Mitterrand
Estoy harta de Mitterrand, y de los hagi¨®grafos de Mitterrand, y de esa perversi¨®n ¨¦tica e intelectual que consiste en derramar dulzuras de merengue sobre los muertos calentitos, para convertirlos en santos imposibles y mitos inadmisibles. Con qu¨¦ delectaci¨®n y qu¨¦ premura se falsifican los datos de los poderosos fallecidos, qu¨¦ f¨¢cilmente se construyen prestigios infundados, qu¨¦ curiosa unanimidad suele haber entre los prohombres de todas las patrias para olvidar las enemistades, una vez fiambre el enemigo, y construir nauseabundas eleg¨ªas sobre el cad¨¢ver. Digo yo que debe de ser un acuerdo t¨¢cito entre poderosos para salvaguardar la muerte propia y la gloria futura de cada uno.Y encima, para postre de necedades, la justicia francesa acaba de secuestrar el libro del m¨¦dico de Mitterrand. Me parece un disparate que digan que ese doctor es un inmoral por revelar ahora la verdad (que el pol¨ªtico estaba muy enfermo), y no por haber estado ocult¨¢ndola y chupando del. bote como m¨¦dico personal del ex presidente durante tantos a?os: se pod¨ªa, se deb¨ªa haber ido. Y me resulta alucinante que no se mencione la inmoralidad del propio Mitterrand, que minti¨® todo el rato mientras alardeaba de que no ment¨ªa, y que se mantuvo aferrado al poder aun cuando ya no estaba en condiciones para ocupar el cargo. Por cierto que es el mismo Mitterrand que fue simpatizante de los nazis en su juventud, que se organiz¨® un autoatentado ficticio para promocionarse como pol¨ªtico en su adultez, que fue responsable del asesinato de un hombre cuando hizo volar en su madurez el barco de Greenpeace, que en la vejez promulg¨® una ley de autoamnist¨ªa. para que no se investigaran sus desmanes y que en todo tiempo ha hecho estallar m¨¢s bombas at¨®micas en el Pac¨ªfico que nadie. Si eso es ser un santo, yo prefiero el infierno.
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