El paseo de Seti¨¦n
El d¨ªa de San Sebasti¨¢n amaneci¨® radiante en la capital guipuzcoana. Desde muy temprano luci¨® el sol, aunque la mayor¨ªa de los donostiarras-todav¨ªa convalecientes de las tamborradas y, alegres copichuelas de la noche- no tuviesen prisa en comprobarlo personalmente. Hac¨ªa una temperatura suave, casi primaveral, de modo que monse?or Seti¨¦n decidi¨® ir paseando hasta la bas¨ªlica de Santa Mar¨ªa, donde le esperaban para misa mayor. -?Ma?anita de San Sebasti¨¢n, luminosa y festiva, joya del alma! Y esta vez, por el momento, sin traumas: no han matado a nadie de un tiro en la nuca mientras cenaba en una, sociedad gastron¨®mica, como sucedi¨® hace pocos a?os, ni se han producido incidentes dignos de menci¨®n, salvo las habituales pancartas pro-aninist¨ªa en la plaza de la Constituci¨®n durante la izada de la bandera donostiaira, una tamborrada a favor de la reagrupaci¨®n de los presos y cosas as¨ª. Nada digno de menci¨®n. Por cierto, hoy se cumple el primer aniversario del asesinato de Gregorio Ord¨®?ez. "?C¨®mo pasa el tiempo!" piensa Seti¨¦n, mientras aviva el paso camino de Santa Mar¨ªa.En La Concha, guapa como s¨®lo ella sabe estarlo, se ba?an unos pocos valientes y algunos chicos esperan la ola propicia con sus tablas de surf. ?Y estamos en enero! ?Para que luego digan que aqu¨ª hace mal tiempo!, El se?or obispo no presta atenci¨®n a estas delicias paisaj¨ªsticas ni a la pancarta que anuncia el r¨¢pido exterminio de "soci¨®logos y periodistas". Lo de los periodistas es comprensible, pero ?por qu¨¦ los soci¨®logos? Ser¨¢ por lo del dichoso informe sobre la juventud vasca: los muchachotes se han sentido criminalizados y, para demostrar lo err¨®neo del diagn¨®stico, prometen vengarse de los, autores. "Eso es lo que se consigue polariza?do las posturas", piensa distraidamente monse?or mientras, cruza el parque de Alderdi-Eder. Ahora tiene puesta la cabeza en la homil¨ªa que debe pronunciar dentro de unos minutos. Hablar¨¢ sobre la "conquista de la calle" por algunos, como si fuera s¨®lo suya y no de todos. Va a ser duro. Dir¨¢ que la ciudades de todos y para todos, que no debemos echarla a perder "en funci¨®n d¨¦ otros objetivos que, no por ser leg¨ªtimos, justifican cualquier forma de actuaci¨®n c¨ªvica, incluso la que conduce a la destrucci¨®n, al temor y a la inseguridad", Seti¨¦n perfila la frase: ?ser¨¢ apropiado llamar "actuaci¨®n c¨ªvica" a la que trae destrucci¨®n, inseguri dad y temor? Bueno, lo importante es mencionar que todos los objetivos son leg¨ªtimos: hay que evitar la polarizaci¨®n. Ahora monse?or Seti¨¦n llega frente al Ayuntamiento y advierte la concentraci¨®n bastante numerosa que all¨ª pide en silencio la liberaci¨®n de Jos¨¦ Mari Ald¨¢ia. ?Tan temprano? Claro, es que han adelantado la hora a fin de no coincidir con la tamborrada infantil de las doce. Para llegar a la calle Mayor, el se?or obispo tiene que pasar junto a los congregados. Est¨¢n los hijos del secuestrado, los trabajadores de Alditrans y gente del pueblo, madrugadora y solidaria. Desde luego, piensa el se?or obispo, no es cosa de unirse a ellos -la misa espera-, ni siquiera de pararse a saludarles o a bendecirles: siempre hay quien interpreta esos gestos de forma partidista. Lo mejor es acelerar un poco y cruzar sin mirarles. As¨ª no habr¨¢ malentendidos. Oye algunos comentarios, pero la gente es inevitablemente maliciosa. Y un obispo tiene que saber ser obispo de todos. Adem¨¢s, ya lo dijo el abate Si¨¦yes, "Miren ustedes, cuando iba a pie, las gentes con las que me encontraba hablaban mal de m¨ª y yo lo o¨ªa; ahora voy en coche y no les oigo: ¨¦sa es la diferencia". La pr¨®xima. vez, medita Seti¨¦n, ser¨¢ mejor ir en coche. Dios m¨ªo, soy gran pecador y no me atrevo a pedirte ning¨²n derecho individual. Sin embargo, solicito de tu misericordia un derecho colectivo, como los que te reclaman tus hijos de Elkarri: haznos a los vascos independientes, dependientes o medio pensionistas, lo que corresponda., pero, por favor, ?no nos dejes solos con monse?or Seti¨¦n y sus p¨ªos conmilitones!
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