Un padre y dos hijos, muertos por una supuesta intoxicaci¨®n de gas en su casa

VIENE DE LA P?GINA 1Madre e hijo conocieron la muerte de sus tres parientes justo al tiempo en que Mar¨ªa, la ¨²nica superviviente, ingresaba en el hospital de La Princesa, el mismo en que se hallaban su hermano y su madre desde la noche anterior. Fue sobre las seis de la tarde.

Sentados en una de las camas de la habitaci¨®n 726, madre e hijo esperaban con impaciencia noticias de su familia, de la que no sab¨ªan nada desde la noche anterior. Un facultativo les comunic¨® entonces lo ocurrido. Mar¨ªa acababa de ser internada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) por una posible inhalaci¨®n de mon¨®xido de carbono.

Sergio y su madre abandonaron la habitaci¨®n. S¨®lo les separaba de Mar¨ªa una planta de la UCI. Se apresuraron. El rostro de la madre estaba empa?ado en l¨¢grimas; el del chaval, perdido. S¨®lo entonces, los m¨¦dicos del hospital relacionaron las convulsiones de Sergio con la intoxicaci¨®n que hab¨ªa acabado con sus parientes.. Hasta ese momento, nadie hab¨ªa sospechado algo parecido.

La reconstruci¨®n de los hechos muestra que, tras la hospitalizaci¨®n de Sergio, el padre, presa de un ataque de nervios, fue conducido por la Polic¨ªa Local de San Fernando a un ambulatorio, donde se le administr¨® un sedante. Entretanto, los dos hijos menores quedaron a cargo de los vecinos de planta. Mar¨ªa, en cambio, segu¨ªa en la calle con unas amigas, y la madre, limpiadora en Madrid, a¨²n no hab¨ªa regresado del trabajo. Sobre las 23.30, los vecinos recogieron en coche a la madre en la estaci¨®n de tren. La llevaron al hospital La Princesa, donde acababa de ingresar su hijo Sergio.

El padre, que ya hab¨ªa vuelto del ambulatorio, recogi¨® a sus hijos de la casa de los vecinos y entr¨® en su piso, donde carec¨ªa de tel¨¦fono. Al poco, regres¨® Mar¨ªa. La calefacci¨®n de Gas Natural, encendida por el fr¨ªo, segu¨ªa liberando, en caso de confirmarse la hip¨®tesis policial, mon¨®xido de carbono.Llamada de un familiar

Sobre las 8.30 de ayer, una t¨ªa de la madre se dirigi¨® a la casa. Llam¨® desde el telefonillo. Nadie le respondi¨®. La mujer se march¨® en la creencia de que se habr¨ªan ido ya al hospital. Pero sobre las 11.00 horas, al hablar por tel¨¦fono con la madre, supo que no era as¨ª. Volvi¨® entonces a la casa, acompa?ada por un sobrino. La puerta del inmueble estaba abierta. Subieron hasta el seg¨²ndo piso. Al golpear la puerta, oyeron un leve gemido. Alarmados, se dirigieron al hospital, donde la madre les entreg¨® las llaves. Al volver, sobre las 14.30, abrieron el piso y encontraron a Mar¨ªa en el recibidor. El resto yac¨ªa dentro de la casa. El sobrino corri¨® a llamar a la Polic¨ªa Local.En los primeros momentos, se baraj¨® la posibilidad de una muerte violenta. La posici¨®n de Mar¨ªa hizo suponer a algunos agentes que hab¨ªa sido golpeada -extremo desmentido por el hospital- y la peque?a Isabel fue descubierta con una mancha de sangre en la cabeza. La polic¨ªa asever¨® luego que no exist¨ªan signos violencia. La falta de olor a gas y el que no se encontrasen restos de mon¨®xido en la sangre de la ¨²nica superviviente aumentaron las sospechas. Sin embargo, tras una inspecci¨®n ocular, la polic¨ªa cient¨ªfica atribuy¨® la muerte al mon¨®xido de carbono producido por una mala combusti¨®n de la caldera. La Jefatura Superior de Polic¨ªa dio anoche este hip¨®tesis por v¨¢lida.

La intoxicaci¨®n por este gas t¨®xico es implacable. Mareos, nauseas, desvanecimiento. A una concentraci¨®n de un 1,3% de mon¨®xido en el aire, bastan tres inhalaciones para perder el conocimiento y morir en pocos minutos. La falta de ox¨ªgeno -por ejemplo, por mala ventilaci¨®n-, genera en la combusti¨®n el gas venenoso, en vez de vapor de agua y anh¨ªdrido carb¨®nico.