Los brigadistas se apuntan a ser espa?oles
Cinco suizos de las Brigadas Internacionales, los primeros en ejercer su derecho a la nacionalidad espa?ola
Nunca creyeron que llegar¨ªa el momento, pero all¨ª estaban, ilusionados y alegres, ejerciendo su derecho a pedir la nacionalidad espa?ola. Cinco ancianos suizos fueron ayer los primeros ex miembros de las Brigadas Internacionales que expresaron su deseo de convertirse en ciudadanos espa?oles despu¨¦s de que el Consejo de Ministros de la pasada semana aprobara la correspondiente normativa legal.Los cinco helv¨¦ticos han podido materializar, aunque casi 60 a?os despu¨¦s, la promesa que les transmiti¨® Juan Negr¨ªn, presidente de la Rep¨²blica Espa?ola. Tan poca fe ten¨ªan en que llegara el momento que hace dos a?os qued¨® disuelta la Asociaci¨®n de Antiguos Voluntarios de las Brigadas Internacionales de Suiza porque sus integrantes pensaban que no ten¨ªan ya ning¨²n objetivo que perseguir. A esa asociaci¨®n pertenec¨ªan medio centenar de brigadistas suizos de los 800 que llegaron a Espa?a para participar en la guerra civil. S¨®lo 200 lograron regresar a su pa¨ªs tras la contienda. Hoy s¨®lo viven una treintena.Con los recuerdos avivados por el paso que iban a dar, los cinco brigadistas se dieron cita ayer a las diez de la ma?ana en el consulado de Espa?a en Ginebra. All¨ª entregaron orgullosos los documentos amarillentos atesorados durante m¨¢s de cinco d¨¦cadas y que dan fe de su paso por diferentes frentes de guerra.Arthur Friedli, Henry Obersson, Joseph Marmacher, Eolo Morenzoni y Paul Tross. Los cinco est¨¢n entre los 76 y los 83 a?os. Dos de ellos viajaron a Ginebra desde Berna y Z¨²rich a pesar de que, como les record¨® el c¨®nsul, Emilio Barcia -sobrino de un ministro de Asuntos Exteriores de la Rep¨²blica-, no les hubiera hecho falta ir a ese consulado para conseguir su objetivo. Pero el momento hist¨®rico merec¨ªa cualquier viaje."Antes nos recib¨ªa la polic¨ªa; ahora sois los periodistas", se?ala socarr¨®n Morenzoni, el m¨¢s joven -se alist¨® con 16 a?os-, que muestra la condena de las autoridades militares del cant¨®n del Ticino por haber transgredido hace medio siglo las leyes de la Confederaci¨®n. Y las transgredi¨® por dos motivos: en primer lugar, por incorporarse a una guerra siendo menor de edad, pero sobre todo, y este segundo aspecto era m¨¢s importante, por violar la neutralidad helv¨¦tica alist¨¢ndose en un ej¨¦rcito extranjero. Sus compa?eros corrieron una suerte similar y fueron castigados por los jueces suizos. Desde entonces, el Parlamento helv¨¦tico ha rechazado tres veces amnistiarles. La ¨²ltima, hace pocos meses.Por ello, el acuerdo del Consejo de Ministros espa?oles un testimonio que nos da cierto reconocimiento", comenta Morenzoni, "porque en Suiza estuvimos condenados como traidores y, al final, Espa?a nos reconoce como ciudadanos". Bernardino Fern¨¢ndez, director del Centro Asturiano de Ginebra y a su vez exiliado -a su padre lo fusilaron los nacionales-, acaba de enviar 27 cartas a otros tantos Supervivientes para informarles de la decisi¨®n del Gobierno espa?ol. La l4? Brigada, la 11? Brigada..., And¨²jar, Las Rozas, Huesca, Teruel, la batalla del Ebro, el hospital instalado en el monasterio de El Escorial... Son nombres que pasan por la mente de Friedli, Arturo el suizo, que en un espa?ol entrecortado por la emoci¨®n y olvidado por los a?os comenta algunos de sus recuerdos. Asegura que su gran deseo consiste en encontrar a la persona "que hablaba franc¨¦s" y que, en febrero de 1937, le ayud¨® a salir del hospital 1 -hoy hotel Palace- de Madrid con un brazo en cabestrillo. "Para decirle hola y darle las gracias", agrega Friedli. Cuando volvi¨® a Suiza, pas¨® cinco meses en la c¨¢rcel y dos a?os sin derechos civiles.La guerra tambi¨¦n ha dejado secuelas f¨ªsicas en muchos de ellos. Obersson, que ha cumplido 80 a?os hace una semana, se emociona al evocar recuerdos de aquella ¨¦poca. Y es que fue "muy dura". Antes de llegar a Espa?a, pas¨® 15 d¨ªas en una c¨¢rcel francesa junto a sus tres compa?eros de aventuras por estar indocumentados. En Caspe, una bala le entr¨® por la nariz y, despu¨¦s de originarle un gran desgarro detr¨¢s de una oreja, se le incrust¨® en el hombro. En octubre de 1937 regres¨® a Suiza, y tambi¨¦n empezaron para ¨¦l unas tribulaciones cuyo origen estaba en unos ideales que le hab¨ªan impulsado a luchar en favor de "una democracia atacada".
"A esta edad, ?ad¨®nde vamos a ir ya?", contestan al preguntarles si les apetecer¨ªa ir a vivir a Espa?a. Eso s¨ª, al menos se sienten satisfechos al pensar que pueden plante¨¢rselo con todo el derecho del mundo.
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