lo irregulares e injustas que puedan ser- da prestigio internacional a su Autoridad Palestina. Jimmy Carter estar¨¢ all¨ª previsiblemente para decir (como hizo en Haiti) que por fin la democracia ha llegado a Palestina. Y puede que los donantes internacionales desembolsen un poco m¨¢s de dinero.
Entretanto, Arafat contin¨²a dirigiendo como si de su feudo personal se tratase. La detenci¨®n de Maher al Alami y Bassam Eid fue muy injusta y brutal, aunque tambi¨¦n una muestra casi c¨®mica (no para ellos, por supuesto) de hasta d¨®nde llegar¨¢ el presidente para reforzar su voluntad frente a su pueblo. El que se castigara a un periodista como Alami por no elogiar a Arafat en la primera p¨¢gina de Al-Quds es grotesco y muestra una mayor degeneraci¨®n en el poder de Arafat. No hay libertad de prensa bajo Arafat, que quiere claramente reducir los medios de comunicaci¨®n a portavoces suyos. Sin embargo, que tantos periodistas decentes aprueben esto da una triste idea del concepto palestino de independencia y libertad de expresi¨®n.
Pero lo peor - y las elecciones no ser¨¢n de ayuda- es que econ¨®micamente la condici¨®n de la mayor¨ªa de los palestinos (especialmente de Gaza) se ha deteriorado ininterrumpidamente desde Oslo. El 20% de la poblaci¨®n vive por debajo del nivel de pobreza (unos 650 d¨®lares per c¨¢pita anuales); Sara Roy, una investigadora norteamericana que sabe m¨¢s que nadie sobre la econom¨ªa de Gaza, dice que el 33% de los palestinos pobres de hoy lo es despu¨¦s de que se cerrara el acuerdo, de Oslo. El paro est¨¢ a¨²n por encima del 50% y, seg¨²n Roy, el n¨²mero de pobres sobrepasa en un 74% al de personas a las que ahora ayuda el Ministerio de Asuntos Sociales de la Autoridad y la UNRWA. Las familias de Gaza gastan el 58% de sus ingresos en comida, y la econom¨ªa de Gaza en conjunto pierde tres millones de d¨®lares diarios a causa de las restricciones israel¨ªes.
Una de las razones principales de tan terrible deterioro econ¨®mico es el disparatado gasto del Gobierno de Arafat en su fuerza policial y en sus siete, ocho o nueve aparatos de seguridad (nadie est¨¢ muy seguro de cu¨¢ntos ha creado para ¨¦l mismo) y sus m¨¢s de 4.000 agentes secretos en Gaza y Cisjordania dedicados a espiar a la poblaci¨®n. Raji Sourani, el abogado de derechos humanos de Gaza al que Arafat encarcel¨® el a?o pasado, calcula que hay 20.000 hombres de seguridad para el mill¨®n de residentes de Gaza, uno por cada 50 personas, la mayor proporci¨®n de polic¨ªa per c¨¢pita del mundo. El n¨²mero total de polic¨ªas en todas las ¨¢reas de autogobierno se acerca a los 30.000, lo que le cuesta a la econom¨ªa palestina unos 500 millones de d¨®lares al a?o. Aunque es totalmente improductivo, constituye con mucho el mayor sector econ¨®mico, que ya tiene una deuda de 150 millones de d¨®lares. Como Arafat se gasta tanto dinero en polic¨ªa, no queda nada para la vivienda, la educaci¨®n, la salud y el bienestar. Es dif¨ªcil imaginar c¨®mo las elecciones pueden cambiar esta situaci¨®n, ya que Arafat y sus candidatos se presentan con un programa puramente "palestino" que no aborda el control b¨¢sico sobre las ¨¢reas de autogobierno. A ¨¦l le gustar¨ªa seguir haci¨¦ndolo tras las elecciones y, por supuesto, afirmar¨¢ que cuenta con el apoyo "del pueblo". Pero, de hecho, lo que har¨¢ ser¨¢ cumplir el programa de Israel para mantener el orden -y la seguridad de los israel¨ªes- en los territorios ocupados.
Sin embargo, la idea de elecciones introduce algo nuevo en la vida palestina. Creo que ante todo debemos recordar que en los pa¨ªses ¨¢rabes y del Tercer Mundo ha habido multitud de elecciones que han consolidado reg¨ªmenes no democr¨¢ticos; pero ni siquiera esto invalida la idea de elecciones, pues al menos promete la posibilidad e incluso la conveniencia de un cambio democr¨¢tico. El problema actual con las elecciones en Palestina y en el mundo ¨¢rabe es que tienen la condici¨®n de un ritual que se celebra una vez cada cierto tiempo, sin que se registre como resultado un cambio democr¨¢tico. ?A cu¨¢ntos gobernantes o partidos en el gobierno han afectado seriamente las elecciones? La mayor parte de las instituciones de nuestras sociedades funcionan como inmensas estructuras similares a glaciares, con una persona (o un grupo peque?o) al frente m¨¢s o menos permanentemente; por eso, nuestras universidades tienen un nivel inferior al normal y no ha surgido de ellas ning¨²n trabajo de consecuencias reales en las ciencias sociales y naturales. La investigaci¨®n cient¨ªfica y human¨ªstica requiere un medio relativamente abierto donde florecer, un medio en el que los investigadores puedan decir cosas sin miedo a poner en peligro sus vidas o sus puestos de trabajo.
En segundo lugar, para que las elecciones sirvan de algo tienen que formar parte de una din¨¢mica continuada en la que el Gobierno sea completamente responsable ante los ciudadanos con derecho a voto y as¨ª afecten directamente a la labor gubernamental. Para ello, necesitamos una sociedad civil que funcione, con asociaciones comerciales y profesionales, una judicatura independiente, una prensa relativamente libre y un sistema educativo bien dotado. Por supuesto, nada de esto existe hoy en Palestina, y es uno de los mayores inconvenientes del estilo de mando de Arafat; ¨¦ste no tiene la capacidad ni la visi¨®n para entender que Palestina debe aspirar a ser una sociedad, no simplemente el reflejo de su deseo personal.
Me gustar¨ªa poder participar en las pr¨®ximas elecciones palestinas s¨®lo para votar a Samiha Khalil y su programa de cambio social y econ¨®mico. Pero como no puedo hacerlo, al menos puedo esperar que la idea de elecciones sea, como m¨ªnimo, una promesa de la posibilidad de cambio. Una idea que va a hacer ligeramente m¨¢s dif¨ªcil que la actual Autoridad Palestina siga exactamente como antes. Quiz¨¢ la gente haga m¨¢s preguntas, plantee m¨¢s retos, exija m¨¢s respuestas. Pero mi aut¨¦ntica esperanza es que las elecciones hagan tambi¨¦n ligeramente m¨¢s dif¨ªcil que Arafat y su gente gobiernen como les plazca, sin respetar al pueblo al que supuestamente sirven.
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