?D¨®nde est¨¢ la derecha?
En periodo electoral la b¨²squeda afanosa de la derecha, una cuesti¨®n de orientaci¨®n muy importante en cualquiera de las estaciones (pol¨ªticas), se transforma en frenes¨ª de descubridores. Son muchos los que dicen haberla encontrado, y as¨ª lo proclaman con aire triunfador y con la suficiencia que da la autor¨ªa de un descubrimiento: estamos quitando el velo de las apariencias, y demostramos la realidad oculta tras el follaje desorientador. Este hallazgo tan celebrado pod¨ªa hacer pensar que la feliz proclamaci¨®n corresponde a la bondad de lo hallado, como si se tratara del remedio contra el c¨¢ncer, o el sida, o el paro, por ejemplo. Pues no es as¨ª: el regocijo viene de que, al descubrir la derecha agazapada, se ha desvelado, no el remedio, sino el mal mismo; y ya se sabe que nada produce m¨¢s alegr¨ªa que la orientaci¨®n correcta que ubica al mismo demonio, causa de los males que asolan la tierra.
Y, as¨ª, la gente que se cobija bajo la sigla gen¨¦rica de IU dice que la derecha es el PSOE; y las que militan detr¨¢s de estas ¨²ltimas dicen que est¨¢ en el PP, pero que, si bien se mira, es planta que nunca ha desaparecido, al menos desde los tiempos de Fernando VII (que va para dos siglos, es planta a?eja), y es responsable de m¨²ltiples fechor¨ªas, como el fusilamiento de Torrijos, las hirsutas decisiones del espad¨®n de Loja, los asesinatos del Cura Santa Cruz, la p¨¦rdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, la dictadura de Primo de Rivera, el alzamiento de 1936, los fusilamientos de la plaza de toros de Badajoz, las condenas a muerte por auxilio a la rebeli¨®n, las ejecuciones de 1975, y otras cuestiones menores, como el matonismo militarista, la censura, la pol¨ªtica de inanici¨®n para trabajadores y ancianos, la esclavitud de la mujer, el racismo, la xenofobia y el concienzudo cultivo de la marginalidad.
Y, claro, ante tal avalancha, los del PP dicen que ellos no son esa derecha, y dan pruebas de ello en sus idearios, proclamaciones y pol¨ªticas, y entonces se autocalifican de centristas o, en caso de apuro, derecha civilizada, y tienen raz¨®n al hacerlo; se crea entonces una sutil distinci¨®n entre derecha, derechona y extrema derecha, y el PP rechaza la herencia de la derecha b¨¢rbara.
Hasta aqu¨ª, en gran parte, cuestiones sem¨¢nticas con ¨¢nimo de demonizar al adversario pol¨ªtico, ¨²ltimo y m¨¢s burdo recurso de la vaciedad argumental. Pero hay una inquietante cuesti¨®n: ?d¨®nde est¨¢ esa derecha?, cuesti¨®n real para gentes que se encuentran con el descr¨¦dito que les merecen ciertos actos de gobernantes que aspiran a la reelecci¨®n, y la angustia de ver, como alternativa, a alguien que se manifiesta "civilizado", pero ?qui¨¦n sabe?, porque lo que est¨¢ claro es que en el panorama pol¨ªtico espa?ol nadie pol¨ªticamente eficaz se identifica con esa derecha energum¨¦nica que, hace s¨®lo 20 a?os, parec¨ªa tener activos y eficaces valedores. Les tranquilizar¨ªa saber que est¨¢ en alg¨²n sitio identificable, digamos desactivada, neutralizada, pero que se viera c¨®mo no es susceptible de producir met¨¢stasis en el cuerpo pol¨ªtico y social ni en partido alguno capaz de gobernar.
Ser¨ªa aventurado decir que la planta ha sido erradicada, como la viruela; pero s¨ª que est¨¢ achicada, con escasa operatividad y moral de lucha; en parte, gracias a la "globalizaci¨®n" pol¨ªtica de Espa?a; en parte, gracias al proceso mismo de la transici¨®n, la ruptura hubiera generado un derrotado enquistado; la transici¨®n fue desactivando, con su propia l¨®gica, que ha venido operando despu¨¦s de ella, las esencias energum¨¦ticas de gloriosa tradici¨®n; en Espa?a ha habido, adem¨¢s, cambios muy profundos, de orden social; y contin¨²an produci¨¦ndose, como se ve, por ejemplo, en el orden sindical, o en la demograf¨ªa, y otros. En el futuro muy lejano todo puede rebrotar; pero esa floraci¨®n no tiene, en el tiempo previsible, clima favorecedor.
En la transici¨®n muchos que no hab¨ªan estado se unieron con algunos de los que s¨ª estaban para facilitar el cambio; y para ello nos fijamos, dentro de ciertos l¨ªmites, m¨¢s en el futuro que en el pasado; en la actual alternativa, m¨¢s que retirarse tap¨¢ndose las narices ante las malas hierbas que puedan existir en un rinc¨®n del jard¨ªn, ser¨¢ conveniente para la conveniencia de todos que al jardinero se le ayude a sofocarlas, o a que, al menos, resulten inofensivas.
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